Del blog de Xabier Pikaza:
La parábola de este domingo, propia de Mateo, nos sitúa ante uno de los temas centrales de la historia, el tema quizá más trascendente y escandalosos (¡novedosos!) de la experiencia cristiana:
El paso de un sistema de retribución salarial, que se formula y establece según ley (¡te pagaré lo que sea justo: to dikaion, Mt 20, 5), según los méritos y aportaciones de cada uno, dentro de un mercado de trabajo, a un modelo de gratuidad y comunicación personal, donde el “amor” (señor de casa) da a los últimos, igual que a los primeros, gratuitamente, porque es bueno (agathos: Mt 20, 15).
En uno y otro caso, lo justo y bueno, igual para todos, es un denario (20, 2.13), lo que necesita cada uno para vivir, él y su familia, con independencia de lo que realice, sea Rey de España, Arzobispo de Toledo, extranjero de Vallecas o parado del Rio Grande de USA.
Evidentemente, este modelo irrita al “personal” más concienciado, que se cree con méritos para recibir mayor salario, porque ha trabajado más horas, porque está más preparado (es ingeniero y no peón de construcción).
Irrita sobre todo en este tiempo en que las diferencias salariales se han disparado casi del uno al mil en ciertos sectores, un modelo donde el ministro gana más que el ordenanza, y el banquero infinitamente más que el guardavías o el parado de la esquina (sin contar las tarjetas negras, ahora se dicen black), los incentivos y lo que cada uno puede apañarse desde el lugar en que se encuentre.
Éste es un pasaje en el que vengo pensando desde toda la vida. Creo que viene de Jesús, sólo él pudo decirlo así, con esa dureza y ternura. Ha sido, sin duda, el centro del mensaje de Jesús, el paso de la ley salarial que distingue a judíos de gentiles, a la experiencia de la fe y gratuidad de su Abba, Padre. Ésta ha sido finalmente la clave del evangelio de Mateo, en su disputa con un tipo de judeo-cristianos que apelaban a su derecho a un salario mayor.
(Así he pensado que el San Mateo de C. Rusconi, de la portada del libro del que tomo estas reflexiones, que está que se sale de su marco, en la Catedral de Roma, está mirando admirado lo que él mismo ha escrito en su evangelio… como queriendo fijar bien el sentido de esta parábola, y quizá marcharse a la calle para explicarla a los romanos).
En esa línea, me ha parecido genial que mi colega, el prof. J. L. Sicre (en Religión Adulta y en RD), haya retomado un viejo y castizo (bíblico) adjetivo (terrateniente cab.) para llamar a ese patrono, que al fin del día paga igual a todos, el denario de la vida.
Ciertamente, es un “cabrón divino” (el tema es de Lev 16) este “amo” que sabe bien que los trabajos han sido distintos en la viña, tanto por el tiempo (uno ha estado allí todo el día, otro sólo media hora), como por la “dignidad” (uno ha sido Director general de las Viñas del Reino, ministro de Vinos y otro un simple “botillero”, encargado de llevar agua fresca a los siguen sudando cepa a cepa)… Éste es el terrateniente divino, que nos ofrece un campo de gratuidad para ser, para amar, para esperar… sabiendo que al fin y en fondo todo es graciaq.
Eso es el amo, alguien que nos quiere hacer pasar del sistema salarial corrupto de este tiempo (con diferencias de uno a mil, al menos) al orden gratuito de la vida humana, donde trabajar es un gozo (cada uno según sus posibilidades) y cobrar una gracia (a cada uno según sus necesidades)… Esto lo han sabido y saben muchas tribus antiguas, más sabias que nuestras megápolis, lo saben millones de familias y grupos religiosos en los que se comparte en amor trabajo y “sueldo…”. Lo han sabido los grandes socialistas utópicos del siglo XIX. Quizá a la doctrina oficial de cierta Iglesia Católica, con ciertos catecismos de méritos, a un tipo de DSI le ha costado saberlo. Pero es el centro del evangelio.
