Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: “País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.” Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
– “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.”
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Comentarios desactivados en “Algo nuevo y bueno”. 3 Tiempo ordinario – A (Mateo 4,12-23)
El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la «Buena Noticia de Dios». Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego (euaggelion) y expresan la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús, las gentes encontraban algo «nuevo» y «bueno».
¿Hay todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer de nuestros días? ¿Algo que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe en Dios en nuestros días?
En el Evangelio de Jesús, los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y perdido en la existencia ni en manos del destino o el azar. Tengo a Alguien en quien puedo confiar y a quien puedo agradecer la vida.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar siendo esclavos de cualquier ídolo; para seguir aprendiendo siempre formas nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la fuerza de mi pequeña fe en ese Dios.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que podemos contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos. Me hace vivir con más lucidez y dignidad.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día, todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud. A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.
Cada uno de nosotros tiene que decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido, perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús.
Comentarios desactivados en Domingo 22 de enero de 2017 Domingo 3º del tiempo ordinario
Leído en Koinonia:
Isaías 8,23b-9,3: En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande. Salmo responsorial: 26: El Señor es mi luz y mi salvación. 1Corintios 1,10-13.17: Poneos de acuerdo y no andéis divididos. Mateo 4,12-23: Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías.
Es sabido que la liturgia católica está pendiente de una reforma sustancial. La necesidad de reordenar la elección de los textos conforme a criterios nuevos y sobre todo explícitos no es la menor. La incorporación de la segunda lectura a la temática unitaria (en vez de que campe siempre por sus fueros propios), y la posibilidad de que sean varios los ordenamientos litúrgicos de los textos, según objetivos y necesidades distintas, a escoger según variables diversas, serían otras tantas posibilidades. Mientras, es bueno saber que la liturgia no «es» así, sino que la tenemos así a la espera de que le llegue el turno de la renovación. La coyuntura actual nos inspiraría un cierto optimismo… ¿Será posible?
La primera lectura parece haber sido escogida estrictamente por coincidir con la tercera lectura en la alusión geográfica a la zona de Zabulón y Neftalí, en la que Jesús se vino a establecer. La segunda -como hemos dicho que sucede casi siempre- va por sus caminos propios, siendo puramente aleatorio que alguna vez encaje con el mensaje de las otras dos. Diríamos que el evangelio de hoy –dada la altura a la que estamos en el año litúrgico– se adecúa bien a la altura que correspondería dentro de la vida de Jesús siguiendo un criterio simplemente cronológico: el inicio de su actividad pública, el comienzo del despliegue de lo que será el Jesús predicador del Reino en su plenitud.
Son bastantes los detalles que merecen comentario en este evangelio.
-Jesús comienza su actividad tomando como referencia los signos de los tiempos. Al menos el evangelista hace notar que no empezó Jesús sin más cuando quiso, sino al ver que habían encarcelado a Juan. Jesús reacciona ante los hechos de la historia que le rodea. No viene a cumplir una misión ya programada previamente y que ha de llevarse a cabo con la indiferencia del «pase lo que pase».
-Jesús «fue a vivir» a Cafarnaúm. Algunos teólogos (Nolan por ejemplo) hacen notar que «se estableció» allí, y que, probablemente, la que varias veces en los evangelios se cita como «su casa» sería casa no de Pedro, sino la casa de Jesús… No hay seguridad, pero no es improbable. Una duda sobre esa imagen tan fácil que nos hemos hecho del Jesús evangelizador itinerante.
-El contenido de lo que sería la «primera predicación» de Jesús, o más bien, la tónica dominante de la predicación de Jesús: la venida del Reinado de Dios, como buena noticia que invita al cambio… Hoy ya esto lo saben los niños en la catequesis parroquial, cuando hace cuarenta años lo ignorábamos todos los cristianos adultos, incluidos los predicadores: que el centro de la predicación de Jesús fue el «Reinado de Dios», un concepto entre profético y escatológico… O sea: que Jesús no fue un predicador doctrinal teórico, ni un maestro de sabiduría religiosa, ni un asceta… sino un profeta dominado por la urgencia de una pasión, la pasión por el Reinado de Dios que él creía inminente…
-No era sólo un anuncio, sino una con-moción: Jesús anunciaba para empujar al cambio, para animar la esperanza en el cambio que Dios mismo estaba a punto de empujar… Por eso, su anuncio era para la conversión: «cambien su vida y su corazón porque el Reino de los Cielos se ha acercado», traduce la Biblia Latinoamericana.
