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Archivo para Domingo, 10 de septiembre de 2017

Que todos sean uno.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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Que la oración divina de Cristo obtenga satisfacción y realización en esta esperanza y con estos deseos :

” Padre santo, cuida en tu nombre a aquellos a los que  tú me has dado
para que sean uno como nosotros comos uno…
Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad…
No ruego sólamente por ellos, sino también por los que,
gracias a su palabra, creerán en mí…;
para que perfectamente sean uno…

Ven.

De esta armonía tan deseada y de esta unidad que la caridad fraterna

debe alimentar y mantener nacerá una gran paz que sobrepasa

todo sentimiento porque viene del cielo.

*

 Juan XXIII

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

*

Mateo 18,15-20

***

*

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

“Está entre nosotros”. 7 de septiembre de 2017. 23 Tiempo ordinario (Mateo 18, 15-20)

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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forgivenessAunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.

Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo.

Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.

Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.

El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.

Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo.

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“Si te hace caso, has salvado a tu hermano”. Domingo 03 de septiembre de 2017. 23º domingo de tiempo ordinario

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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46-OrdinarioA23Leído en Koinonia:

Ezequiel 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Salmo responsorial: 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”
Romanos 13,8-10: Amar es cumplir la ley entera
Mateo 18,15-20: Si te hace caso, has salvado a tu hermano

La liturgia de este domingo nos invita a reflexionar sobre nuestra corresponsabilidad comunitaria. La fe, o más ampliamente dicho, nuestra vida espiritual, es un asunto personal, una responsabilidad absolutamente intransferible, pero como humanos que somos –seres simbióticos al fin y al cabo– la vivimos en el seno de una comunidad. Por eso, también, todos somos de alguna manera responsables de la vida de cada hermano.

Ezequiel es profeta del tiempo del exilio. Se presenta como el vigilante de su pueblo. Otros profetas han utilizado también esta imagen para caracterizar su misión. La actitud vigilante es un rasgo de los profetas. Estar atento a lo que pasa, para alertar y prevenir al pueblo. Y estar siempre atento también a escuchar la Palabra de Dios. Leer los acontecimientos de la historia y interpretarlos a la luz de la Palabra de Dios. El vigilante, celador, velador, centinela o como se le llame en nuestro medio, está pendiente de los peligros que acechan al pueblo. Por eso, el profeta es responsable directo de lo que le pueda pasar. El profeta tiene la misión de abrir los ojos del pueblo. Pero también el pueblo puede aceptar o rechazar esa interpelación profética. Lo que no está bien es pasar por alto y no darse cuenta del peligro.

Pablo en la carta a los romanos invita a los creyentes que edifiquen su vida sobre la base del amor para que puedan responder a los desafíos del momento histórico que a cada creyente y a cada comunidad le toca vivir. El amor es resumen, síntesis vital, compendio de todo tipo de precepto de orden religioso. Así, Pablo entra en perfecta sintonía con la propuesta evangélica. Ciertamente, no es un rechazo rotundo de la ley. Pero el amor supera la fuerza de la ley. Quien ama auténticamente no quiere hacer daño a nadie; por el contrario, siempre buscará la forma de ayudarle a crecer como persona y como creyente. La conversión, la metanoia, es cambio rotundo de mente y corazón. Quién se convierte asume el amor como única “norma” de vida. El amor se traduce en actitudes y compromisos muy concretos: servicio, respeto, perdón, reconciliación, tolerancia, comprensión, verdad, paz, justicia y solidaridad fraterna.

El evangelio de Mateo nos presenta el pasaje que se ha denominado comúnmente la corrección fraterna. El texto revela los conflictos internos que vivía la comunidad mateana. Nos encontramos, entonces, ante una página de carácter catequético que pretende enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios. El pecado no es solamente de orden individual o moral. Aquí se trata de faltas graves en contra de la comunidad. El evangelista pretende señalar dos cosas importantes: no se trata de caer en un laxismo total que conduzca al caos comunitario. Pero tampoco se trata de un rigorismo tal que nadie pueda fallar o equivocarse. El evangelista coloca el término medio. Se trata de resolver los asuntos complicados en las relaciones interpersonales siguiendo la pedagogía de Jesús. No es un proceso jurídico lo que aquí se señala. El evangelista quiere dejar en claro que se trata ante todo de salvar al trasgresor, de no condenarlo ni expulsarlo de entrada. Es un proceso pedagógico que intenta por todos medios salvar a la persona. Ahora bien, si la persona se resiste, no acepta la invitación, no da signos de arrepentimiento… entonces sí la comunidad se ve obligada a expulsarse de su seno. Al no aceptar la oferta de perdón la persona misma se excluye de la comunión.

