¿Tras las Tinieblas la Luz? Lutero y el Protestantismo en la balanza
Presenté ayer la figura y propuesta de Lutero (año 1517), con sus elementos teológicos, sociales y eclesiales.
Sobre esa base quiero desarrollar algunos elementos e implicaciones de la Reforma, tomando como base el lema más antiguo de la Ciudad de Ginebra, adaptado después como programa de la Reforma Protestante: Post Tenebras Lux, tras las tinieblas medievales de una edad oscura de la Iglesia de Roma, llegó la luz de los grandes reformadores.
Así aparecen ellos, como hombres luminosos (?) en el monumento a la Reforma, construido sobre las antiguas murallas de la ciudad cada uno con la Biblia del pueblo en la mano:
Imagen I: reformadores principales de la ciudad: Farel, Calvino, Beza y Knox.
Imagen 2: lema de la Reforma: Llegó la luz tras la tinieblas, con la fecha clave de 1517.
La Reforma fue una gran luz, pero no la única…, con sus tinieblas propias… Fue una luz esencial para el despliegue de Europa y del mismo cristianismo, como ayer dije, y como seguiré indicando, en línea más extensa, por ahora, con dos postales de tipo programático:
— Hoy presento el proyecto social de la Reforma Protestante, partiendo del contexto anterior de la Unidad Católica de Europa Occidental (Imagen III: mapa de Europa en el año 1500), simbolizada por el Papa. Éste es un tema complejo, y sólo atendiendo a su complejidad puede entenderse algo mejor, destacado los rasgos principales del intento de Lutero, pero poniendo a su lado a Calvino (con otros reformadores: Imagen IV) y al Anglicanismo, con sus luces y sombras, con sus excesos políticos e incluso “religiosos”.
— Mañana insistiré en la inmensa oleada de creatividad pero también de violencia promovida por la Reforma y la Contra-Reforma, expresada sobre todo en la Guerra de los Treinta Años, que ofrece de algún modo el acta de nacimiento de la Europa Moderna, hasta el día de hoy.
Si el tema sigue interesando presentaré en días sucesivos otros rasgos conseguidos (y sufridos) y aún pendientes de la Reforma Protestante y de la Contra-Reforma católica, en un situación totalmente distinta a la de entonces (1517) como la nuestra, en este año 2017.
Digo que la situación es muy distinta (no estamos en el año 1517), ni sería hoy posible un Lutero como el de entonces (ni unos papas como los de aquel tiempo), ni un Calvino de Ginebra… pero de aquel tiempo y de aquellas personas seguimos viviendo, por lo menos hasta hoy 2017.
Para cambiar aquella historia y no repetir los errores pasados (manteniendo sus buenos impulsos) es necesario conocerla. En esa línea ofrezco esta postal, quizá para recordar que todos (católicos y protestantes) estamos llamados a realizar una Reforma más intensa, desde la raíz del evangelio.
Éste es un momento oportuno para repensar la identidad del cristianismo, y de un modo especial la de Europa,vinculada de un modo esencial a la Reforma Protestante, de modo positivo y negativo, con su fe en el Dios de Cristo, pero también con sus guerras opresoras, con su forma de querer dominar el mundo de un modo muy poco evangélico.
1. Europa año 1500
Todo el sur del oriente había caído en manos de los turcos; el norte (Rusia, Ucrania, Lituania, Polonia…) se mantenía alejado de los centros de poder, en una especie de Edad Media alargada. Mientras tanto, los países de Europa occidental, que estaban encontrando nueva fuerza con el Renacimiento y con los descubrimientos geográficos (en África, Asia y América), con el surgimiento de los estados nacionales y las nuevas técnicas científicas, se dividieron en tres o cuatro centros de poder cultural y político, difíciles de armonizar:
— el grupo latino del sur (Portugal, España, Igalia…), con el predominio de España, que se mantuvo fiel al Papa;
— el grupo germano del centro de Europa (Alemania, Austria, Suiza…), fiel en gran parte a la nueva experiencia de un cristianismo — protestante, separado del Papa;
–el grupo anglosajón, también separado del Papa, con un tipo de protestantismo nacional;
— el grupo francés, con su zona de influjo, se mantuvo fiel al Papa, pero siguió una política autónoma.
Pues bien, en el momento en que los países de Europa se elevaban y emergían, como potencia unitaria y múltiple, sobre el resto del mundo (desde el siglo XVI), el Papa dejó de presentarse para ellos el vínculo de unidad religiosa y cultural que había querido ser, viniendo a convertirse en signo de disputa y división, en foco de violencia entre los varios países europeos.
