Del blog de Xabier Pikaza:
Domingo 4º de Pascua, el Buen Pastor. El argumento pascual de este domingo no es una aparición de Jesús resucitado a las mujeres o discípulos, sino la experiencia de Jesús-Pastor que dirige y guarda, anima y protege a sus amigos que, conforme a un símbolo usual del oriente, aparecen como ovejas.
No voy a comentar de un modo completo el evangelio (Jn 10,1-10), ni tampoco la segunda lectura ( 1 Pedro 2, 20b-25), sino el tema de Jesús pastor y de los “ministros” de su evangelio quienes, según Jesús, deberían ser “buenos pastores”, poniendo su vida al servicio de las ovejas.
La iglesia posterior sigue empleando la imagen del pastor, y así habla de la pastoral, como expresión de servicio o gobierno cristiano. En esa línea, los protestantes han abandonado en general el tema del sacerdocio , pues sólo Jesús es para ellos sacerdote, y así presentan a sus ministros como pastores de las comunidades.
Éste ha de ser el sentido del “mando cristiano”: Un ejercicio de pastoreo, al servicio de las ovejas (con olor a oveja como dice Francisco), pues, en sentido evangélico, no son las ovejas para el pastor, sino el pastor para las ovejas.
— Esta es una imagen bella, propia del entorno del Mediterráneo y de otros lugares, donde puede hablarse de diversos tipos de pastores (cabreros y ovejeros, boyeros y vaqueros, camelleros etc).
— Pero es, al mismo tiempo, una imagen inquietante, que puede hallarse en gran parte superada, siendo ya anacrónica (el mundo de los viejos pastores está terminando…). En el mundo moderno, los pastores han perdido (o están perdiendo) su vinculación personal con las ovejas (o las cabras, las vacas y los cerdos…), para convertirse en sueños superiores, que se imponen y dirigen a sus animales con medios técnicos…
— Y puede ser también una imagen injusta, pues los fieles (los cristianos) no son ovejas ni cabras, animales que han de ser pastoreados (llevados a sus pastos…), sino personas libres, como sabe el mismo Jesús cuando dice “ya no os llamo siervos, ni ovejas ovejas, sino que os llamo amigos”, pues he querido compartir con vosotros todo lo que Dios me ha dado, todo lo que tengo.
Ésta acaba siendo la gran paradoja del pastor del evangelio, que no manda ni se impone desde arriba sobre las ovejas, sino que las conoce por su nombre y las quiere con amor, de un modo inmediato… dando la vida por ellas. Por eso, lo que importa no son los pastores, sino las ovejas, a cuyo servicio han de ponerse los pastores.
(Por eso una imagen de pastores vestidos gala…, como si estuvieran ocupados de sí mismos, acaba siendo para muchos extraña y contraproducente).
En ese sentido, el buen pastor no manda sobre las ovejas, sino que son las ovejas las que mandan sobre el pastor, que debe someterse a ellas (esto es, ponerse al servicio de ellas).
Este inversión (no son ovejas para el pastor, sino el pastor para las ovejas…) define la tarea de la “pastoral cristiana”, que nos sitúa en el centro de la experiencia cristiana de la actualidad, dentro de la gran crisis política y social, en un mundo donde parecemos gobernador por lobos (imagen).
En otro tiempo, reyes y obispos, podían aparecer como “pastores”, de manera que ellos tenían autoridad sobre las ovejas, y quizá lo hacían bien. Per ¿quién se atrevería a llamar hoy “pastores” a los reyes y políticos de turno (Rajoy o Trump, Iglesias, Isabel II o a Putin…?
Pues bien, muchos “pastores cristianos” (obispos, presbíteros…) no se han dado cuenta de este cambio evangélico… y piensan que son ellos los que mandan sobre las ovejas, y no es así: ¡No son los pastores los que mandan sobre las ovejas, sino ellas, las ovejas, las que mandan sobre los pastoes.
El tema de fondo de esta imagen del pastor y de rebaño…. es luminoso, pero está necesitado de un tratamiento serio. Por eso he querido volver a sus orígenes bíblicos, para que cada lector lo replantee. Buen domingo a todos. Seguimos en Pascua… la pascua de los pastores.
(1) La imagen bíblica.
La figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, ella culmina en Jn 10, 2-16 (el Buen Pastor) y en Mt 25, 31-46 (juicio final) y ha tenido gran influjo en la visión posterior de la iglesia cristiana que ha concebido a sus ministros como «pastores» y interpretado su acción ministerial como «pastoral».
Pastor es en oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria…) el rey, que protege y guía sus rebaños de hombre, ayuda a los débiles, protege a los enfermos. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. Ésta es una imagen valiosa, pero corre el riesgo de establecer una distancia entre el guía-pastor que es el único individuo activo y el resto de los hombres, entendidos como rebaño pasivo.
Desde Abel, que es el primer pastor (Gen 4, 2) y desde un hijo de Lamec, que fue padre de todos los que crían ganado y viven en tiendas (cf. Gen 4, 20), y desde los patriarcas, pastores de ganados (cf. Gen 13, 7; 26, 20; 46, 32), la Biblia está llena de pastores, aunque la cultura israelita dominante acaba siendo agrícola y urbana. De todas formas, el recuerdo de David, pastor de ovejas en los campos de Belén (1 Sam 16, 13; 17, 20), se ha mantenido vivo en la tradición mesiánica. Un salmo dice que Dios tomó a David de los rediles de ovejas, para hacerle rey de Israel, de manera que su oficio y tarea de pastor de ovejas sirve de base simbólica para entender su trabajo de pastor del pueblo (cf. Sal 78, 70).
Dios aparece como un pastor que cuida el rebajo de los hombres, especialmente de su pueblo Israel (Is 40, 11; 63, 11; Jer 30, 10 etc). El Antiguo Testamento sabe que Dios es pastor de Israel: «El Señor es mi pastor, nada me falta, por lugares tranquilos me hace reposar…» (Sal 23, 1; cf. Gen 49, 24; Jer 31, 10; 43, 12; Ez 34, 5.12, etc.). Leer más…
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