Nuestro compromiso como creyentes es luchar por la verdad. Nuestras familias y comunidades cristianas deben ser, ante todo, lugares de reconciliación y de verdad. Exigir respeto por las personas que se equivocan pero que quieren rectificar su error es imperativo evangélico. Tampoco se trata de caer en actitudes laxistas o que respalden la impunidad. Pero ante todo, el compromiso con la justicia, la verdad y la reconciliación es una actitud profética.

¿Cómo vivimos los valores de la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación al interior de nuestras comunidades? ¿Qué actitud asumimos frente a los medios de comunicación que manipulan y tergiversan la verdad? ¿Nos sentimos corresponsables de la suerte de nuestros hermanos?

El evangelio de hoy habla también de la comunidad como sujeto de perdón: «Todo lo que aten ustedes en la tierra será atado en el cielo…». Puede ser una oportunidad interesante para hablar tanto de la grave crisis que atraviesa este sacramento en la práctica más extendida en la Iglesia, como de la posibilidad y legitimidad de la reconciliación comunitaria. Véase al respecto el libro de Domiciano Fernández que comentamos más abajo. Leer más…

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10.9.17, La Iglesia no es Multinacional. Cada comunidad es Iglesia,

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 23, ciclo A: Mt 18, 15-20. Este evangelio define la esencia de la Iglesia en forma la comunidad de aquellos que se reúnen, se organizan, oran a Dios y se aman en nombre (a ejemplo, con la fuerza) de Jesús.

En domingo anteriores he venido comentando la autoridad y servicio de Pedro (con la de Pablo, Santiago, Magdalena…), desde una perspectiva marcada por la influencia de los grandes líderes. Pero la esencia de la iglesia no la definen los líderes, sino la propia comunidad, que aparece así, de forma autónoma, como “espacio de Dios”, fraternidad mesiánica en el mundo, como ha puesto de relieve este evangelio.

Desde aquí pueden sacarse algunas consecuencias básicas:

a. Cada comunidad es Iglesia uniéndose en nombre de Cristo, orando a Dios Padre y resolviendo por sí misma sus problemas (sin duda, en comunión con otras iglesias); ninguna iglesia es sucursal de otras, ni es colonia de otras más grandes. Cada una es signo y presencia de Jesús en la tierra.

b. Las comunidades cristianas se vinculan entre sí, porque las une el mismo Cristo y porque en ellas se invoca al mismo Dios; pero cada una tiene su propia vida, siendo así un espacio mesiánico de amor mutuo y de esperanza mesiánica, cada una es independiente, sin necesidad de referendum ni ley de autonomía.

c. Cada Iglesia es responsable de su propio camino de oración, comunión y decisión, de forma que ha de tomar con responsabilidad sus sus propias decisiones y crear sus instituciones, desde el diácono y los presbíteros al propio oispo.. Ni el amor, ni la toma de conciencia de “estar en Cristo”, ni la solución de los posibles problemas (de fraternidad, de sacramentos…) pueden delegarse en otra comunidad más alta, aunque todas son solidarias y se unen entre sí por el mismo Cristo

d. Esta forma de entender las iglesias concretas y la comunión de todas en la Iglesia de Cristo ha sido formulada por Mateo, pero responde igualmente a la teología y experiencia de Pablo. Por razones de comodidad y de imitación política a las estructuras del Imperio, las iglesias posteriores han tendido a crear iglesias jerárquicas, con subordinación de unas a otras.

salvador-55Hoy debemos volver en esto al evangelio, porque no nos vale el esquema romano de imperios y órdenes jerárquicos, pero tampoco el esquema de las multinacionales, por mucho que queramos al Papa Francisco y nos sintamos contentos de que sea Papa.

— El Papa no es el Presidente y Director General de una gran multinacional religiosa, de forma que él no tiene todo el poder (la autoridad es Cristo: Mt 28, 16-29), y tiene la exclusiva de “las patentes” de la Iglesia Católica.

— El Papa no tiene un “Supervisory Board”, ni un Consejo de Ministros (con autoridad colegiada…,ni los Concilios pueden actuar como “Órganos Supervisores”… ni siquiera como un “Organismo consultor”.

— La única autoridad de la Iglesia es la misma comunidad, como declara este evangelio… De esa forma, cada comunidad es presencia del Cristo… aunque es muy bueno y necesario que haya representantes de las comunidades (obispos…) y un Papa como signo de unidad y comunión (no como un poder paralelo y/o superior).