-Aquí hay una doble dirección: hay que cambiar (convertirse) «porque» viene el Reinado de Dios, y, también, hay que cambiar «para que» venga, para hacer posible que venga, porque cambiando, en nuestro cambiar, ya está viniendo ese Reinado… Son las dos dimensiones: activa y pasiva, receptiva y provocativa, de contemplación y de lucha… sin unilateralismos.
-El carácter concreto del tipo de praxis que Jesús adopta, que no es la de transformar la sociedad él mismo directamente, con sus propias prácticas, no es la de afrontar directamente la tarea, sino la de enrolar a otros, convencer a otros para sumarse a la tarea, y para ello, dedicarse a desbloquear las mentes, a iluminar los corazones, abrir la visión de los demás… para que puedan incorporarse a la transformación de la sociedad. Si se nos permite decirlo así, Jesús, más que una práctica, asume una práctica teórica y simbólica. Él no se hace médico ni se dedica a curar a los enfermos, sino a dar la Buena Noticia, aunque salpica su predicación constantemente con «signos» de curación: «predicaba y sanaba». Teoría y práctica. Esta práctica era apoyo de aquella teoría, y la teoría no era realmente tal, sino una práctica teórica: Jesús ejercía de abridor de mentes, iluminador de corazones, generador de esperanza, transmisor de energías…
-En esa línea se puede enmarcar mejor aún lo de convertir a sus más allegados en «pescadores de personas» (no «de hombres»), lo que él mismo estaba siendo, lo que cualquier discípulo debe también ser. El expansionismo evangelizador misionero proselitista, el querer extender el cristianismo a todo el mundo haciendo tabla rasa de las demás religiones, ya no tiene lugar en una visión a la altura de los tiempos actuales. El ser realmente «evangelizador» apasionado por la Utopía del Reino (utopía que no es enemiga de las demás religiones ni pretende imponer ninguna cultura) sigue teniendo plenamente sentido.
Muchos detalles, muchos temas, en un evangelio sencillo pero enjundioso. Leer más…
Comentarios desactivados en Dom 22.1.17. Los cristianos, unos galileos
Del blog de Xabier Pikaza:
Domingo 3, tiempo ordinario. Ciclo A. Mt 4, 12-14 Este evangelio narra el comienzo del camino de Jesús según Mateo e incluye dos temas: (1) Galilea. (2) El Reino de Dios.
Ambos están vinculados, pero hoy sólo quiero ocuparme del primero: ¿Por qué empezó Jesús en Galilea? ¿Cómo podemos y debemos volver y empezar allí nosotros? ¿Somos los cristianos unos galileos?
Se trata de de-construir para re-construir la Iglesia de Jesús, que empezó en Galilea, y que siguió después con Pedro, Pablo y Santiago, la Iglesia de Magdalena y Salomé, la Iglesia del mar a la derecha y del desierto al fondo, que hoy quiero mirar desde el Monte Hermón (primera imagen)
Una tierra.
Geográficamente, Galilea es un país pequeño, como muestra esta foto tomada desde el monte Hermón, en la frontera entre Israel, Líbano y Siria.
‒ Desde allí se descubre, mirando hacia el sur, en primer plano las zonas del Golán, con la alta Galilea, a la derecha el mar, empezando desde Tiro (el gran puerto), siguiendo por la bahía de Haifa y el Carmelo, hacia el sur todo el más de Palestina, perdiéndose al fondo por Gaza, hacia Egipto. A la izquierda los montes del Golán y la meseta de Basán.
‒ En el centro esta el Lago de Tiberíades (la ciudad se ve muy bien), a la izquierda la zona de la actual Jordania, a la derecha la zona de la baja Galilea, donde empezó Jesús. Al norte del lago está Cafarnaum, a la la derecha Nazareti: Colinas y valles tierras bajas, en el cruce de los grandes caminos del mundo, que pasaban por allí, como sin pararse.
‒ Hacia el sur, por la hoya del Jordán, siguen las aguas, a un lado Jordania, al otro Palestina, desembocando (¡se ve muy bien!) en el Mar muerto, con la zona del desierto de Judá (una mancha blanca a la derecha: de de Jericó a Qumrán). Allí mismo, más a la derecha puede casi vislumbrarse Jerusalén. Más al sur el gran desierto del Sinaí y de Arabia…. (las otras dos imágenes son del mar de Balilea y de su entorno).
Camino del mar, Galilea de las gentes… Un lago abierto al mundo
El evangelio no empieza en los centros de poder religioso o político (Jerusalén, Roma…), sino en una tierra del margen social y religioso. Allí, en la oscura Galilea entre gentes marginadas y oprimidas, en el camino de los gentiles y del mar, empezó el movimiento de Jesús. Volver a Galilea (cf. Mc 16, 6-7; Mt 28, 16-20) sigue siendo una tarea pendiente de sus seguidores.
