Del blog de Xabier Pikaza:
Estos tres verbos definen la Semana Santa, la celebración quizá más intensa de los misterios de Jesús, tal como se condensan y culminan en su pasión (morir de vida) y en su resurrección (vivir triunfando en la muerte):
— La Semana Santa es una re-presentación figura y plástica de algunos momentos principales de la pasión de Jesús. Re-presentar es visibilizar, para que se vea, para que se sienta. Una parte considerable de los turistas y
curiosos de la Semana Santa no pasan de este plano. Se quedan sólo en un tipo de estética vacía de colores, formas y música con movimiento de masas.
— Los que celebran la Semana Santa y la viven por dentro re-viven en su experiencia y destino el destino de Jesús, su entrega y sufrimiento a favor de los demás, su apuesta a favor de la justicia, su apertura al misterio de Dios que es la verdad, su compromiso a favor de los pobres y expulsados, con los que Jesús padece, expulsado, negado, condenado.
— Finalmente, los más hondos celebrantes de la Semana Santa re-crean la historia de Jesús, su pasión por la justicia, en amor, su entrega personal por el Reino de Dios. Ciertamente, ellos pueden seguir escuchando los tambores de los penitentes, y caminan quizá siguiendo al Cristo de su devoción. Pero su verdadera procesión la llevan dentro, de manera que ellos mismos son (hemos de ser) la Semana y Vida Santa de Jesús.
Una breve teología de la Semana Santa, como retorno a la historia de Jesús.
La celebración litúrgica (oficio divino, eucaristía y para-litúrgica de la Semana Santa sitúa a los creyentes ante el misterio de la historia de Jesús que se recuerda y actualiza de un modo simbólico en las comunidad cristiana.
Pasan a segundo plano otros aspectos del misterio, la misma estructura de la Iglesia, con su posible autoridad “divina” y su sagrada jerarquía…, quedan también en la penumbra otros elementos centrales de la interioridad divina de la vida humana.
En esta Semana Santa los cristianos re-descubren algo que debían haber sabido siempre: Ellos no tienen mas riqueza sagrada ni más dogma que la vida de Jesús, tal como ha sido narrada por los evangelios, una vida que culmina en su muerte, condenado por los sacerdotes como blasfemo (ha negado al Dios de la autoridad del templo) y por la autoridades política como sedicioso (con su proyecto de vida y su movimiento social el ha puesto en riesgo la estabilidad social el imperio “divino” de Roma).
Esta ha sido y sigue siendo la “cristología” o, mejor dicho, el “dogma” de la Iglesia cristiana, cuya verdad y tesoro es la existencia humana de Jesús, una vida entregada al servicio de los hombres, pero rechazada por las autoridades oficiales de la religión y política del templo de Jerusalén y del Imperio de Roma.
Por eso, en estos días de Semana Santa quiero ofrecer a mis lectores el testimonio histórico, teológico y grafico más grande de la Universidad de Salamanca, un tesoro que se centra en las 53 tablas de la vida de Jesús, que son las 53 lecciones suprema de vida cristiana y de teología de la iglesia.
No quiero defender ninguna postura teológica, ni discutir sobre problemas en el fondo “nimios” de nuestra iglesia (forma de nombrar a los obispos, orden superior de algunos ministerios, posible “ordenación” las mujeres… (¿es que están in- o des-ordenadas), estructura jerárquica de la autoridad etc. etc.
Esos y otros temas son muy secundarios El sentido del cristianismo y de la Iglesia católica se juega en la vida de Jesús, tal como ha sido presentada en los evangelios, tal como ha sido fijada, por ejemplo, en esas tablas del retablo de la “catedral” (capilla universitaria) de Salamanca.
Habrá algunos que quieran ver representados esos 53 momentos de la historia de Jesús en forma de “pasos” de la Semana Santa. Otros los contemplarán y meditarán en su propia vida. Pero sólo aquellos que se sientan vinculados a esos “pasos” o momentos de la historia de Jesús, en su conjunto, podrán llamarse confesionalmente cristianos.