Esta imagen del Papa como Gran Jefe de la Gran Multinacional Católico-romana no responde a la esencia de la Iglesia, aunque a veces ella pueda dar esa impresión. La Iglesia universal no es una Multinacional (Christ Corporation HN), sino una comunión de comunidades, y el Obispo de Roma, llamado cariñosamente Papa (como cualquier vecino papa), representa la comunión de todas las iglesias; no está para suplantar la autoridad de las comunidades concretas, sino para garantizarlas. Buen domingo

Texto. Mt 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

— Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
— Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

1. Introducción Autoridad y diálogo: lo que atareis en la tierra…

El evangelio de Mateo valora a los escribas-sabios, que interpretan la ley, en clave de evangelio, y también a los buenos profetas. Pero siente prevención contra aquellos carismáticos profetas, que ponen sus dotes al servicio del propio egoísmo: lógicamente, en cuanto tales, no pueden dirigir la iglesia ¿Quién lo hará?

¡La iglesia debe dirigirla la misma comunidad reunida!

Al formular este principio, el Jesús de Mateo ha seguido así la mejor tradición del judaísmo: no ha creado nuevos “ministerios”, pues acepta y despliega, en forma cristiana, el ministerio del diálogo fraterno, que aparecía ya en el judaísmo.

Precisando el tema, podemos afirmar que Mt 18, 15-20 aplica a la comunidad unas palabras que Mt 16, 17-19 atribuía a Pedro quien, como hemos visto, ha sido el buen escriba, fundamento o roca duradera de la iglesia. Pues bien, esa función de Pedro han de cumplirla luego, día a día, las iglesias particulares, resolviendo de manera dialogada sus posibles disensiones, conforme al principio de Hech 15, 28: “nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros”.

2. Mt 18, 15-17. Pertenencia eclesial: los límites de la comunidad.

El pasaje que sigue refleja el comportamiento de la iglesia ante un miembro que peca (rompe su armonía). El tema y método seguido se parece al de otros grupos judíos del tiempo, por ejemplo el de Qumrán; pero en Qumrán decide una instancia jerárquica especial y bien organizada de sacerdotes miembros perfectos; en Mt, en cambio, decide la comunidad reunida:

1. Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas;
si te escucha, has ganado a tu hermano.

2. Si no te escucha, toma contigo a uno o a dos, pues
todo problema se resuelva por dos o tres testigos.
3. Y si no les escucha llama a la iglesia y si no la escucha, sea para ti como gentil y publicano (18, 15-17)

((Formulación hipotética (no apodíctica) de perdón y exclusión comunitaria, con cita de Dt 19, 19. La iglesia o comunidad cristiana aparece con autonomía jurídica: independiente de la sinagoga. Fuera de ella quedan el gentil y publicano, es decir, aquellos que en terminología judía, ni pueden participar en la vida del pueblo de Dios)).

La comunidad reunida es instancia suprema: acepta en su seno a quienes creen en Jesús y dice que no forman parte de ellas quienes rompen la unidad fraterna. Así establece Mt el “derecho” de la Iglesia para instituirse como grupo autónomo y visible. Leer más…

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¡Qué fácil es criticar, qué difícil corregir! Domingo 23 Ciclo A.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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med-2Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La formación de los discípulos

A partir del primer anuncio de la pasión-resurrección y de la confesión de Pedro, Jesús se centra en la formación de sus discípulos. No sólo mediante un discurso, como en el c.18, sino a través de las diversos acontecimientos que se van presentando. Los temas podemos agruparlos en tres apartados:

1. Los peligros del discípulo:

* ambición (18,1-5)
* escándalo (18,6-9)
* despreocupación por los pequeños (18,10-14)

2. Las obligaciones del discípulo:

* corrección fraterna (18,15-20)
* perdón (18,21-35)

3. El desconcierto del discípulo:

* ante el matrimonio (19,3-12)
* ante los niños (19,13-15)
* ante la riqueza (19,16-29)
* ante la recompensa (19,30-20,16)

De estos temas, la liturgia dominical ha seleccionado el 2, corrección fraterna y perdón, que leeremos en los dos próximos domingos (23 y 24 del Tiempo Ordinario) y el último punto del 3, desconcierto ante la recompensa (domingo 25).

La corrección fraterna

Como punto de partida es muy válida la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel. Cuando alguien se porta de forma indebida, lo normal es criticarlo, procurando que la persona no se entere de nuestra crítica. Sin embargo, Dios advierte al profeta que no puede cometer ese error. Su misión no es criticar por la espalda, sino dirigirse al malvado y animarlo a cambiar de conducta.

Así dice el Señor: A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: «¡Malvado, eres reo de muerte!», y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.