El mismo historiador San Lucas que no ha dado después (en todo el libro de los Hechos de los Apóstoles) ninguna importancia a Galilea, para interpretar el cristianismo en un camino que va desde Jerusalén, por Antioquía hasta Roma, tiene que reconocer que la cosa empezó en Galilea (Hech 10, 37). Allí empezó, allí tiene que volver si quiere recuperar su principio, retomar su fuerza.
En un momento clave de la Iglesia y de la humanidad. Empezar en Galilea
‒ El Concilio Vaticano II nos dijo que debíamos volver a los orígenes, pero seguimos demasiado prendidos en tradiciones secundarias. Por eso debemos hoy, sin duda, volver a Galilea, para retomar el camino allí donde lo empezó Jesús, como nos dice el evangelio de hoy.
‒ El mismo Lutero, cuyo quinto centenario estamos celebrando, quiso volver también a los orígenes, pero ha corrido el riesgo de quedarse en un tipo de Pablo, en un tipo de fe y tradición que es también secundaria, sin volver a la raíz del mensaje y camino de Jesús en Galilea.
Unos y otro hemos querido mantenernos en los centros del poder para dominar (¿servir?) de esa manera al mundo. Pero el evangelio nos pide retomar otro camino, el de Jesús, volviendo a Galilea (desde las tierras de los marginados y oprimidos) situándonos así en la raíz del evangelio.
Así lo indicaré en esta postal, que tiene dos partes. (a) Una más general, sobre el mensaje de este texto de Mateo. (b) Otra más específica, con motivos tomados de mi comentario a Mateo. Antes citaré el texto del evangelio.
Texto
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, vino a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías (cf. Is 8, 23− 9, 1):
País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
a. SENTIDO GENERAL, GALILEA
Profecía de Isaías. Una luz que viene de Galilea
En el fondo de este pasaje está el famoso texto de Isaías sobre Galilea, la tierra del Norte de Israel que había caído en manos de gentiles (conquista asiria del 732 a.C.), perdiendo en gran parte su carácter israelita, por varias razones: (a) deportación de parte de sus habitantes; (b) introducción de grupos paganos del entorno, bajo presión asiria; (c) opresión del conjunto de los habitantes.
Pues bien, en un momento de cambio (quizá tras el año 700, cuando los asirios abandonaron el cerco de Jerusalén), Isaías abre un horizonte de esperanza para Galilea, la tierra del Norte, rodeada de gentiles en la Gran Ruta del Mar, que une Asiria con Egipto… diciendo que lleva una luz, una esperanza de redención. Hay autores que piensan que este oráculo se encuentra desplazado y que debe situarse en el contexto de las profecías de Jeremías, tras el año 640 dC, cuando el rey Josías (tras la caída del imperio de Asiria) empezó una política de restauración de Israel, que le llevó hasta Galilea.
Sea como fuere, en la Biblia de Israel había un pasaje esencial donde se hablaba, en el lugar más denso del libro de Isaías, de la restauración de Galilea, de una luz de Dios (de una salvación humana), que viene por Galilea, no desde Jerusalén.
Experiencia cristiana: la cosa empezó en Galilea
Jesús comenzó a proclamar su mensaje (la llegada del Reino de Dios) en Galilea, después de haber acompañado por un tiempo a Juan Bautista, compartiendo su programa de conversión y de esperanza de juicio (con bautismo) en el río Jordán. Pues bien, en un momento determinado, dejando a Juan y su lugar junto al río, dejando la práctica penitencial del bautismo, Jesús volvió a su tierra y comenzó a proclamar e iniciar el mensaje (el camino del Reino) en Galilea.
Éste es uno de los datos fundamentales de la tradición evangélica, como sabe Lucas y lo dice en el libro de los Hechos (la cosa empezó en Galilea: Hch 10, 37). Pero la Iglesia posterior, empezando por el mismo Lucas y por el evangelio de Juan (y de un modo especial por Pablo) ha tendido a olvidarse de Galilea, poniendo de relieve la importancia de Jerusalén, lugar de la muerte de Jesús y también del comienzo (previsible) de la Iglesia.
En esa línea se puede hablar de un “ocultamiento” de Galilea, de un olvido del primer mensaje de Jesús, que fue un mensaje “aldeano”, provinciano…, un mesianismo de campesinos, hombres y mujeres de pueblo, un movimiento laico de transformación de Israel y de esperanza escatológico, que empezó en Galilea, entre los oprimidos de una zona oprimida de la tierra.