Ciertamente, en el fondo de esa división había problemas teológicos y religiosos muy importantes, denunciados por los reformadores (Lutero, Calvino…) y ratificados, en otra perspectiva, por el Concilio católico de Trento (1545-1563). Pero lo cierto es que estallaron rupturas y guerras de religión entre cristianos, cosa que nadie había antes pensado, al menos de esa forma.
En vez de las cruzadas del siglo XII, que parecían guerras contra los de fuera (musulmanes), surgieron ahora (siglos XVI y XVII) las divisiones y guerras entre los cristianos. Esta fue una ruptura de carácter amplio, un despliegue fuerte de grande potencialidades cristianas y racionales que antes habían parecido ocultas. Fue una ruptura violenta.
1. Para defender su opinión, los reformadores protestantes apelaron a la iglesia primitiva y a las cartas de San Pablo, poniendo de relieve la experiencia de libertad radical de cada cristiano, el principio de la gracia como única fuente de comunión universal entre los hombres. Ellos tuvieron razón al hacerlo, pero quizá minusvaloraron las mediaciones sociales concretas de la vida de los fieles y experiencia de la comunión “sacramental”.
2. Por su parte, los católicos acentuaron el principio de la tradición y la obediencia social, poniendo de relieve la necesidad de unas mediaciones institucionales que avalaran el sentido e importancia de las obras de los hombres. También ellos tuvieron razón, pero quizá minusvaloraron la experiencia de la gracia radical y de la libertad, convirtiendo de hecho el cristianismo en un tipo de dictadura religiosa de tipo más o menos ilustrado.
Sin duda, las razones de la reforma protestante fueron de tipo social y político, no sólo religioso. Eran muchos los que sentían que la unidad católica que buscaba el Papa no respondía a las nuevas experiencias que brotaban de la raíz del cristianismo. Para expresarse bien, el evangelio necesitaba encontrar nuevos modelos de manifestación social e individual. En este contexto se pueden destacar tres grandes fuerzas o tendencias, representadas por Lutero, Calvino y el Anglicanismo, que se verán pronto envueltas en las guerras de religión.
2. Lutero
puso de relieve sobre todo la experiencia de libertad interior de los cristianos, la exigencia y el don de la gracia de Dios, que llama de un modo personal a cada creyente, hablando con él, pidiendo su respuesta personal. Por eso, frente a una «fe católica», que parece fijada por las autoridades jerárquicas, Lutero habla de una «fe personal», propia de cada creyente, que acoge la voz del Espíritu Santo y que puede interpretar por sí mismo las Escrituras y dogmas cristianos.
Las estructuras sociales y sacramentales de la iglesia medieval resultaban insuficientes para expresar la nueva forma de entender el evangelio. Se necesitaban nuevas estructuras cristianas, capaces de expresar la novedad de la experiencia de Jesús, tal como la había formulado San Pablo.
La iglesia católica medieval había destacado el valor de los sacramentos y la institución jerárquica y sagrada de la sociedad. Daba la impresión de que el cristianismo se identificaba con unos ritos sacramentales y con unas instituciones de tipo religioso, que los creyentes aceptaban de un modo obediente y sumiso. En contra de eso, Lutero destacó el valor individual de la vida cristiana, la fe de cada uno, por encima de las obras externas y de la institución.
En principio, Lutero no quiso separarse de la iglesia católica, sino reformarla, desde la perspectiva de Alemania, donde propagó su nueva visión del cristianismo, traduciendo para ello la Biblia al alemán. Pero la misma dureza de sus propuestas y también la dureza de la reacción católica, mezcladas con otros motivos culturales y políticos, hicieron que su reforma y «protesta» viniera a convertirse en una especie de nueva iglesia, con sus instituciones y su jerarquía.
Esa Reforma era y sigue siendo sido una bendición para el conjunto de la cristiandad, pues ha permitido poner de relieve elementos antes menos desarrollados del evangelio, abriendo un camino de autonomía personal y de libertad que ha sido esencial en la historia posterior de Europa y de la humanidad. En ese sentido podemos afirmar que un elemento cristiano del protestantismo ha llegado a extenderse como valor importante al mundo entero.
Pero, al mismo tiempo, ella ha sido un reto y un riesgo, pues el mismo Lutero tuvo que apelar a los príncipes amigos de Alemania para defenderse, incluso con violencia militar, de los “papistas” (también armados). Más aún, el mismo Lutero mandó reprimir con violencia las “revueltas” de los campesinos de T. Müntzer. De esa forma, su protesta pacífica vino a convertirse en fuente de violencia armada.