En la misma línea debemos entender el evangelio de hoy, que se dirige a los apóstoles y a los responsables posteriores de las comunidades. No pueden permanecer indiferentes, deben procurar el cambio de la persona. Pero es posible que ésta se muestre reacia y no acepte la corrección. Por eso se sugieren cuatro pasos: 1) tratar el tema entre los dos; 2) si no se atiene a razones, se llama a otro o a otros testigos; 3) si sigue sin hacer caso, se acude a toda la comunidad; 4) si ni siquie­ra entonces se atiene a razones, hay que considerarlo «como un gentil o un publicano».

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
― Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Esta práctica recuerda en parte la costumbre de la comunidad de Qumrán. La Regla de la Congregación, sin expresarse de forma tan sistemática como Mateo, da por supuestos cuatro pasos: 1) corrección fraterna; 2) invocación de dos testi­gos; 3) recurso a «los grandes», los miembros más antiguos e importantes; 4) finalmente, si la persona no quiere corregirse, se le excluye de la comunidad.

La novedad del evangelio radica en que no se acude en tercera instancia a los «grandes», sino a toda la comunidad, subrayando el carácter democrático de la vivencia cristiana. Hay otra diferencia notable entre Qumrán y Jesús: en Qumrán se estipulan una serie de sanciones cuando se ofende a alguno, cosa que falta en el Nuevo Testamento. Copio algunas de ellas en el Apéndice.

Hay un punto de difícil interpretación: ¿qué signifi­ca la frase final, «considéralo como un gentil o un publicano»? Generalmente la interpretamos como un rechazo total de esa persona. Pero no es tan claro, si tenemos en cuenta que Jesús era el «amigo de publicanos» y que siempre mostró una actitud positiva ante los paganos. Por consiguiente, quizá la última frase debamos entenderla en sentido positivo: incluso cuando parece que esa persona es insalvable, sigue considerándola como alguien que en algún momento puede aceptar a Jesús y volver a él. Esta debe ser la actitud personal («considéralo»), aunque la comunidad haya debido tomar una actitud disciplinaria más dura.

¿Qué valor tiene la decisión tomada en estos casos? Un valor absoluto. Por eso, se añaden unas palabras muy parecidas a las dichas a Pedro poco antes, pero dirigidas ahora a todos los discípulos y a toda la comunidad:

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Relacionado con este tema están las frases finales.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Generalmente se los aplica a la oración y a la presencia de Cristo en general. Pero, dado lo anterior y lo que sigue, parece importante relacionar esta oración y esta presencia de Cristo con los temas de la corrección y del perdón.

El conjunto podríamos explicarlo del modo siguiente. La correc­ción fraterna y la decisión comunitaria sobre un individuo son algo muy delicado. Hace falta luz, hallar las palabras adecuadas, el momento justo, paciencia. Todo esto es imposible sin oración. Jesús da por supuesto -quizá supone mucho- que esta oración va a darse. Y anima a los discípulos asegurándoles la ayuda del Padre, ya que El estará presente. Esta interpretación no excluye la otra, más amplia, de la oración y la presencia de Cristo en general. Lo importante es no olvidar la oración y la presencia de Jesús en el difícil momento de la reconciliación.

Apéndice: la práctica de la comunidad de Qumrán

Nota: En el siglo II a.C., un grupo de judíos, descontentos del comportamiento del clero y de las autoridades de Jerusalén, se retiró al desierto de Judá y fundó junto al Mar Muerto una comunidad. Se ha discutido mucho sobre su influjo en Juan Bautista, en Jesús y en los primeros cristianos. El interesado puede leer J. L. Sicre, El cuadrante. Vol. II: La apuesta, cap. 15.

Los cuatro pasos en la Regla de la congregación

1) «Que se corrijan uno a otro con verdad, con tranquilidad y con amor lleno de buena voluntad y benevolencia para cada uno» (V, 23-24).

2 y 3) «Igualmente, que nadie acuse a otro en presencia de los “grandes” sin haberle avisado antes delante de dos testigos» (VI, 1).

4) «El que calumnia a los “grandes”, que sea despedido y no vuelva más. Igualmente, que sea despedido y no vuelva nunca el que murmura contra la autoridad de la asamblea. (…)

Todo el que después de haber permanecido diez años en el consejo de la comunidad se vuelva atrás, traicionando a la comunidad… que no vuelva al consejo de la comunidad. Los miembros de la comunidad que estén en contacto con él en materia de purificación y de bienes sin haber informado de esto a la comunidad serán tratados de igual manera. No se deje de expulsarlos» (VII,16-25).

