Nuestros desiertos
Del blog de la Communion Béthanie:
“Cuando amamos, nos gusta estar juntos,
y cuando estamos juntos, nos gusta hablar.
Cuando amamos, resulta molesto
tener siempre mucha gente alrededor.
Cuando amamos, nos gust
a escuchar al otro,
solo,
sin otras voces que nos estorben.
Por eso, los que aman a Dios
han amado siempre el desierto;
y por eso, a los que le aman,
Dios no puede negárselo.
Y estoy segura, Dios mío, de que me amas
y de que en esta vida tan saturada,
atrapada por todos lados por la familia,
los amigos y todos los demás,
no puede faltarme ese desierto
en el que se te encuentra
Nunca vamos al desierto sin atravesar muchas cosas,
sin estar fatigados por un largo camino,
sin apartar la mirada del horizonte de siempre.
Los desiertos se ganan, no se regalan.
Los desiertos de nuestra vida no se los arrancamos
al secreto de nuestras horas humanas
más que violentando nuestras costumbres, nuestras perezas, es difícil,
pero esencial para nuestro amor.
Largas horas de somnolencia no valen lo que diez minutos
de verdadero sueño. Lo mismo ocurre con la soledad contigo. “
*
Madeleine Delbrêl
***
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