El budismo no es propiamente una religión sino una filosofía de vida. Pero tal vez pueda ayudar a los cristianos a comprender mejor quién es Dios. En Tendencias21 de las religiones hemos aludido en otros artículos al teólogo católico Paul F. Knitter. Su reflexión teológica se ha centrado la solidaridad con las víctimas y la reconciliación con la naturaleza. Desde esta perspectiva, espiritualidad, lucha por la justicia y defensa global del planeta Tierra son tres dimensiones de un mismo proceso: el ecohumanismo. Pero un último ensayo (“Sin Buda no podría ser cristiano”, Fragmenta, 2016) reflexiona sobre una hipótesis sugerente: la filosofía del budismo puede ayudar a los cristianos a reformular racionalmente muchas de las formulaciones de la fe. Buda acude en auxilio de los teólogos. Por Leandro Sequeiros.
En recientes artículos publicados en Tendencias21 de las Religiones, se han presentado diversas facetas de lo que se denomina teologías del pluralismo religioso. Entre estos nuevos teólogos destaca Paul F. Knitter, del que hemos publicado un extenso trabajo sobre el ecohumanismo de un teólogo creativo. Como apuntaba el jesuita y teólogo experto en hinduismo Jacques Dupuis [El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo. Sal Terrae, Santander, 2002], cuando hablamos de “teología de las religiones” o del “pluralismo religioso”, no se debe entender el genitivo sólo en sentido objetivo, como si se tratase de un objeto nuevo sobre el que investigar. Más que un nuevo tema para la reflexión teológica, la teología de las religiones debe ser considerada como un nuevo modo de hacer teología en un contexto interreligioso. Es reflexión teológica sobre el diálogo y en el diálogo. Es teología dialógica interreligiosa.
Principales líneas de fondo la teología de Knitter
Pero, ¿cuáles han sido las líneas argumentales de la teología de Paul F. Knitter? Podemos decir que Knitter sigue el ejemplo de sus mentores: el monje trapense norteamericano Thomas Merton, Aloiysius Pieris, el teólogo hispano-indio Raimon Panikkar y el monje y místico benedictino Bede Griffiths.
Pero pronto Knitter llegó a la convicción de que tenía que ser religioso interreligiosamente, practicar la fe cristiana comprometido con las formas en que han vivido personas judías, musulmanas, hindúes, budistas, indios americanos, etc. y hacer teología dialógicamente.
Knitter reinterpreta la conocida afirmación de su maestro Rahner sobre la mística y los cristianos del siglo XXI. Y repite en sus escritos que: “los cristianos del futuro van a tener que ser místicos interreligiosos”. De igual modo, y hace suya la predicción del teólogo de la Universidad de Notre Dame (USA) John Dunne de que el hombre y la mujer santos de hoy deben ser una figura como Gandhi, un hombre que sobrevuela de su religión a otras religiones, y retorna de nuevo con una nueva visión de la suya propia. Sobrevolar y retornar constituye la aventura de espiritual de nuestro tiempo.
Teología de las religiones y teología de la liberación: una propuesta de futuro
Una de las principales y más originales características de la teología de las religiones de Paul Knitter es lo que él llama la dipolaridad dinámica: parte de la experiencia unificadora de que existen muchos pobres y muchas religiones. Y una no se puede separar de la otra, como no se pueden separar los polos de un imán.
Esto implica asumir los dos polos de la realidad: la necesidad del diálogo interreligioso y la necesidad de integrar y asumir la perspectiva de las víctimas. Es necesario integrar en una misma dirección la pluralidad de religiones y creencias y la pluralidad de pobres y oprimidos.
Desde este punto de vista, la teología de la liberación y la de las religiones son sin duda dos de los movimientos más creativos y significativos de la teología cristiana del último siglo. Sin embargo, han caminado por separado durante mucho tiempo. Knitter cree necesarios la comunicación y el encuentro entre ambas. Una y otra se necesitan y complementan. Es lo que denomina eco-humanismo.