Pues bien, los evangelios de Marcos y Mateo han programado ya un fuerte “retorno a Galilea”. Ciertamente, admiten y ponen de relieve el “paso” por Jerusalén, con todo lo que implica para Jesús y para el evangelio (con la muerte, la experiencia de la tumba vacía…). Pero el comienzo y raíz, el centro del evangelio, se encuentra para ellos en Galilea.
Así lo dice Marcos, de forma programática, en 1, 14-15 (Jesús empezó a proclamar en Reino en Galilea); así lo resalta al final del evangelio, cuando dice a las mujeres (y por ellas al resto de los discípulos) que vuelvan a Galilea, para retomar el camino de Jesús, dejando Jerusalén (Mc 16, 6-7).
Así lo dice Mateo, de un modo todavía más solemne. Ciertamente, para Mateo la Ley de Jerusalén (con el templo y con los sacerdotes) sigue teniendo su importancia. Pero el centro y raíz del evangelio es Galilea, la tierra de los pescadores y campesinos a los que Jesús anunció el Reino.
(a) Por eso retoma el comienzo del evangelio en Galilea, apelando a la cita básica de Isaías: la tierra antes condenada, tierra de sombra y de muerte, ha sido el principio de la luz, el lugar donde ha comenzado la salvación del Reino (texto de este domingo: Mt 4, 12-14).
(b) Por eso, tras haber recorrido el camino de muerte, tras haber cumplido su tarea en Jerusalén, después de haber sido condenado por los Sacerdotes de la Ciudad Santa y del Templo (¡tema central, durísimo, de Mateo!), el Jesús pascual vuelve con sus discípulos a Galilea y desde allí (no desde Jerusalén) les envía al mundo entero, a crear comunidades de discípulos (Mt 28, 16-20).
Galilea y Jerusalén. Recuperar el evangelio en Galilea
Ciertamente, Jerusalén es importante, como tierra del Templo y de sus Sacerdotes, lugar del mensaje final y del “fracaso” de Jesús, ciudad donde le matan y le entierran…. Más aún, el evangelio de Jesús de entroncarse en las traiciones de Jerusalén, como ha puesto de relieve Pablo (¡que no cita a Galilea…!), como ha destacado luego Lucas (tanto en su evangelio como en Hechos quiere arraigar el camino de la Iglesia de Jesús en Galilea…). Leer más…
En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, recordando el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo que ocurre a continuación lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente (Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.
La actividad inicial de Jesús
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mt nos ayuda a desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.
«Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».
La breve noticia de Marcos contiene tres datos: 1) momento en que comienza a actuar Jesús; 2) lugar de su actividad (Galilea); 3) contenido de su predicación. Mt modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.
Momento de actividad
Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan.
Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.
Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.
Lugar de actividad
Mc decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de «Galilea de los paganos».
Desde un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo: proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante revolucionario, que se presta a graves conflictos.
Dentro de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes, lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil acceso a los pueblecitos cercanos.
Sin embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías (1ª lectura), en la que se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro.
Para Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar el mundo, sino a “los que habitan en tinieblas”, “los que habitaban en tierra y sombra de muerte”. La gente más despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se convierte en una “gran luz”.
El mensaje inicial
Mc dice: «Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia». La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios, con lo que supone de buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras podían provocar la impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo era inminente. Las primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia esta sensación.
Mt, que escribe hacia los años 70/80, quiere evitar este equívoco y, al mismo tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento. Para ello, las dos afirmaciones de Mc las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está cerca». Al suprimir las palabras «se ha cumplido el plazo» evita la impresión de que el fin del mundo es inminente.
Por otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el interés por el tema. De hecho, Mt esta insinuando aquí lo que será el contenido primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y cómo se puede formar parte de él.
Los primeros discípulos
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:
‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
La segunda escena es capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento busca unos discípulos que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el predicador solitario, ni el individualista que piensa poder hacerlo todo por sí solo.
En este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos…» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe que Jesús los conoció cuando el bautismo.
Pero estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que prefieren presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt es casi idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede parecer mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan, al ser llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con lo cual la escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el tema del seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.
Resumen
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Esta frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura.
Curar enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».
Pero hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.
COMPLEMENTO: GALILEA
«Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por 40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja, delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más alto, el Tabor, tiene 588 m.
En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).
Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos 365.000 para toda Galilea.
Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía. Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»
Tomo estos párrafos de José Luis Sicre, El cuadrante. Parte II – La apuesta, Editorial Verbo Divino, Estella 1997, p. 45-46. Todo el capítulo 2 de esa obra lo dedico a “La tierra que conoció Jesús” (págs. 29-52).
Este fragmento del Evangelio de Mateo es muy intenso, trata muchos y variados temas: las dificultades, la misión, la vocación, el Reino…
Empieza con una noticia inquietante: Juan Bautista ha sido encarcelado y Jesús al enterarse se retira. Es lo más sensato. Si a Juan lo han arrestado mejor será “quitarse de en medio”.
Pero parece que ese retirarse de Jesús es solo para tomar impulso porque unos versículos más abajo empiezan a predicar. “Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.
Jesús no se esconde. Toma el relevo. Si Juan no está alguien tendrá que continuar con su misión. La misión de anunciar el Reino.
Pero el Reino se construye siempre en comunidad por eso Jesús mientras predica va llamando a otras personas: “Venid y seguidme”.
De la propia misión surgen las vocaciones. El Reino de Dios cautiva, trasforma. Y lo hace de forma rápida y eficaz.
La pasión por el Reino no admite demoras: “Inmediatamente”. La invitación personal de Dios al corazón de cada persona tiene que ir ligada a una respuesta inmediata y totalizante. Las medias tintas, las dudas, las excusas… ¡no tienen cabida!
Si la llamada de Dios no trasforma tal vez no ha encontrado la tierra buena donde germinar. Si hay demasiados “peros” para seguirle probablemente nunca se inicie el seguimiento verdadero.
Y, además, la respuesta siempre implica una renuncia. “Dejaron las redes”. Hay que soltar, dejar atrás lo valioso de nuestra propia vida, aquello que nos da seguridad.
“Inmediatamente dejaron las redes (la barca y a su padre) y le siguieron”. La respuesta a Dios tiene que ser como su llamada: plena.
Y termina este evangelio con tres verbos: enseñando, proclamando y curando. Vuelve a tomar protagonismo la figura de Jesús que ahora recorre la misma Galilea a la que se había retirado.
Oración
Ensancha, Trinidad Santa, nuestro corazón a la medida exacta de tu Amor
para que podamos responderte con la misma generosidad con la que tú nos llamas.
Comentarios desactivados en El Reinado de Dios depende de mí
Mt 4, 12-23
Desde el punto de vista teológico, es muy importante para Mt dejar claro que Jesús comienza su actividad lejos de Judea, de Jerusalén, del templo, de las autoridades religiosas. Quiere desligar la actividad de Jesús de toda posible conexión con la institución. Quiere dejar claro que la predicación de Jesús es continuación de la de Juan. También queda reflejada otra obsesión de Mt. Estamos al comienzo del evangelio y ya ha repetido seis veces: “Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura”.
No hemos tenido suficientemente claro que Jesús nunca se predicó a sí mismo, sino que el centro de su mensaje fue siempre el “Reinado de Dios”. Es verdad que él se identificó totalmente con ese Reino, pero es muy conveniente tratar de ver la diferencia. La predicación de Jesús es fruto de una profunda experiencia humana. La importancia de Jesús estriba en que fue la más fiel manifestación del Reino que es Dios.
Mt habla de “el Reino de los Cielos”, los demás evangelistas y también alguna vez Mt, hablan de “el Reino de Dios”; con las dos fórmulas se quiere expresar la misma realidad. A los judíos les resultaba violento emplear la palabra Dios, por eso empleaban circunloquios para evitarla. Uno de ellos era esta expresión “los Cielos”. Sería el ámbito de lo divino, la divinidad. En los escritos más tardíos del NT se habla ya del Reino de Cristo. Expresión muy peligrosa porque nos induce pensar que Jesús es la meta.
Hoy podemos asegurar que el núcleo de la predicación de Jesús, fue “El Reinado de Dios”. Es curioso que Mt pone en boca de Jesús, al iniciar su predicación, exactamente la misma frase que había puesto en boca de Juan Bautista: “Arrepentíos, está cerca el Reino de los Cielos”. Esto no quiere decir que la predicación de Juan y de Jesús sea idéntica. Juan entiende la frase desde la perspectiva del AT. Jesús le da una significación nueva. Juan pone el énfasis en el arrepentimiento. Jesús acentúa la presencia liberadora de Dios. Lo contrario del Reino de Dios no es el reino de Herodes sino el “ego-ismo”.
Convertíos porque está cerca el reino de los cielos. La primera palabra es ya una dificultad. El primer significado de “metanoeo” es cambiar de opinión, y también rectificar y de ahí, cambiar de mentalidad, cambiar de rumbo. Al traducirlo por arrepentirse, damos por supuesto que la actitud anterior era pecaminosa. Pero también se puede cambiar de una opinión buena a otra mejor. Por no tener esto en cuenta, damos por supuesto que sólo se tiene que convertir el “pecador”.