Algunos castigos en Qumrán

«Si alguien habla a su prójimo con arrogancia o se dirige a él groseramente, hiriendo la dignidad del hermano, o se opone a las órdenes dadas por un colega superior a él, será castigado durante un año…»

«Si alguno habló con cólera a uno de los sacerdotes inscri­tos en el libro, que sea castigado durante un año. Durante ese tiempo no participará del baño de purificación con el resto de los gran­des.»

«El que calumnia injustamente a su prójimo, que sea castiga­do durante un año y apartado de la comunidad.»

«Si únicamente hablo de su prójimo con amargura o lo engañó conscientemente, su castigo durará seis meses.

«El que se despereza, cabecea o duerme en la reunión de los “grandes” será castigado treinta días».

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Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. 10 Septiembre, 2017

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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d23

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos.”

(Mt 18, 15-20)

Realmente el tema del perdón, de la reconciliación, es algo “sagrado”. Incluso diría que hace de puente entre lo divino y lo humano. Dicho de otra manera: el perdón nos hace parecernos más a Dios.

Y este fragmento del Evangelio de Mateo es una hermosa lección de lo que es la reconciliación y de lo implicadas que estamos todas en el buen o mal camino de nuestras hermanas.

El texto empieza diciendo: “si tu hermano peca.” Es decir, si descubres que alguien cercano va por mal camino tienes el deber de avisarle. Si te das cuenta de que su vida toma un rumbo deshumanizante: ¡díselo!

No, no se trata de que vayamos por la vida dando lecciones a los demás. Ni que juzguemos como pecado ajeno todo aquello que no cuadra con nuestros esquemas. No, eso no.

Pero si tenemos a alguien cercano precipitándose por malos caminos no podemos quedarnos callados. Y con respeto y humildad hay que saber decir lo que una ve.

Y es curioso cómo insiste el evangelio. “Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos… y si no hace caso, díselo a la comunidad…”

A quien se equivoca hay que darle más de una oportunidad. Hay que hacer todo lo posible por aquellas personas que andan perdidas. Salir a buscarlas una y otra vez. Cargarlas sobre los hombros y alegrarnos de recobrarlas. En eso nos parecemos a Dios Abba que no quiere que ni uno solo se pierda.

Sí, Dios necesita que nos apuntemos a “mujer que barre la casa” o “a pastor que busca ovejas perdidas”. A Él le interesan las últimas, las pequeñas, las perdidas… y siente una enorme predilección por ellas.

Oración

Aquí nos tienes, Trinidad Santa, dispuestas a buscar la moneda o la oveja perdida. Deseosas de que nuestro corazón se parezca cada vez más al tuyo y se movilice ante la debilidad humana. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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¿Por qué nos interesa tan poco el bien espiritual de los demás?

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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abrazoMt 18, 15-20

Del capítulo 16 hemos pasado al 18. Mt comienza una serie de discursos sobre la comunidad. Es la primera vez que se emplea el término “hermano” para designar a los miembros de la comunidad. Hay que notar que este texto está a continuación de la parábola de la oveja perdida, que termina con la frase: “Así vuestro Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”. El tema de hoy no es el perdón. Los textos lo dan por supuesto y van mucho más allá al tratar de ganar al hermano que ha fallado.

Lo que nos relata el evangelio de hoy es seguramente reflejo de una costumbre de la comunidad de Mt. Se trata de prácticas que ya se llevaban a cabo en la sinagoga. En este evangelio es muy relevante la preocupación por la vida interna de la comunidad (Iglesia). El evangelio nos advierte que no se parte de una comunidad de perfectos, sino de una comunidad de hermanos, que reconocen sus limitaciones y necesitan el apoyo de los demás para superar sus fallos. Los conflictos pueden surgir en cualquier momento, pero lo importante es estar preparados para superarlos.

En la primera frase tenemos un problema en el mismo texto, porque han llegado a nosotros distintas versiones: ‘si tu hermano peca’, ‘si tu hermano peca contra ti’, ‘si tu hermano te ofende’. Lo que está claro es que ninguna de estas versiones se puede remontar a Jesús. Los evangelios ponen en boca de Jesús lo que era práctica de la comunidad para darle valor definitivo. Al pecar contra ti, debía corresponder el perdón. El próximo domingo, Jesús dirá a Pedro que tiene que perdonar ‘setenta veces siete’.

Si tu hermano peca, no debemos entenderlo con el concepto que tenemos hoy de pecado, sencillamente porque no existía. La práctica penitencial de los primeros siglos se fue desarrollando en torno a los pecados contra la comunidad. No se tenía en cuenta, ni se juzgaba la actitud personal con relación a Dios, sino el daño que se hacía a la comunidad. La respuesta de la comunidad no juzgaría la situación personal del que ha fallado, sino su relación con la comunidad, que tiene que velar por el bien de todos sus miembros.