Teología desde el sufrimiento eco-humano
El lenguaje de Knitter es contundente y no permite medias tintas. Incluso llega a hablar de la necesidad de un matrimonio entre las teologías de la liberación y las teologías del diálogo interreligioso. Un matrimonio no de conveniencia, sino por amor. Y con una tarea común: asumir juntos la responsabilidad global de lucha ante el sufrimiento eco-humano: aquel sufrimiento humano provocado por la pobreza, la discriminación y a violencia, y el desgarro medioambiental que amenaza el equilibrio de los ecosistemas.
Desde esta perspectiva, la re-conciliación, la comunión con lo sagrado, conlleva la comunión con los sufrimientos de nuestro mundo. La experiencia religiosa no es posible sin justicia ecológica global. Por eso llega a afirmar que el criterio universal de verdad en las religiones es el bienestar ecohumano.
Pero esa tarea, este proyecto interreligioso y ecohumano es de gran envergadura. La liberación integral de la humanidad y de la naturaleza es una tarea demasiado grande para que descanse sobre una sola nación, una sola cultura o una sola religión. Se necesita el concurso de todas las religiones y culturas, ya que en todas ellas hay dimensiones liberadoras. En palabras de Knitter, se requiere “una cooperación intercultural e interreligiosa en una praxis liberadora y un compartir la visión teórica de la liberación”.
Paul F. Knitter, cristiano budista para poder “hablar” de Dios
Un aspecto menos conocido de la teología de Knitter es el de su acercamiento al budismo. Sugiere que la identidad religiosa es híbrida, plural, promiscua, tanto en su núcleo doctrinal como en su praxis. Se va confirmando a lo largo de la vida en el proceso de formación del yo y en el encuentro con los demás. No existe una identidad única y definida para siempre. Por eso Knitter define su identidad como interreligiosa.
Entre las tradiciones religiosas con las que el teólogo de las religiones conversa y convive, el encuentro con el budismo ha sido el más agradable al tiempo que más difícil, el más profundo a la vez que más gratificante, hasta el punto de afirmar que “sin Buda no podría ser cristiano”. Se define como una persona que intenta ser verdadero discípulo de Cristo e incipiente discípulo de Buda en un mundo sacudido por el sufrimiento y las injusticias, y atormentado por los constantes descubrimientos de la ciencia: “En 1939 fui bautizado. En 2008 me refugié en el budismo. Puedo llamarme a mí mismo verdaderamente lo que pienso que he sido durante estas décadas pasadas. Un cristiano budista”.
Sobre la doble pertenencia, budista y cristiana, se pregunta si existe, si funciona y si no lleva a la infidelidad y a la promiscuidad. A las dos primeras preguntas responde afirmativamente. Su respuesta a la tercera es negativa: desde el punto de vista de las vivencias, no siente que su relación con Buda haya disminuido en modo alguno su compromiso con Jesús, con los valores del evangelio e incluso con las enseñanzas de la Iglesia católica. Todo lo contrario, la ha potenciado. La doble pertenencia no solo debe funcionar, ¡es necesaria! “Puedo ser un cristiano únicamente siendo también un budista”, es la conclusión de su libro Sin Buda no podría ser cristiano. ¿Podría ser la filosofía budista un camino para encontrar un lenguaje sobre Dios?
Estas afirmaciones, que pueden resultar escandalosas o al menos confusas para algunos, se justifican desde la explicitación de Knitter de lo que entiende por cristiano y por budista. Tal vez encontremos aquí un camino para hacer coincidir las tendencias de muchas tradiciones religiosas.
Prefacio: ¿Todavía soy cristiano?