Convertirse es rectificar la dirección que llevo, cuando me he dado cuenta de que la meta no está en la dirección que mantengo sino en otra. El esfuerzo debe orientarse a descubrir lo que me hace más humano, que es la meta. Debemos tener en cuenta que muchas veces no es posible descubrir que una senda es equivocada, hasta que no la hemos recorrido. Por eso el rectificar es de sabios como decían los antiguos.
Es muy difícil concretar lo que entendió Jesús por Reino de Dios. Nunca se explica su significado en los evangelios. Seguramente ese significado se irá desvelando a través de toda su vida. Es muy probable que partiera del significado que tenía para los judíos de su tiempo y que se fuera enriqueciendo con su experiencia. También es muy probable que pensara en una llegada inmediata de ese Reino. La palabra griega “basileya” se refiere en primer lugar, al poder ejercido por el soberano, no al territorio ni a los súbditos. Sería más acertado traducirlo por “Reinado de Dios”.
Es imposible entender esta expresión si no salimos de la idea de un dios soberano, todopoderoso que desde su trono del cielo gobierna el universo entero. Mientras no superemos ese dios arcaico, no habrá manera de entender el mensaje de Jesús. Dios es Espíritu. Cuando decimos: “reina la paz”, “reina la oscuridad” o “reina el amor”, no pensamos en entes que están dominando alguna parte de la realidad sino en un ambiente, en un medio inmaterial en el que se desarrolla la realidad.
Reinado de Dios, quiere decir que el ser humano debe desarrollarse por lo que tiene de espiritual, que el ámbito de lo divino está presente en lo humano y constituye su atmósfera y su fundamento propio. El Reino es una atmósfera en que las relaciones verdaderamente humanas conmigo mismo, con los demás, con las cosas son posibles. Juan Dijo: “Él bautizará con Espíritu Santo”. Siempre que el hombre se deja mover por el Espíritu y actúa desde él, está haciendo presente el Reino, lo divino.
No se trata de que Dios en un momento determinado de la historia haya decidido establecer una relación nueva con los hombres. Con la venida de Jesús no ha cambiado nada por parte de Dios. Él ha estado siempre inundándolo todo. Lo que ha cambiado es la toma de conciencia de esa realidad y la actitud de los hombres ante ella. Entrar en el Reino es tomar conciencia de esa realidad de Dios en mí e inmediatamente actuar en consecuencia. La dinámica del Reino se despliega de dentro a fuera.
En el evangelio de hoy está muy clara esta dinámica. Primero propone lo que Jesús decía, pero termina el relato diciendo que, eso que decía, lo practicaba. “Y recorría toda Galilea enseñando en la sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando todas las enfermedades y dolencias del pueblo”. Un cristianismo que no me empuje a darme a los demás, no tiene nada que ver con Jesús. El Reino se manifiesta en el que “cura”, no en el curado. Es Jesús el que hace presente a Dios, no el cojo o el ciego cuando dejan de serlo.
El Reinado de Dios, significa la radical fidelidad y entrega de Dios al hombre. Por lo tanto la realidad primera de ese Reino la constituye Dios que se derrama y se funde con cada ser humano. No es una realidad que hace referencia en primer lugar al hombre, sino a Dios. El hombre debe descubrirla y vivirla. Dios no hace un favor al hombre, sino que responde a su ser, que es amor. Esto es un evangelio, es decir, una “buena noticia”.
El hombre, para ser fiel a Dios no tiene que renunciar a sí mismo, al contrario, la única manera de ser él mismo, es descubrir lo que Dios es en él. Por eso no puede haber otra perspectiva para el ser humano. En cuanto pone su fin fuera de Dios (fuera de sí mismo), el hombre falla estrepitosamente a su verdadero ser. Ya no hay posibilidad de ser fiel ni a Dios ni a sí mismo, de una manera extrínseca, cumpliendo unas órdenes que vienen de fuera. Solamente si soy fiel a mí mismo puedo ser fiel a Dios.
Meditación
¿Arrepentirse o rectificar?
Es muy difícil entrar en la dinámica de conversión
sin caer en el sentimiento de culpabilidad.
El punto de partida es una toma de conciencia:
Soy un diamante, pero lleno de impurezas adheridas.
El valor absoluto ya está ahí, aunque camuflado.
Mi tarea es limpiar, tallar, pulir; pero nada que añadir.