Los misterios de la vida de Jesús, una teología ejemplar
Hubo una famosa escuela teológica de Salamanca, formada por pensadores dominicos y Jesuitas como Cano y Soto, Vitoria y Suárez (siglo XVI), y un importante Curso de Teología y Moral, escrito por un grupo de profesores de la Orden del Carmen, llamados los Salmanticenses. Sin embargo, quizá el mayor testimonio de teología de Salamanca lo ofrece el retablo y ábside de su Catedral Vieja, construida en el siglo XII y que actuó hasta el siglo XVI como sede de su Universidad.
A mediados del siglo XV, el Cabildo de la Catedral/Universidad encargó a Nicolás Florentino (1413-1470) y a sus hermanos, que pintaran el retablo y el ábside de la Catedral con escenas de la vida de Jesús, que culminaran en el juicio final, según la tradición del gótico internacional de su tiempo.
El Maestro Nicolás (Nicolò Delli), realizó esa tarea y presentó en un retablo los momentos fundamentales de la vida de Jesús, conforme el imaginario teológico de su tiempo y a las directrices del Cabildo y Escuela General de Salamanca, fijando en 53 tablas el saber teórico que se discutía en la aulas de la Universidad, que se hallaba precisamente a la izquierda del ábside, en las capillas y salas del patio catedralicio (donde aún pueden admirarse).
En aquel momento, a mediados del siglo XV, la Catedral y la Universidad formaban todavía un conjunto inseparable. Sólo pasado más de un siglo se separarán (incluso físicamente) la Universidad de la Catedral.
El retablo de la catedral con su ábside, era entonces un elemento de la Universidad, una lección plástica de teología, para todos los cristianos y en especial para aquellos que no podían cruzar la puerta que llevaba a la aulas universitarias, que se hallaba en las salas de al lado. Ese retablo era un curso de teología para el pueblo, la expresión suprema del Pensamiento Cristiano, en forma de “imaginario pictórico”, para la enseñanza, la admiración y la plegaria.
La Catedral era así el Aula Magna de la Universidad, lugar donde se vinculaba el conocimiento y la experiencia cristiana, en un momento en que la Universidad formaba parte del despliegue total del “culto” (cultivo) cristiano de la vida.
Este retablo en concreto es uno de los más completos de su tiempo y consta de 53 tablas que exponen el ciclo de la vida de la Virgen y de su Hijo Jesús, desde el Nacimiento de María hasta su muerte, todo presidido por una gran escena de Juicio final, donde Cristo separa a los salvados de los condenados, siguiendo un esquema iconográfico usual de aquel tiempo, que culminará en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. He recreado el tema en Historia de Jesús.
Así ofrece una de las vidas más completas de Jesús, expresada en contexto mariano (al principio y final de las tablas está la Madre de Jesús, que preside ahora el conjunto, con una imagen románica del Siglo XII).
Estamos ante un ejemplo máximo de “teología iconográfica”, que iré exponiendo conforme a sus temas, por orden estricto, de abajo arriba, de izquierda a derecha. Las 53 escenas (realizadas entre el 1430 y el 1450) pueden dividirse en ocho grupos, que ofrecen los elementos básicos del imaginario cristiano.
((Estos misterios de Jesús han sido integrados en la liturgia (ciclos de Navidad y Pascua) y en grandes tradiciones paralitúrgicas (cf. los quince misterios de rosario católico). Muchos retablos de las iglesias medievales y renacentistas desarrollan también una cristología de los misterios, pues contienen y ofrecen a la veneración y pensamiento de los fieles escenas importantes de la vida de Jesús (nacimiento, milagros y pascua).
Quizá el desarrollo más significativo del misterio de Jesús en clave biográfica lo ofrece Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales 261-312, con sus tres semanas dedicadas a la infancia, vida y pascua de Jesús, en 42 meditaciones)).
I. MARÍA Y JOSÉ. CICLO DE ADVIENTO
Forma el punto de partida de la historia de Jesús, partiendo del nacimiento de María y de sus desposorios con José, que entroncan a Jesús en el despliegue de la historia israelita. En el rezo del rosario clásico forman parte de los misterios gozosos, desde la perspectiva del Adviento.
