¿Y mi vida?
Sí, esa es la pregunta, ¿qué pasa con tu vida?
No es lo mismo que te quiten algo a que lo entregues. Entra en juego la libertad y la voluntad. Cuando te quitan algo ni tienes voluntad ni libertad, además se crea violencia; sin embargo cuando lo entregas, ambas cosas, la voluntad y la libertad son necesarias y entonces se crea paz y plenitud, realmente es cuando tu vida se acrecienta. Ese algo puede ser por ejemplo tu tiempo, o tu vida a pedacitos o completa. No es lo mismo que se te quite tiempo, tu trabajo, tu familia, tus amigos o tus circunstancias, a que lo entregues.
Empezamos este año escuchando el Evangelio de Marcos donde Jesús nos enseña estas cosas. Su vida es una entrega cotidiana, entrega su tiempo con quienes le buscan, su prestigio con los excluidos, su llamada, su palabra, su presencia, su atención… su todo. Vive entregándose para mostrarnos que ése es el camino de la plenitud. Así que, como nos dice desde el principio, convirtámonos.
No dejes que te quiten la vida, entrégala.
Recibe y entrega, en ese bello compás que nos propone la armonía de Dios, que es nuestra propia respiración física y que, por ende, nos oxigena el alma.
Respirar es una buena “arma” no sé si secreta pero sí al menos muy desconocida. Respirar oxigena el cuerpo, y limpia la mente, serena el espíritu, relaja las tensiones, estimula la atención, te conecta con la profundidad… Es el ejercicio de la recepcion y de la entrega, ambos movimientos sumergidos en la humildad.
Dar y recibir.
Dar y recibir.
Es a enseñanza de Jesús, el Maestro de Nazaret.
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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