Pat McCrory, exgobernador de Carolina del Norte, se queja de que no le dan trabajo por haber apoyado la ley LGTBfoba del estado
El antiguo gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, ha declarado que tiene dificultades para encontrar quien le contrate, debido a que se le identifica como un fanático intolerante por haber promulgado y defendido durante su mandato la ley que permite la discriminación de las personas LGTB en su estado. La conocida como ley HB2 sigue en vigor debido al pertinaz empeño de los representantes del Partido Republicano, que cuentan con la mayoría en las dos cámaras del estado, a pesar de los esfuerzos del nuevo gobernador, el demócrata Roy Cooper, por intentar derogarla.
Tras perder las pasadas elecciones frente al demócrata Roy Cooper, Pat McCrory se dispuso a continuar con su vida laboral como consultor y asesor. Sin embargo, ha declarado que se encuentra con dificultades para conseguir contratos con empresas. Según el exgobernador, el hecho de que promulgara y defendiera hasta la saciedad la LGTBfoba ley HB2 “ha tenido consecuencias hasta el día de hoy, incluso después de dejar el cargo. La gente es reacia a contratarme, porque, ‘oh, Dios mío, es un fanático’, que es lo último que soy”.
También declara que ha intentado conseguir ser contratado por universidades para dar clases a tiempo parcial, pero se ha encontrado también con la negativa de los rectores, “por temor a las protestas de los estudiantes”. Otra de sus opciones es trabajar para la administración Trump, pero no parece haber nada claro al respecto.
Por supuesto, McCrory no se cree en absoluto responsable de la repercusión que han tenido sus decisiones políticas, sino que culpa de todo a los “grupos liberales” por haberlas denunciado. Siguiendo lo que parece ser una costumbre entre quienes defienden la intolerancia y la discriminación, el exgobernador dice que está “siendo purgado por sus opiniones”, y afirma que “si no estás de acuerdo con la Policía del pensamiento políticamente correcto sobre esta nueva definición de género, eres un fanático, eres lo peor. Es casi como si hubieras violado una ley”.
El fanatismo de la ley HB2, promulgada por el gobernador
La conocida ley HB2 de Carolina del Norte, fue promulgada en marzo de 2016, y prohíbe a los ayuntamientos y condados del estado establecer medidas de protección contra la discriminación de las personas LGTB, a la vez que deroga las ya existentes. Una de sus consecuencias es la de impedir que las personas transexuales dispongan de los aseos correspondientes a su identidad de género real en cualquier centro público, incluidos los escolares, siendo esta además la medida que con mayor virulencia se defendió cuando la HB2 fue aprobada, poniendo a las personas transexuales en el punto de mira de los fanáticos.
La medida fue clamorosamente denunciada por activistas y defensores de los derechos civiles, que consiguieron el apoyo de empresas y corporaciones dispuestas incluso a boicotear cualquier actividad en Carolina del Norte mientras la infame ley siguiera en vigor. Figuras del espectáculo como Beyoncé, Bruce Springsteen, Dead & Company, Ringo Starr o Cyndi Lauper cancelaron sus conciertos o donaron su recaudación a colectivos LGTB. Eventos y convenciones trasladaron su sede a otros estados, causando pérdidas cercanas a los 330 millones de dólares. Empresas y corporaciones como PayPal o el Deustche Bank cesaron en sus inversiones. 200 directivos de las principales empresas escribieron una carta solicitando al gobernador la derogación de la ley. Otras 67 apoyaron la demanda de inconstitucionalidad, presentando un documento de apoyo ante el tribunal. La propia liga de baloncesto profesional (NBA) anunció el traslado de la sede del All-Star Game, que debería celebrarse en Charlotte en 2017, si no se eliminaba cualquier discriminación a las personas LGTB de las leyes del estado. Las pérdidas económicas para el estado por esta decisión de la NBA se estimaban en 100 millones de dólares.
A pesar de ello, en los últimos intentos por parte del gobernador demócrata Roy Cooper por llegar a un consenso y derogar la ley, los representantes del Partido Republicano rehusaron finalmente votar por su anulación, a pesar de haber alcanzado acuerdos previos para ello. La ley, por lo tanto, sigue en vigor, sin que por el momento haya visos de un cambio de actitud de los republicanos al respecto.
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