Está ya todo ahí, porque está Dios.
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Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón
(A. Machado)
22 de enero. III domingo del TO
Mt 4, 12-23
Los llamó, y ellos inmediatamente, dejando la barca y a su padre, le siguieron
En su novela El Monje, Thich Nhat Hanh dice: “El corazón de Kinh Tam se había transformado en un ilimitado corazón de bondad, compasión, alegría y ecuanimidad, con la capacidad de abarcar a todo ser viviente”. Con ello quiere decirnos el novicio vietnamita que el compartir ha de ser sin restricciones. Como hizo Jesús, “sal y luz de la Tierra”, iluminando y salando a cuantos respondiendo a su voz, dejaron su barca y le siguieron. Una luz de esperanza destinada a curar las enfermedades y dolencias del pueblo.
Las de todos los que sufren, como sufría Matteo por la muerte en accidente de coche de su esposa Nora, que le lleva a un retiro voluntario en el bosque para reflexionar sobre los acontecimientos de su vida y buscando que la fuerza regeneradora de la Naturaleza y el misterio de la existencia encerrado en las cosas más pequeñas –también ellos comparten vida- lo pueden apaciguar y sanar. Una historia de Susanna Tamaro en Para siempre. Un “¡Sí, la vida puede ser mucho más!”. Puede ser compartida como río en el mar, como le recuerda en una ocasión Matteo a Nora: “No quieres ser un afluente -decías-, quiero ser un río que desemboca directamente en el mar”.
Era la intencionalidad y el compromiso de los Padres de la Iglesia primitiva. San Benito de Nursia (480-547), iniciador de la vida monástica en Occidente y considerado patrón de Europa escribió que “Todo el que se compromete, como lo hicieron los antiguos, con la vía de la espiritualidad cristiana siente que su corazón se expande y camina en la alegría inconmensurable del Espíritu Santo, hacia Dios y hacia los otros hombres”.
Washington Irving refiere en Cuentos del Alhambra la escena en que le guiaba el escudero. “Le invitamos a que lo comiese allí mismo el panecillo que se le había ofrecido: “No señores –respondió–; el vino lo he bebido con vuestro permiso; pero el pan me lo llevo a la casa para compartirlo con mi familia”.
Según el director Mohamed Hamidi en su película La Vaca, 2016, con sus protagonistas Fatah y Jacqueline, dice que “En estos tiempos tan difíciles donde alguna gente quiere oponerse a diferentes tipos de vida, quería mostrar que los individuos, sin importar de dónde fueran, pueden vivir juntos y compartir sin importar las diferencias culturales, estatus social o religión”. Palabras de dimensión política que el profesor Hans Küng llevó al campo religioso cuando dijo que “Hasta que no haya paz entre las religiones no podrá haber paz en el mundo”.
A. Machado: “Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón”. Creo que el significado de este proverbio es para resaltar que la vida no es completa sin amor: sin compartir misión y vida. Lo que nos cuenta Rabidranath Tagore evidencia la riqueza derivada del compartir generosamente con el otro.
EL MENDIGO
“Iba yo mendigando de puerta en puerta, a lo largo de la calle de la aldea. En un lugar me daban una manzana, en otro un trozo de pan, en otro una espiga de trigo… De pronto allá a lo lejos apareció un carruaje, parecido a un sueño maravilloso. Me pregunté: Quién será ese Rey de reyes?
Crecieron mis esperanzas, y pensé que los días tristes de mis esperanzas estaban a punto de terminar, esperé que se me diera la limosna sin pedirla, y que tus riquezas abundantes fueran esparcidas por el polvo del camino. El carruaje se detuvo a mi lado; Tu mirada cayó sobre mí, y Tú descendiste con una sonrisa. Presentí que mis días de mendigo habían llegado a su fin y me quedé esperando tesoros inmensos. Había llegado el momento supremo de mi vida. Pero Tú, bajando lentamente del carruaje te quedaste quieto ante mí y me extendiste la mano derecha diciéndome: “¿Qué tienes para darme?” ¡Ah, pero qué gesto verdaderamente digno de un rey fue aquél de extenderme Tu mano para pedir la limosna a un pobre!
Titubeante y confuso, extraje lentamente de mi zurrón un grano de trigo y Te lo di. Y con un gesto sencillo sonreíste y continuaste tu camino. ¡Pero cuál no sería mi sorpresa cuando, al final del día, extendí sobre la vieja mesa el contenido de mi mochila y encontré en la exigua espiga de trigo, un granito de oro… el mismo que yo te había entregado horas antes. Lloré amargamente por no haber tenido generosidad suficiente para haberte entregado todo aquello que poseía…”
Mt 4,12-23; Evangelio del domingo 22 de enero 2017
No ha venido a reivindicarse. Y podía haberlo hecho con toda razón. Tanta indiferencia y desprecios hacia las iniciativas que Dios había tenido a lo largo de la historia habrían merecido una respuesta contundente por su parte. Pero no. Su estilo va en otra dirección.