Atar y desatar. Es una imagen del AT muy utilizada ya por los rabinos de la época; aquí se refiere a la capacidad de aceptar a uno en la comunidad o de excluirlo de ella. Así lo entendieron también las primeras comunidades, cuyos miembros eran todos judíos. El concepto de pecado, como ofensa a Dios que necesita también el perdón de Dios, tal como lo entendemos hoy, no fue objeto de reflexión en la primera comunidad. No se trata de un poder conferido por Dios para perdonar las ofensas contra Él.

Todo lo que atéis en la tierra…” Hace dos domingos, el mismo Mt decía exactamente lo mismo, referido a Pedro. ¿Cuál de los dos textos estará en la verdad? Solo hay una solución: Pedro actúa como cabeza de la comunidad. En el evangelio de Mt no se encuentra un sólo dato que haga pensar en una autoridad que toma decisiones. Teniendo en cuenta el contexto, podemos concluir, que son las personas individuales las que tienen que acatar el parecer de la comunidad y no al revés, como se nos quiere hacer ver.

Donde dos estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Dios está identificado con cada una de sus criaturas, pero solo se manifiesta (está en medio) cuando hay por lo menos dos (comunidad). La relación de amor es el único marco idóneo para que Dios se haga patente. Hoy sabemos que también las relaciones con los animales e incluso con la naturaleza tienen que ser verdaderamente humanas. Se trata de estar identificados con la actitud de Jesús, es decir, buscando únicamente el bien del hombre, de todos los seres humanos, también de los que no pertenecen al grupo.

Es imposible cumplir hoy ese encargo de la corrección fraterna porque está pensado para una comunidad, donde se han desarrollado lazos de fraternidad y todos se conocen y se preocupan los unos de los otros. Lo que hoy falta es precisamente esa comunidad. No obstante, lo importante no es la norma concreta, que responde a una práctica de la comunidad de Mt, sino el espíritu que la ha inspirado y debe inspirarnos a nosotros la manera de superar los enfrentamientos a la hora de hacer comunidad.

La comunidad es la última instancia de nuestras relaciones con Dios y con los demás. Insiste en que hay que agotar todos los cauces para hacer salir al otro de su error, pero una vez agotados todos los cauces, la solución no es la eliminación del otro, sino la de apartarlo, con el fin de que no siga haciendo daño a la comunidad. La solución final manifiesta la incapacidad de la comunidad para convencer al otro de su error. Si la comunidad tiene que apartarlo es que no tiene capacidad de integrarlo.

El sentido de la comunidad es la ayuda mutua en la consecución de la plenitud del hombre. La Iglesia debe ser sacramento (signo) de salvación para todos. Hoy día no tenemos conciencia de esa responsabilidad. Pasamos olímpicamente de los demás. Seguimos enfrascados en nuestro egoísmo incluso dentro del ámbito de lo religioso. El fallo más letal de nuestro tiempo es la indiferencia. Martín Descalzo la llamó “la perfección del egoísmo”. Otra definición que me ha gustado es esta: “es un homicidio virtual”. Seguramente es hoy el pecado más extendido en nuestras comunidades.

Cualquier persona que vaya, sin saberlo, por un camino equivocado, agradecería que alguien le indicara su error y le mostrara el verdadero camino. Si una persona que camina por la carretera hacia Andalucía, te dice que se dirige a Santander, le harías ver que está equivocado. Si al hacer hoy la corrección fraterna, damos por supuesto que el otro tiene mala voluntad, (concepto moderno de pecado) será imposible que te acepte la rectificación. Desde esa perspectiva estás dando por supuesto que tú eres bueno y el otro malo.

La corrección fraterna no es tarea fácil, porque el ser humano tiende a manifestar su superioridad. En este caso puede suceder por partida doble. El que corrige puede humillar al corregido queriendo hacer ver su superioridad moral. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano, teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.

Partiendo de que todo pecado es un error, lo que falla en realidad es la capacidad de los cristianos para convencer al otro de su equivocación, y que siguiendo por ese camino se está apartando de la meta que él mismo pretende conseguir. Una buena corrección tiene que dejar claro que buscamos el bien del corregido. No solo se aleja él de la plenitud humana, sino que impide o dificulta a los demás caminar hacia esa meta. Apartado de los demás, ningún hombre conseguiría el más mínimo grado de humanidad.