Repasemos algunos textos más significativos. Leemos en el prefacio del libro: “Más de una vez me encontraba a mí mismo –cristiano católico de toda la vida, teólogo de profesión- preguntándome: ¿qué es lo que realmente hago, o en qué puedo creer de verdad?” (pág. 12) y prosigue: “¿Realmente creo –o mejor dicho, soy capaz de creer– lo que estas declaraciones [las formulaciones del credo cristiano] atestiguan y expresan? Aun cuando no las tome literalmente, aun cuando recuerde que son símbolos que se han de interpretar prudentemente y con cuidado, si bien no siempre de forma literal, todavía me pregunto: cuando retiro los estratos literales, ¿cuál es el significado interno o más profundo al que me puedo adherir? ¿En qué creo cuando manifiesto que Dios es personal (¡en realidad, tres personas!), que Jesús es el único Salvador, que por causa de su muerte todo el mundo es diferente, que resucitó físicamente de su tumba? El “qué” de mis creencias puede llegar a ser tan escurridizo que me pregunto, con total honestidad, si creo todo eso”. (pág 14).
Y propone esta hipótesis: “Siguiendo el ejemplo y las advertencias de mentores teológicos como Raimon Panikkar, Aloysius Pieris S.J., Bede Griffiths y Thomas Merton, me he convencido de que tengo que hacer mi teología –y vivir mi fe cristiana– de forma dialógica. O en la jerga teológica actual: tengo que ser religioso interreligiosamente” (pág 16)
Y justifica su postura: “Mi conversación con el budismo me ha permitido realizar tanto lo que todo teólogo debe hacer profesionalmente como lo que todo cristiano debe hacer personalmente, es decir, comprender y vivir nuestras creencias cristianas de tal manera que estas sean consecuentes y a la vez un reto para el mundo en que vivimos. El budismo me ha permitido dar razón de mi fe cristiana, de tal manera que puedo mantener mi integridad intelectual y sostener lo que de verdadero y bueno veo en mi cultura; y al mismo tiempo me ha ayudado a cumplir con mi responsabilidad profético-religiosa, y a cuestionar lo falso y perjudicial que veo en mi cultura” (pág 16-17)
Knitter, a la búsqueda de un lenguaje sobre Dios desde el budismo
“Lo que he aprendido del budismo, o la forma en que he entendido e interpretado mis creencias cristianas a la luz del budismo, ¿es coherente con la Escritura y la tradición cristianas? Podría decirlo de esta manera: mi diálogo con el budismo, ¿me ha convertido en un cristiano budista o en un budista cristiano? ¿Soy un cristiano que ha comprendido su identidad más profundamente con la ayuda del budismo, o bien me he convertido en un budista que aún conserva un poso cristiano?” (pág. 17)
“Quiero expresar con toda la lucidez que pueda cómo mi esfuerzo por comprender y dar razón de las enseñanzas y prácticas budistas ha hecho posible que revise, reinterprete y reafirme las creencias cristianas sobre Dios (capítulos I-III), sobre la vida después de la muerte capítulo IV), sobre Cristo como único Hijo de Dios y Salvador (capítulo V), sobre la plegaria y la adoración (capítulo VI) y sobre los esfuerzos para llevar este mundo hacia la paz y la justicia del Reino de Dios (capítulo VII)” (pág. 18)
Todos los capítulos de su provocador ensayo tienen una estructura común: en la primera parte, el autor expresa sus propias dudas de fe cuando expone las creencias cristianas formuladas tal como tradicionalmente se ha hecho. En la segunda parte de cada capítulo, describe su esfuerzo personal por llevar esas creencias al terreno del budismo. Y en la tercera parte, resume lo que cree que puede aprender cuando “regresa” a su identidad y a sus creencias cristianas.
Y concluye: “En el intento de ser un fiel discípulo de Cristo y un incipiente discípulo de Buda en un mundo tan sacudido por el sufrimiento debido a las injusticias como atormentando por los nuevos descubrimientos de la ciencia, he estado durante cuatro décadas planteándome nuevas preguntas y siguiendo nuevas intuiciones mientras, en el proceso, tomaba notas existenciales para el libro” (pág. 20-21).
Leandro Sequeiros
Tendencias21 de las Religiones
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