Dom 28, tiempo ordinario. Mt 22, 1-14. Esta parábola viene después de la de los viñadores y, conforme a la visión crítica de P.Meier, de la que hablé el domingo pasado, es una de las cuatro que pertenece a la historia de Jesús, que así aparece como enviado de Dios para anunciar y preparar su banquete de Reino.
Jesús no actúa simplemente por impulso propio, sino que “responde” (22, 1) a la provocación de los que quieren prenderle con una nueva provocación, contando precisamente ahora la historia de un Rey que ofrece el banquete por las bodas de su Hijo, convidando primero a los invitados oficiales, pero llamando después, al ver que ésos le rechazan, a los pobres y perdidos de los campos y caminos (22,1-10).
Esa “historia” (tomada del Q: Lc 14, 16-24) ha sido adaptada por Mateo y colocada en este contexto, tras la parábola de los dos hijos (21, 28-32) y de los agricultores (21, 33-44), cuyo argumento retoma y concretiza, añadiendo al fin algunas advertencias contra los nuevos invitados (de su tiempo e iglesia) que no guardan (mantienen) el traje de bodas (22, 11-14).
Es una parábola luminosa e inquietante… Hay un banquete para todos, el banquete de la fraternidad, de la vida compartida, del mundo convertido en Reino. Pero muchos quieren su comida propia, en “pesebre aparte”, para no mezclarse con los otros, para no apestarse.
Es una parábola propia de este tiempo (año 2017), cuando el mundo se divide en banquetes de algunos y miserias de otros, en lucha por un pan que crea guerras en vez de alimentar abrazos y mesas compartidas. Buen domingo a todos.
1. Parábola (22 1-10).
Como he dicho, ella proviene probablemente del Q, pero las variaciones son muchas, no sólo entre Mt y Lc (algunos niegan que haya al fondo un mismo texto), sino entre ellos y Ev.Tom 64, que ofrece una versión alternativa, como iré indicando.
22 1 Y respondiendo Jesús de nuevo, les habló en parábolas diciendo: 2 El reino de los cielos se parece a un hombre rey que hizo las bodas para su hijo. 3 Y mandó a sus siervos para que llamaran a los invitados a las bodas, pero no quisieron venir. 4 Volvió a mandar otros siervos, encargándoles que les dijeran: He aquí que tengo el banquete preparado, he matado terneros y reses cebadas, y todo está dispuesto. Venid a las bodas. 5 Pero ellos, no haciendo caso, se fueron: uno a su propio campo; otro a su negocio; 6 y los restantes, echando mano a los siervos, les maltrataron hasta matarles.‒ 7 Pero el rey montó en cólera, y, enviando a su ejército, destruyó a aquellos asesinos y prendió fuego a su ciudad. 8 Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparada, pero los convidados no eran dignos. 9 Id pues a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. 10 Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. Y la sala de bodas se llenó de comensales .
El banquete como signo del Reino de Dios o de la culminación escatológica aparece en varios lugares del Antiguo Testamento y de la tradición apocalíptica. Un texto a menudo evocado es Is 25, 5-10, donde se dice que el Señor de los ejércitos prepara en el Monte Sión un festín de manjares suculentos, aniquilando allí a la muerte. En ese contexto suelen citarse también unas palabras de Zac 9, 16: ¡Qué espléndido será, qué hermoso! El trigo hará florecer a los jóvenes, el mosto a las doncellas! (Zac 9, 17) .
Ese banquete se sitúa sobre el Monte Sión, que Is 2, 1-5 presentaba como centro de reconciliación universal (¡de las espadas forjarán arados!). En esa línea avanzan las Parábolas de Henoc (1 Hen 37-71), del tiempo de Jesús, hablando de un banquete del Hijo del Hombre como salvador escatológico: «Dios habitará con ellos; morarán y comerán con este Hijo del hombre, se acostarán y se levantarán por los siglos» (1 Hen 62, 7-14). También los libros tardíos de la apocalíptica (Ap. de Baruc, 4º Esdras), escritos a finales del I dC, siguen destacando la abundancia del banquee final (cf. ApBar 29, 5-8) .