3. Calvino
avanzó en la línea de la reforma de Lutero, radicalizando algunas de sus propuestas. Buscó la fe puro, insistiendo mucho menos que Lutero en los sacramentos y en la jerarquía de la iglesia. Por eso abolió el episcopado, de manera que sus seguidores se establecieron como comunidades «reformadas” y democráticas de seguidores de dirigidas por unos “ancianos” o presbíteros, nombrados por las mismas comunidades. Por eso, las iglesias o comunidades derivadas de Calvivo, que actuó principalmente en Ginebra, se llaman también comunidades presbiterianas.
Los calvinistas se extendieron en diversas zonas de Francia, desde el País Vasco hasta Normandía, recibiendo el nombre de hugonotes, pero fueron perseguidos y tuvieron que huir a diversos lugares. Ellos se establecieron también, de un modo preferente, en Escocia, donde formaron un tipo de iglesia nacional. Durante un tiempo tuvieron gran influjo en Inglaterra, pero fueron perseguidos, precisamente porque sus ideales democráticos iban en contra de los poderes instituidos (de reyes y obispos).
Muchos de ellos emigraron a los Estados Unidos, donde contribuyeron de manera radical al surgimiento de la democracia americana que, en su principio, resulta ejemplar (aunque sus aplicaciones posteriores puedan ser dictatoriales). Los cristianos reformados o calvinistas han sido muy estrictos en la vida social, estableciendo comunidades intensa, de «cristianos puros».
También los reformados o calvinistas quisieron ser pacíficos, pero muchos de ellos se estructuraron de un modo militar, estableciendo fuertes y sangrientas dictaduras (como la de Calvino en Ginebra). Su participación en las guerras religiosas de Francia e Inglaterra resulta sobradamente conocida, de manera que no hace falta insistir en ellas. Por otra parte, desde M. Weber, suele decirse que los calvinistas han influido no sólo en el surgimiento de la democracia europea sino, sobre todo, en el nacimiento del espíritu moderno del capitalismo porque ellos han puesto de relieve la honradez en el trabajo, destacando la necesidad de una racionalización social en el plano de la producción y consumo de bienes.
En ese sentido, la religiosidad más intensa, fundada en el principio de responsabilidad personal, puede vincularse con el riesgo de una racionalización económica de la vida, donde la búsqueda del éxito venga a ponerse por encima del respecto a las personas y del amor a los pobres. Si esa hipótesis es cierta, el calvinismo se encuentra en la raíz de unos de los fenómenos más violentos de la historia moderna: el despliegue del capitalismo .
4. La iglesia anglicana
nació sobre todo por búsqueda de independencia política respecto de Roma. Más que una comunidad protestante (Luterana o Calvinista) estrictamente dicha, la confesión anglicana constituye la iglesia nacional de Inglaterra, de donde se ha extendido a las colonias inglesas, justificando siempre la política violenta y conquistadora de la corona británica, cuyo monarca ha sido, y sigue siendo, protector y cabeza de la iglesia.
Esta iglesia está constituida por una federación de iglesias episcopalianas, es decir, dirigidas por obispos. La iglesia anglicana, al menos en su forma originaria (inglesa) ha constituido un elemento muy importante del despliegue moderno de occidente y de la historia mundial, en la que Inglaterra y después Estados Unidos han jugado un papel decisivo, a lo largo de los siglos XIX y XX. Ha sido una iglesia establecida y violenta, en cuanto defensora de un imperio mundial .
Las diversas formas de reforma protestante han seguido influyendo a lo largo del siglo XVII y XVIII, expandiéndose en nuevas grandes iglesias (como las metodistas y las baptistas), pero también en pequeñas comunidades de muy diverso tipo, que a veces se han convertido en movimientos menores, que suelen llamarse, quizá impropiamente, sectas. De esa manera, la cristiandad occidental, antes unida en torno al Papa, se dividió en comunidades y grupos que a veces se han enfrentado entre sí con condenas y amenazas cruzadas.
Estas divisiones ofrecen un elemento positivo, pues expresan la riqueza del evangelio y la experiencia de la pluralidad humana, de manera que nos obligan a entender la unidad en forma de comunión dialogal, no de imposición de un grupo sobre otro. Pero ellas expresan también un elemento muy negativo allí donde se convierten en principio de discordia y enfrentamiento, como ha sucedido en las guerras de religión y en los diversos movimientos de control (inquisición, persecución) que se han venido dando en diversos países de Europa
(seguirá…).
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