Una parábola molesta y esperanzada
Mt 20 1 El Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que al amanecer (=hora de prima) salió a contratar jornaleros para su viña. 2 Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. 3 Salió otra vez a media mañana (=hora de tercia), vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, 4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. 5 Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde (=hora de sexta, hora de nona) e hizo lo mismo. 6 Salió al caer la tarde (=hora undécima) y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? 7 Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña.
8 Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al administrador: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. 9 Vinieron los del atardecer (hora undécima) y recibieron un denario cada uno. 10 Cuando llegaron los primeros pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. 11 Y recibiendo (el denario) se pusieron a protestar contra el amo, diciendo: 12 Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor. 13 Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario?
14 Toma lo tuyo y vete. Yo quiero darle a este último igual que a ti. 15 ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? 16 Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
((Además de comentarios a Mateo, y en especial al mío del que tomo estas reflexiones, cf. D. Aleixandre, Mujeres de la hora undécima, Sal Terrae, Santander 1991; J. D. Derrett, Workers in the Vineyard: A Parable of Jesus: JJS 25 (1974) 64-91; A. Orbe, Parábolas evangélicas en San Ireneo I, BAC, Madrid 1972, 411-460; G. de Ru, Conception of Reward in the Teaching of Jesus: NT 8 (1966) 202-222; M. Theobald, Die Arbeiter im Weinberg (Mt 20,1- 16), en D. Mieth (ed.), Christliche Sozialethik im Anspruch der Zukunft: SThE 41 (1992) 107-127)).
Esta parábola condena de raíz el sistema salarial establecido (que un tipo de Iglesia ha defendido) por siglos, mandando sin más (¡a menudo!) al infierno a los “malos”, poco trabajadores, y al cielo a los ganan méritos sin más referencia a la gracia), el sistema de sueldo por tiempo y dignidad del trabajo de un tipo de sociedad salarial… pues esta Gran Amo de la Parábola concede por gracia, al final, a cada uno un mismo “denario”, pasando así de un sistema salarial que debería ser “justo” (¡claro!) al gozo gratuito de la colaboración en el trabajo y en la vida.
Estamos tan acostumbrados a leer esta “parábola” que no nos damos cuenta de su pólvora explosiva, y así la espiritualizamos diciendo que ella vale para salarios místicos del alma… Pero no, aquí no se habla de salarios del alma, en el mal sentido de la palabra, sino de jornales o salarios reales por trabajos en la “viña”, bajo el sol duro de un otoño largo. En esta parábola de la viña de Dios entran todos, desde el Rey de España al Papa, desde el primer ministro de Barcelona o Madrid al mozo de caballos y al gitano, al emigrante y al enferma… A todos un mismo “denario”: El sueldo de la vida.
Estamos ante un modelo tribal de trabajos y pagas comunes,ante los programas del socialismo utópico del siglo XIX: Cada uno según sus posibilidades… y a cada uno según sus necesidades propias y de familia (que eso es un denario). Esto se parece al salario social asegurado para cada uno de los hombres y familias, trabaje o no trabaje, el sueldo “de caridad parroquial” de los pobres de Inglaterra, en el siglo XVIII (o la pensión no contributiva de todos los que viven sin trabajar, o sin haber cotizado, como es mi caso). A todos lo mismo, algo así como unos “mil euros al mes”, en España, pues eso sería un ¿qué os parece? (Para un estudio económico del tema recomiendo el libro clave de L. Polanyi, La Gran Transformación, 1944, el texto de economía del siglo XX más importante que conozco).
Este es un tema discutido, como muestran dos titulares de la prensa española de ayer (21.9.217):
̶ El PP se opone a la renta mínima de los sindicatos y pide crear un grupo de trabajo… Esa renta mínima sería el “denario” que el Amo de la parábola ofrece a todos… Ciertamente, el PP de España piensa que un tipo de renta mínima crea “vagos” y que los incentivos salariales salariales (quizá con tarjetas negras) son importantes para que la gente trabaje… Leer más…
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