Evangelizar no es mantener el orden público
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. DÍA DE LAS MISIONES.
Celebramos hoy el ya clásico día de las MISIONES (DOMUND).
Misión significa envío. En la vida podemos desempeñar diversas misiones, tareas, envíos.
El mismo Jesús misionó: he sido enviado a anunciar la buena noticia a los pobres… (Lc 4,18 ss). Jesús en diversos momentos envió a los suyos a evangelizar. Salid a las periferias, que dice el papa Francisco: a las periferias geográficas, ideológicas, religiosas, morales.
Misionar, evangelizar es comunicar la buena noticia del evangelio en lo que tiene de salvación, de sentido de la vida, de horizonte.
Sin embargo el Evangelio es amable, sanante, salvífico para nuestra vida.
El habitat evangélico y eclesial es “un hospital de campaña tras una batalla. Lo que la Iglesia necesita con urgencia es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones”.
Misionar es transmitir algo bueno, NO MANTENER EL ORDEN PÚBLICO.
02. MISIONAR NO ES ADOCTRINAR (NI A LOS DE LEJOS NI A LOS DE CERCA)
Todavía perviven entre nosotros, en nuestras tramoyas eclesiásticas modos y maneras doctrinarias.
¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. , decía el papa Francisco
Evangelizar es ante todo, curar heridas. Si un misionero diera una conferencia en Guinea Ecuatorial o en Senegal sobre lo pernicioso que es el colesterol, tendría “toda la razón” del mundo, pero sería algo perfectamente insensato. ¡Pero no ves que los niños y la gente se está muriendo de hambre, de malaria y de pena!
¿Para qué tanta precisión teorizante, tanto “filioque” si la gente entre nosotros no tiene ganas de vivir, se suicida, sufre angustia, está en paro, etc.?
Los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia … a las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación … ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios? Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Dios es más grande que el pecado.
Volvamos al Evangelio. Sintamos el alivio, la misericordia de Dios en nuestro interior.
A lo mejor a alguien le pueda parecer heterodoxa la expresión, pero hay ocasiones y situaciones en las que nos hace bien echar mano del Evangelio: si lo eclesiástico te ha hecho daño, el Evangelio te aliviará. En nuestro contexto eclesiástico van colocando obispos doctrinarios, pero no bondadosos, ni que transmitan bondad, ni evangelio. Estos modos eclesiásticos cansan mucho en la vida… Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviare. (Mt 11,28).
03. SER MISIONERO NO ES MANTENER EL “ORDEN PÚBLICO”.
Llama la atención y alivia las frecuentes alusiones que el papa Francisco hace al Evangelio de misericordia, a ser misericordiosos. El evangelio solamente será tal si es bondad y amabilidad.
Ser misionero, catequista, servir en la Iglesia no es mantener el “orden público”, sino transmitir la bondad de Dios.
Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche … El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios “clérigos de despacho”.
Yo no sé si hacen falta funcionarios en las curias y en los entramados episcopales (más bien creo que no o desde luego no más que lo que un funcionario significa en la Kutxa), lo que sí hace falta es evangelio, el evangelio de la misericordia. Y en el cristianismo, para sentirse querido “no hay que pasar por ventanilla”.
En nuestra propia diócesis de San Sebastián se están nombrando, –“a veces de aquél modo-” funcionarios episcopales no tanto para anunciar la bondad y el alivio del evangelio, sino para mantener el orden público.
Posiblemente a muchos de nosotros, el momento actual de Francisco nos ayude a recuperar el Evangelio de JesuCristo.
Allá por loa años conciliares-postconciliares, 1962-1978 vivimos una esperanza llena de ilusión, incluso de euforia: un pequeño Pentecostés. Era una esperanza alegre y entusiasmada. Hoy también hemos de mantener la esperanza, quizás ya no alborozada, pero sí una esperanza humilde, sencilla, audaz.
04. NOSOTROS NECESITAMOS SER EVANGELIZADOS.
Hace cincuenta años, más o menos, “no había un lugar del mundo” en el que no hubiera un misionero de nuestras diócesis.
Hoy en día somos nosotros los que hemos de ser evangelizados.
San Pablo en la carta a los Romanos (10,14-15) tiene un texto que parece estuviera escrito para nosotros:
¿cómo van a invocar a Dios, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si nadie les anuncia el mensaje? ¿Y cómo van a anunciarlo, si no hay quien los envíe? Como dice la Escritura: “¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!”
¿Cómo vamos a ser creyentes y disfrutar del evangelio, si no hemos oído hablar del evangelio, aunque hayamos oído hablar de la doctrina religiosa? ¿Cómo vamos anunciar la bondad que desconocemos? Ya ni nuestra misma Iglesia diocesana transmite bondad.
QUÉ HERMOSO ES ANUNCIAR LAS BUENAS NOTICIAS DE LA VIDA, DEL SEÑOR
ID POR TODO EL MUNDO Y PREDICAD EL EVANGELIO DE LA BONDAD DE DIOS
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