Meditación

La máxima manifestación de desamor es la indiferencia.
Camuflarla, bajo el manto de respeto o tolerancia, es cobardía.
Si no me comprometo con el bien espiritual del otro,
es que su presente y su futuro me importan un comino.
Debo ir al encuentro del otro para ayudarle a ser él mismo,
sin juzgarle, sin tener en cuenta su bondad o maldad.
Si no busco sinceramente el bien del hermano.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Salvar al hermano.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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si_tu_hermano_peca_reprendelo_a_solasTenemos que estar aquí para nosotros mismos, tenemos que estar aquí para las personas que amamos y tenemos que estar aquí para la vida, con todas sus maravillas. El mensaje de la práctica budista es muy sencillo y claro: “Estoy aquí para ti” (Thich Nhat Hanh)

10 de septiembre. Domingo XXIII del TO

Mt 18, 15-20

Si te hace caso, has salvado a tu hermano (V 15)

El film de Pier Paolo Pasolini, Teorema (1968), nos presenta un modelo de este delicado quehacer de salvación relatado por Mt 18, 15 y Lc 17, 3. El cineasta italiano narra la historia de un misterioso visitante –el Extranjero- que llega a la casa de una familia burguesa, representante del orden establecido. Su presencia provoca una conmoción en cada uno de sus miembros, sacudiendo el dogmatismo y la vida monótona burguesa de dicha familia.

El filósofo francés Jacques Derrida hace una reflexión en torno al tema expuesto, con estas palabras: “El Extranjero sacude el dogmatismo amenazante del logos paterno: el ser que es, y el no-ser que no es. Como si el Extranjero debiera comenzar por refutar la autoridad del jefe”.

Indiscutiblemente, Jesús sería el misterioso visitante que cada día llega a nosotros mismos para advertirnos que necesitamos la liberación del tedioso dogmatismo y la vida monótona burguesa que atenazan y bloquean el personal desarrollo. ¿En qué grado su presencia nos hace darnos cuenta de lo que debemos ser como cristianos?

El Dalai Lama vietnamita Thich Nhat Hanh hace resaltar en su obra “Estás aquí. La magia del momento presente” la idea de que el ser humano tiene como misión prioritaria “salvar al hermano”: Tenemos que estar aquí para nosotros mismos, tenemos que estar aquí para las personas que amamos y tenemos que estar aquí para la vida, con todas sus maravillas. El mensaje de la práctica budista es muy sencillo y claro: “Estoy aquí para ti”. Y el evangelio de Mt de este domingo nos lo hace resaltar en su versículo 15: “Si te hace caso, has salvado a tu hermano”.

En la película de Steven Spielberg Mi amigo el Gigante (2017), sus protagonistas, la niña Sophie y el gigante bondadoso BGF mantienen es siguiente diálogo:

BGF: Los sueños, en realidad son cosas muy misteriosas. Yo voy a cazar sueños todos    los días.

Sophie: Yo voy contigo a cazar sueños

BGF: Pero las mejores historias siempre las escucho de las mismas plantas y árboles. Sí, siempre están creciendo y viviendo y riendo y charlandoAquí es donde mis sueños comienzan.

El profeta Ezequiel en 33, 8 recuerda a su pueblo que si le niega la palabra al malvado, le pedirá cuenta de su sangre; y en los Salmos 94 y 95, Yahveh, abogado justo, apremia a Israel a que sea piadoso con los malos, y le recuerda que no sea duro de corazón como en Meribá, como el día de la prueba en el desierto.

San Pablo nos lo recordó en su Carta a los Romanos: ”El que ama no hace mal al prójimo, pues el amor es la plenitud de la ley” (Rom 13, 10). Y la siguiente historia judía lo confirma.

¿CUÁNDO ES DE DÍA?

Un viejo rabino preguntaba una vez a sus alumnos cómo se puede conocer el momento preciso en que se acaba la noche y empieza el día.

-Quizás, cuando se puede distinguir con facilidad un perro de una oveja.

-No, dijo el rabino.

-Cuando se distingue una palmera de una higuera.

-No, repitió el rabino.

¿Entonces, ¿cuándo?, preguntaron los alumnos.

-El rabino respondió: Cuando al mirar el rostro de una persona cualquiera, tú reconoces en él a un hermano o una hermana. Hasta ese momento aún es de noche en tu corazón.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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En su nombre.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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correccion-lev-1917(Mt 18,15-20)

El evangelio de hoy es un texto significativamente comunitario. Mateo emplea por primera vez aquí el término hermano para hacer referencia a las personas que forman parte de la comunidad y muestra costumbres que, seguramente, formaban parte de la organización y el modo de vida de las primeras comunidades.

