Boda
Este amor nuestro es sencillo como una canción (R. Tagore)
15 de octubre. Domingo XXVIII del TO
Mt 22, 1-14
Por tanto, id a los cruces de caminos y a cuantos encontréis invitadlos a la boda
En la primera lectura de este domingo, encontramos la más grande promesa a Israel en el AT: Dios salvará a su pueblo: “celebremos y festejemos su salvación”, canta el profeta. En el Nuevo, la oferta se extiende al mundo entero: “Id por todo el mundo proclamando la Buena Noticia a toda la humanidad” (Mc 16, 15). Proclamación que debe hacerse principalmente con nuestro modo de vivir. Una manifestación festiva y atrayente de nuestras creencias y un mensaje del Creador para que vivamos alegres, como dicen José Enrique Galarreta y Pedro Olalde.
Pero para entrar en este banquete de bodas, que es el reino, Shökel nos dice al comentar esta parábola que: “es necesario un estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas de Jesús”. En la película sueca (2004) Tierra de ángeles del director Kay Pollak, dice Daniel al Coro: “Está todo dentro. Encontrad vuestra voz verdadera, la que vibra en vuestro interior. Encontrad el tono”. El protagonista es un músico de prestigio internacional que se hace cargo de dirigir el Coro de la iglesia local, lo que desata cambios emocionales en él, en todos los miembros del coro, en los habitantes del lugar e incluso en el ministro de la parroquia.
El Bhagavad Guita -la más querida de las escrituras de la India- es un profundo tratado acerca de la unión con Dios y, al mismo tiempo, una receta imperecedera cuya finalidad es alcanzar el éxito equilibrado y la felicidad en la vida cotidiana”.
Esta vertiente gozosa de todo acontecimiento nupcial los expresa divinamente la canción La Paloma, escrita por el compositor español Sebastián de Iradier (1809-1865):
“Si a tu ventana llega / una Paloma, / trátala con cariño / que es mi persona. / Cuéntale tus amores, / bien de mi vida, / corónala de flores / que es cosa mía”.
Dios ha engendrado a Israel a través de un proceso de elección y llamada, en línea de Amor: “Me casaré contigo para siempre”, dijo Dios a Israel en Oseas Cap. 2. Y yo me atrevo a transferir sus palabras a Jesús, y haré mía la canción “Nada hará cambiar mi amor por ti”, de Sergio Dennis. Y con él le diré que
“Tal vez nuestro camino no sea fácil
pero estaremos juntos, tu luz me guiará.
Y donde yo esté serás mi estrella, mi calor,
mi buen amor; sé que tu luz me guiará”.
Rabindranath Tagore escribió este verso en uno de los poemas de El Jardinero: “Este amor nuestro es sencillo como una canción”.
En todos estos textos se pretende esa situación de la Iglesia que el teólogo alemán Bernhart Häring (1912-1998) calificó de patológica, y con el que yo tuve el privilegio de compartir estancia en Roma durante la celebración del Concilio Vaticano II. Su currículum avala sus palabras: profesor de moral en las mejores universidades católicas y protestantes del mundo, consultor de papas, de episcopados y centros médicos católicos, catedrático eximio y pastor incansable, hombre de altísima espiritualidad, a quien Pablo VI, después del concilio, invitó a predicarle a él y a toda la Curia unos ejercicios espirituales.
Uno de los protagonistas -un chino- de la ópera La Reina de las Hadas, del compositor inglés Henry Purcell (1659- 1695) la belleza y alegría que pueden cautivar los sentidos, aunque solo la bondad gana el corazón.
“Sí, Dafne, en tus facciones encuentro
los encantos que han cautivado mi corazón.
Que tu desdén no deje en libertad al cautivo
que tus ojos han hecho.
La que en amor se defiende,
se protege de la flecha más segura.
La belleza puede cautivar los sentidos,
pero sólo la bondad gana el corazón”.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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