Una portavoz conservadora del Reino Unido compara la transexualidad con los trastornos alimentarios
Mary Douglas, portavoz de los Grassroots Conservadores (un lobby del Partido Conservador) y concejal de Wiltshire, ha realizado una serie de declaraciones tránsfobas a raíz del debate para reformar la ley de identidad de género de 2004 por el que, a propuesta del laborista Jeremy Corbyn, se podría despatologizar la transexualidad. En un programa de Radio 4 de la BBC, Douglas decía que “no soy médica, pero he leído a médicos que piensan que [la transexualidad] es una enfermedad mental. Hasta hace poco era el consenso médico y no veo por qué eso ha cambiado”. Esta representante pública pertenece al ala más ultraconservadora de su partido y, tradicionalmente, ha defendido en público posturas LGTBfóbicas, como su abierto rechazo al matrimonio igualitario.
Aunque sus palabras no representen la postura oficial del Partido Conservador del Reino Unido, lo cierto es que las declaraciones públicas de Mary Douglas reflejan la profunda división que la igualdad de derechos LGTB sigue despertando entre las formaciones tradicionales de la derecha europea (que, en algunos casos, se debaten entre una postura moderadamente inclusiva frente a la abierta LGTBfobia de algunos de sus dirigentes históricos). En este caso, a la portavoz de los Grassroots Conservadores no le ha temblado la voz al afirmar (en boca de otros, eso sí) que la transexualidad es una “enfermedad mental” y, como tal, se puede “curar”, del mismo modo que trastornos alimentarios como la anorexia.
En la entrevista concedida a Radio 4 de la BBC, la concejala argumentaba que “si alguien piensa que tiene un desajuste entre cómo piensa y cómo es su cuerpo, la pregunta es qué debe ser cambiado”. Para Douglas, “lo interesante es que muchas personas con disforia de género, aunque no todas, también tienen otras condiciones de salud mental como la depresión y la adicción a las drogas”. Bajo su punto de vista, “se ha demostrado que cuando resuelven su género, no resuelven estos otros asuntos”.
En una línea muy diferente, en cambio, se ha expresado la diputada Maria Miller (a la sazón, presidenta del Comité de la Mujer y de Igualdades del Parlamento): “las personas, incluidos los médicos, acogerán con satisfacción la actualización de la ley de reconocimiento de género. El sistema actual está desactualizado y medicaliza a las personas en un sistema que debe ser administrativo y muy personal”. Miller, además, dejaba claro que en los estudios llevados a cabo por el comité que preside escucharon cómo “la gente trans tiene que estar de pie delante de un grupo de médicos para probar su género. Es traumatizante”.
Como decíamos, en todo caso, la LGTBfobia de Mary Douglas no supone ninguna revelación. Por citar un ejemplo sangrante, en 2013 escribía un artículo en el que aseguraba que muchos conservadores británicos se sintieron “desconcertados y traicionados” en relación al matrimonio igualitario. Para Douglas, “las relaciones entre personas del mismo sexo no encajan dentro de la institución del matrimonio. Es similar a intentar calzar un pie en un guante: no encajará y romperá el guante”. La portavoz del lobby conservador, además, exhortaba al entonces líder David Cameron a “volver a los valores conservadores” y a “dejar de tratar de imponer una legislación que no tiene mandato”.
Reforma de la ley de identidad de género de Reino Unido
El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, abría el debate hace unos días: “La lucha por la igualdad real trans sigue viva”, decía. En una recepción parlamentaria al medio LGTB PinkNews, entre otras cosas, Corbyn anunciaba su disposición a trabajar junto al Partido Conservador para sacar adelante una reforma de la ley de reconocimiento o identidad de género que despatologice la transexualidad y reconozca la libre autodeterminación de género. Así pues, la cabeza visible del laborismo aseveraba que “estoy comprometido a apoyar esa lucha hoy. Debemos avanzar los derechos trans, porque la discriminación ha durado demasiado tiempo”.
A pesar de las discrepancias dentro de las filas conservadoras en torno a la igualdad de derechos de las personas trans, el Gobierno de Theresa May no se hacía esperar. Justine Greening, ministra de Igualdades, ha anunciado planes para reformar la ley de reconocimiento de género de 2004, previamente descrita como “invasiva” por Jeremy Corbyn. “Este Gobierno está comprometido a construir una sociedad inclusiva que funcione para todos, sin importar su género o sexualidad y hoy estamos dando el siguiente paso adelante”, ha alegado la ministra Greening.
Fuente Dosmanzanas
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