El relato refleja, desde la memoria de estas comunidades mateanas, la importancia que tenía para quienes profesaban la fe en Jesucristo, el cuidado de las relaciones interpersonales. Por eso el evangelista pone en boca de Jesús lo que conocemos como corrección fraterna (Mt 18,15-18) y oración en común (vv.19-20).

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos”. En algunas de las traducciones nos encontramos con otra expresión diferente: “si tu hermano te ofende”. Quizás esta segunda variante nos ayude a relacionar mejor que el pecado no es sólo una falta “contra Dios” sino también contra el hermano. Aún más, que pecamos, es decir, “ofendemos a Dios”, cuando actuamos negativamente con su Creación y sus creaturas.

Esto nos recuerda lo necesario del diálogo y de la compasión en nuestras relaciones humanas. Relaciones que son, en definitiva, el eje principal de nuestra vida comunitaria y eclesial. De nada sirven las reuniones, celebraciones o proyectos que llevamos a cabo si no cuidamos -en lo concreto- la relación con los demás, con las hermanas y hermanos que el Señor nos ha regalado como compañeros de camino, con los otros seres vivos y con todo el planeta que nos acoge.

Jesús, con sus palabras, muestra una vez más comprensión y firmeza, sensatez y libertad. La corrección fraterna, en cualquier grupo, se nos hace difícil. Quizás sea de las cosas que más nos cuesta vivir con madurez. Pero ésta se hace sencilla cuando parte del cariño y de la humildad. Del saber que todos nos equivocamos en algún momento y que “hoy te toca a ti y mañana a mí”. Esta corrección busca, desde el corazón, no humillar, sino sostener en las dificultades al hermano. Y esto es así porque le muestra a éste aquello que no ha hecho del todo bien para que pueda crecer y ser mejor persona. La corrección “no hace ruido”, por eso Jesús invita a estar “a solas entre los dos” y si no, como mucho, “en comunidad”. Es justamente todo lo contrario a la murmuración, tan frecuente en los grupos humanos. Y, por supuesto, tan diferente a pregonar a viva voz las debilidades de los demás.

En realidad la corrección fraterna debe ser parte de nuestra vida, de las relaciones familiares, fraternas, de amistad, comunitarias… No está llamada a ser un acto puntual sino un modo de vivir en el que la otra persona es más importante para mí que los actos que realiza. Por eso busco su bien, su crecimiento, su desarrollo como persona y como creyente desde el amor verdadero. Bien vivida es de las experiencias más enriquecedoras para ambas personas porque el reto no es sólo para el que debe acoger la corrección, sino también para el que la realiza pues implica para éste madurez, amor, bondad, libertad y espíritu de discernimiento. Igualmente, consciencia de que todos somos “santos y pecadores” y, por tanto, todos necesitamos de esa persona amiga que nos haga ver con mayor claridad si nos hemos desviado del camino por alguna causa. Como suele suceder en todo lo humano, quien mejor sabe llevar a cabo la corrección fraterna es quien la ha experimentado en su propia piel y ha saboreado el bien que conlleva.

“Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo”. Esta expresión es dicha con anterioridad a Pedro (cf. 16,19) como cabeza de la comunidad. Ahora Mateo expone que la gracia (y el deber) de perdonar es concedido a toda la comunidad, a cada miembro. Nadie queda excluido de la búsqueda de diálogo o de soluciones ante un conflicto. De todos es la responsabilidad de la marcha comunitaria y del bien común. A todos se nos exige una madurez que estamos llamados a ir alcanzando poco a poco. Para ello, la corrección fraterna y el acompañamiento mutuo se hacen indispensables.

“Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. La certeza de su Presencia en medio de nosotros nos acompaña y alienta. Jesús nos ofrece una clave que ojalá nunca olvidemos: todo lo que hacemos, incluso el hecho mismo ya de reunirnos, ha de ser en su nombre. El centro de ese encuentro, de ese espacio, de esa acción es Él. De nuevo somos invitados a trascender todo para dirigirnos a Quien es el sentido último de nuestra existencia.

Los cristianos nos reunimos con mucha frecuencia. Para celebrar, proyectar, rezar, actuar, evaluar… A comienzos de un nuevo curso seguro que nuestras agendas ya se van llenando de acontecimientos comunitarios. La invitación que Mateo nos hace es a no perder el fin –y el principio- último de todo lo que realizamos. Somos llamados a cuidar el porqué de todo lo que vivimos y hacemos, alimentar el sentido y recrear la presencia de Jesús entre nosotros desde la confianza en su promesa. Lo que vivamos en su nombre será bueno porque Él estará siempre entre nosotros.

Inma Eibe, ccv

Fuente Fe Adulta

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