(1) Nacimiento de María. Tema del Protoevangelio de Santiago. Es una escena de rico colorido, con la madre Ana y Joaquín, el padre, rodeados de testigos que encuadran el misterio. Se supone que los padres de María son ricos.
(2) Desposorios: María y José. Sigue el tema del Protoevangelio de Santiago. José con la vara florida; María con un libro, como una expresión del cumplimiento de las profecías. Como testigo aparece un sacerdote, en ámbito de templo. Estamos ante el judaísmo sacral de las profecías avaladas por la jerarquía del santuario.
(3) Anunciación. Tema de Lc 1, 26-38. Hay un ángel celeste que dialoga con María, en un espacio de familia. Como agente principal aparece el Padre Dios, con el signo de la Paloma del Espíritu. María sigue con el libro, como portadora de las esperanzas del Antiguo Testamento.
(4) Visitación (Lc 1, 39-56). Las dos mujeres (María e Isabel) con sus niños en el vientre. Ésta es la experiencia de las madres mesiánica que definen y encuadran todo el Antiguo Testamento cristiano. Fondo de casa muy rica.
(5) Sueño de José. Tomado de Mt 1, 28-28. María sigue con el Libro, como verdadera intérprete de la ley y los profetas. El nacimiento mesiánico exige la conversión del varón José, iluminado por un ángel que le revela el misterio.
2. NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS. CICLO DE NAVIDAD
Son el centro de los misterios gozosos, desde el nacimiento de Jesús a la Epifanía y al Bautismo. Han sido y siguen siendo elementos centrales del imaginario cristiano.
(6). Natividad (Lc 2, 1-20). El niño en un pesebre, con fondo de ángel y pastores, que rodean a María y José. Espacio de misterio, en la naturaleza hecha espacio abierto y templo de la revelación de Dios.
(7). Circuncisión, purificación… (Lc 2, 21). María entrega el niño al sacerdote /¿Simeón?) que lo circuncida Simeón, en ámbito sagrado. Indica el cumplimiento de las promesas israelitas en Jesús, el verdadero hijo de Israel.
(8) Magos. Tema de Mt 2, 1-12. Hay fondo de montañas que se extienden hacia Oriente. Vienen tres ricos personajes con sus dones, como signo de la humanidad que adora al niño.
(9) Purificación (Lc 1, 22-38). María entra en templo con el niño. Ana le recibe. Seguimos estando en un espacio de Antiguo Testamento, lleno de la piedad israelita que conforma la vida de los cristianos.
(10) Huida a Egipto (Mt 2, 13-16. Un camino largo que se abre ante el niño y los padres. Marca la ruptura de Jesús respecto a la sacralidad política del judaísmo antiguo, que se encierra en sí mismo.
(11) Inocentes. De Mt 2, 16-18). Fondo pagano. Soldados contra mujeres y niños. El Rey lo vigila todo desde arriba. Esta escena de anuncio de cruz aparece como culmen del ciclo del nacimiento.
(12) Niño perdido en el Templo. Tema de Lc 2, 41-42. Los sabios judíos buscan en vano en sus libros inútiles. El Niño como expresión de la Sabiduría de Dios, es el auténtico Libro.
(13) Bautismo (Mc 1, 9-11 par). En el centro aparecen Juan Bautista y Jesús. En el fondo Dios Padre y la Paloma del Espíritu Santo. La profecía y esperanza israelita se cumple en Jesús.
3. COMIENZO DE LA VIDA PÚBLICA.
MENSAJE DE JESÚS Y RENOVACIÓN ISRAELITA.
Nos hallamos a mediados del siglo XV, un momento clave de la disputa entre cristianos y judíos en España (y en el conjunto de la cristiandad). Las escenas siguientes interpretan la identidad de Jesús, partiendo de su relación con Israel, en una serie de temas en los que tiende a situarse el Libro de la Ley, que Jesús ha venido a interpretar y culminar, como verdadero cumplimiento del camino israelita (es decir, del judaísmo). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Jesús de Nazaret, Pasión, Retablo Mayor de la Catedral Vieja, Salamanca, Semana Santa
Comentarios recientes