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La OMS redefine la transexualidad y ahora la llama “incongruencia de género”

Lunes, 6 de febrero de 2017

trans-oms-enfermedadLos colectivos trans aplauden que la OMS deje de considerar la transexualidad una patología, pero lamentan que no den el paso definitivo y reconozcan la parte social del problema.

Incongruencia de género.

Ése es el nuevo término con el que la OMS ha dicho que hay que referirse a partir de ahora cuando hables de las personas trans.

La Organización Mundial de la Salud publicará en 2018 la nueva edición de su manual de enfermedades. Es la edición que sustituirá a la actual, que está vigente desde 1990 y fue en la que se dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad. La exigencia de que al OMS dejara de considerar la transexualidad como una patología y pasara a reconocerla como una de las diversas formas de la sexualidad humana es una de las más importantes y ansiadas por la comunidad trans, pero en la OMS parece que no se atreven a dar el paso definitivo y no entendemos muy bien por qué.

A partir de ahora la transexualidad seguirá formando parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades, aunque ahora cambia de epígrafe y pasa a ser considerada un “trastorno de la personalidad y el comportamiento“. Tendrá su propio subcapítulo, el de los “trastornos de la identidad de género“, se llamará “incongruencia de género” y formará parte de las “condiciones relativas a la salud sexual“; junto a conceptos como las “disfunciones sexuales“.

Sí, estamos un poco igual. Pero básicamente significa que aunque no se considere una enfermedad, se tratará como un factor que influye “en el estado de salud“, por lo que ha de existir contacto con los servicios de salud. El cambio es definitivo, se publicará en 2018 y tardará entre uno y dos años en implementarse.

¿Y por qué se llamará ahora “incongruencia de género“? Pues porque la OMS ha cambiado la definición de qué significa ser trans. En el manual actual se dice que la transexualidad es “un deseo de vivir y ser aceptado como miembro del sexo opuesto, por lo general acompañado de malestar o desacuerdo con el sexo anatómico, y de deseo de someterse a tratamiento quirúrgico u hormonal para hacer que el propio cuerpo concuerde lo más posible con el sexo preferido.” No puedes empezar diciendo que las personas trans tienen el “deseo” de vivir como un miembro del sexo opuesto. Primero porque no es un “deseo” como el que “desea” comerse una tarta de chocolate, segundo porque ese “deseo” es más bien una imposición social, y tecero porque -si te fijas- no hace mención al género sino al sexo.

A partir de ahora la transexualidad -tanto para adultos como para adolescentes- será “una incongruencia marcada y persistente entre el género experimentado del individuo y el sexo asignado, que a menudo conduce a un deseo de ‘transición’ para vivir y ser aceptado como una persona del género experimentado a través del tratamiento hormonal, la cirugía u otras prestaciones sanitarias para alinear el cuerpo, tanto como se desee y en la medida de lo posible, con el género experimentado. El diagnóstico no puede asignarse antes del inicio de la pubertad. El comportamiento y las preferencias de género por sí solas no son una base para asignar el diagnóstico.” Parece una definición bastante más aceptable y sobre todo muchísimo más acertada.

La parte buena es que sí, la transexualidad ya no se percibe como una enfermedad que tiene que ser diagnosticada y tratada. La diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, Carla Antonelli, ve este cambio como un “paso importante que por fin se da“, aunque lamenta que la nueva definición no diga que la transexualidad es, simplemente, “una manifestación más de la diversidad del ser humano“ y que reconozca el derecho a la “autodeterminación de género“. Pero como dice la propia Antonelli, es una pena que se siga “hablando de diagnóstico” y añade que “la definición debería reflejar que el malestar o el sufrimiento que pueden sentir muchas personas trans vienen dados por condiciones y presiones sociales.

En eso coincide el activista trans Pol Galofre, que explica que el problema es que la OMS sigue ligando la transexualidad a lo sexual en lugar de a lo social, y que ese “deseo” de modificar el cuerpo “viene dado por el hecho de que vivimos en un mundo binario y excluyente en el que se entiende que todo el mundo es hombre o mujer cuando en realidad son categorías creadas en las que intentamos encajar a todo el mundo, sea lo diverso que sea.” Básicamente: “Si tener tetas o no tenerlas no tuviera ninguna consecuencia social ni tuviera el significado que tiene, la gente no tendríamos la necesidad de modificar el cuerpo.

En general los colectivos trans coinciden con Antonelli, están contentos con este cambio del manual de la OMS aunque se lamentan de que no se haya dado el paso definitivo. En un artículo para ElDiario.es, Mar Cambrollé (portavoz de la Asociación de Transexuales de Andalucía) explica que a pesar del cambio las identidades trans seguirán siendo patologizadas porque “la ‘incongruencia de género’ también evita diagnosticar a las personas trans sólo por quienes son, atendiendo más bien al malestar que pudiera causar la incongruencia entre la identidad de género y el modo en el que se encarna.” Y de nuevo coincide con Galofre: “sólo se puede patologizar la incongruencia a través de invocar implícitamente un ideal cisexista de congruencia.

Por cierto, para entenderlo todo mejor es conveniente leer el citado artículo de Cambrollé y luego releerlo sustituyendo las referencias a la transexualidad por homosexualidad. Es muy esclarecedor.

El cambio de la OMS, eso sí, divide la “incongruencia de género” de adolescentes y adultos de la “incongruencia de género en la infancia” y, sobre todo, recomiendo que cuando se hable de cuestiones trans se evite fervientemente hablar de “trastorno mental“.

 Resumiendo: lo que la OMS dice ahora es que la transexualidad no es, de por si, una enfermedad. Pero falla a la hora de señalar que las personas trans “sufren” por la necesidad de “modificar” su cuerpo y por ende necesitan estar en contacto con los servicios de salud. Y falla porque la nueva definición sigue perpetuando los roles cisexuales de género  (la mujer tiene tetas y vagina, el hombre no tiene tetas y tiene pene) que son los que hacen que las personas trans se sientan excluidas y, por lo tanto, busquen la forma de encajar.

Fuente: ElDiario.es, vía EstoyBailando

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