((El símbolo del banquete mesiánico/escatológico está en el centro del mensaje y vida de Jesús, como he destacado al comentar las multiplicaciones (14, 15-21; 15, 32-38; cf. Jn 6, 1-5), que la tradición cristiana ha presentado con rasgos pascuales y eclesiales, aunque es evidente que en su fondo late un recuerdo histórico, vinculado a las comidas de Jesús con pecadores y excluidos, invitándoles al Reino (cf. 11, 19). Mateo sabe que ese Banquete ha de ser universal, abierto a la muchedumbre, superando los sacrificios del templo de Jerusalén, y los convites rituales (puros) de los grupos separados, como los fariseos (haburot) y esenios de Qumrán (cf. 8, 11-12). ))
Evangelio de Tomás
Esta parábola contiene un recuerdo original de Jesús, que puede y debe situarse en el contexto de su misión final, quizá durante su ascenso a Jerusalén, tras la culminación (¿fracaso?) de su mensaje en Galilea, con el recuerdo de la misión y llamada de Dios por los profetas. Así lo ha destacado EvTom 64, que entiende este motivo de manera más intimista, aunque al fin añade, de modo sorprendente, el logion de los mercaderes y compradores que no entrarán en el Reino de mi Padre .
Dijo Jesús: «Un hombre tenía invitados. Y cuando hubo preparado la cena, envió a su criado a avisar a los huéspedes. Fue (éste) al primero y le dijo: Mi amo te invita. Él respondió: Tengo (asuntos de) dinero con unos mercaderes; éstos vendrán a mí por la tarde y yo habré de ir y darles instrucciones; pido excusas por la cena. Fuese a otro y le dijo: Estás invitado por mi amo. Él le dijo: He comprado una casa y me requieren por un día; no tengo tiempo. Y fue a otro y le dijo: Mi amo te invita. Y él le dijo: Un amigo mío se va a casar y tendré que organizar el festín. No voy a poder ir; me excuso por lo de la cena. Fuese a otro y le dijo: Mi amo te invita. Éste replicó: Acabo de comprar una hacienda (y) me voy a cobrar la renta; no podré ir, presento mis excusas. Fuese el criado (y) dijo a su amo: Los que invitaste a la cena se han excusado. Dijo el amo a su criado: Sal a la calle (y) tráete a todos los que encuentres para que participen en mi festín; los mercaderes y hombres de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre» (EvTom 64).
Tomás haevangelio ha interpretado la parábola de un modo intimista, sin relación a la historia de Jesús y al despliegue de su reino. De esa forma opone la llamada de Dios (banquete) y las preocupaciones exteriores: negocios, compra de una casa, matrimonio de un amigo, trabajo en una hacienda… Ciertamente, esos rasgos pertenecen al mensaje de Jesús (cf. Lc 14, 13-20), donde las excusas de los invitados son las mismas (campo, bueyes, boda…). Mateo sólo pone dos excusas (campos, negocios), insistiendo en la historia de la salvación, con la apertura de la Iglesia a los gentiles)) .
Lucas ha situado esta parábola en el contexto general de la llamada de Jesús (Lc 14, 16-24), en el principio del camino que va a Jerusalén (cf 13, 22. 31-35), sin referencia al rechazo de los sacerdotes y escribas, y sin juicio sobre Jerusalén. Mateo, en cambio, la presenta como alegoría de la llamada al Reino, dirigida primero a los invitados (judíos) y luego a todos (en la línea de EvTom 64), dándole al mismo tiempo un tinte apocalíptico: destrucción para aquellos que rehúsan la llamada (22, 7) y para aquellos que aceptándola no se mantienen fieles (añadido de 22, 11-14).
‒ Primera parte: una misión judía (22, 1-5).
Evoca la llamada de Jesús a los invitados (keklhme,nouj: 22, 3; cf. 14, 17) israelitas, a quienes Dios había preparado como pueblo, a través de los profetas. Esta invitación se formula en dos fases: La primera responde de tipo genérico (22, 3), rechazada por los invitados, y otra más concreta (22, 4) e insistente, que ellos rechazan también.
La primera invitación (22, 3) tiene un sentido amplio y, en la perspectiva de Mateo, puede referirse a los profetas, y de un modo más concreto a Jesús y a los primeros ministros del evangelio, que anuncian la pascua, es decir, el banquete del Hijo del Rey a los judíos. En ese contexto se supone que los invitados debían hallarse dispuestos, para compartir el gozo del rey en la boda de su hijo. La segunda (22, 4) puede referirse, ya de un modo más preciso, a los profetas, sabios y escribas que el mismo Jesús pascual sigue enviando a Israel, y que están siendo rechazados por los escribas y fariseos del nuevo judaísmo (cf. 23, 34-35). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Boda, Ciclo A, Dios, Evangelio, Jesús, Parábola de los invitados a la boda, Tiempo Ordinario
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