Jesús, después del bautismo, se ha presentado ante el mundo y ante nosotros para hacernos una propuesta aún más atractiva que todas las anteriores: participar en una misión que consiste en extender, agrandar y adelantar el reinado de Dios; ser sus compañeros de camino; tratarnos de “tú a tú” para ayudarle en sus planes. La primera reacción ante tal “despropósito” es echarse a temblar, sentirse indigno e incapaz. Pero viendo el plantel de los primeros llamados nadie debería autoexcluirse: Andrés, fue el que no creyó que con tan pocos panes y peces pudieran alimentar a una multitud que esperaba anhelante las palabras de Jesús; su hermano Pedro, no tardó en traicionar al Maestro a pesar de haber declarado que estaría con Él hasta el final; y los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, no destacaban precisamente por su buen carácter (no en vano eran conocidos como los hijos del trueno). Nadie queda, pues, excluido.
Pero todavía quedan aspectos interesantes de la propuesta que merece la pena no pasar por alto:
– El Señor la realiza en “los dominios” de la persona a la que se dirige; es decir, en su terreno. Por eso su modo de “entrar” es procurando no estorbar, aprovechando lo que el otro ya es. Los discípulos estaban en su lugar de trabajo, en medio de la faena diaria.
– La tarea que les encomienda es echar las redes para captar a cuantos más, mejor. El valor de lo que se ofrece es, en sí mismo, incuestionable, y no depende de la cantidad de “me gusta” que pueda registrar. El Reino de Dios es bueno para todos.
– La invitación no es a uno solo, sino a quien quiera seguirle… Estamos “en esto” los unos con los otros, esperando la señal del Maestro que nos indique cuándo es el momento de echar el copo (o las redes) y de tirar todos a la vez (se requiere mucha fuerza y destreza) para arrastrar una buena cantidad de gente.
Cierto es que en esta misión las condiciones son manifiestamente mejorables (porque esto de vivir a la intemperie no es precisamente para echar las campanas al vuelo), pero ¿quién no pagaría lo que fuera por entrar a formar parte de este “Cuerpo” liderado por el Señor? ¿Alguien piensa que no está hecho para él? En la comunión con Jesús, el de Nazaret, los héroes encontrarán su causa; los cobardes, la fortaleza que les falta; los decididos, el respaldo para “echarse a volar”; los indecisos, apoyo incondicional; los pecadores, la versión más radical y gratuita del amor a través del perdón… Y todo esto sin estar atados por un contrato ni por cláusulas engañosas. Basta con seguir sus pasos. Todos son bienvenidos y necesarios. Las redes son pesadas, y se necesita el esfuerzo de todos para arrastrar y atraer a uno solo, y a grandes masas.
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“Católicos y anglicanos podemos trabajar juntos en justicia social, y también en lo teológico”
“Si el documento sobre la Justificación se hubiera firmado en el siglo XVI, Lutero no hubiera sido expulsado”
La guerra civil y la represión franquista para nosotros fue un desastre. Tres de nuestros párrocos fueron fusilados en el bando franquista. El estado nos expropió 17 escuelas y 26 edificios, de los cuales nunca nos ha dado compensación
(Jesús Bastante).- Comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Con este motivo, desde RD hemos preparado una serie de entrevistas para dar a conocer la realidad de las confesiones cristianas no católicas en España, los retos y puntos de acuerdo para avanzar en el camino ecuménico. Hoy nos acompaña Carlos López, el máximo responsable de la Iglesia Anglicana en España.
¿Quiénes son los anglicanos en España? ¿Cuántos son, dónde están, cuál es su presencia en nuestro país?
La comunidad en España es pequeña, aunque yo diría que con bastante influencia y presente en casi todas las provincias españolas. Se estableció en 1868. En 1880 elegimos a nuestro a nuestro primer obispo diocesano y nacional, que era Juan Bautista Cabrera. Y desde entonces desarrollamos nuestra vida y nuestra presencia en España de una forma normal. En el siglo XIX, con bastantes contactos con el partido liberal y progresista. Sagasta fue un gran amigo de nuestro primer obispo.
La guerra civil y la represión franquista para nosotros fue un desastre. Tres de nuestros párrocos fueron fusilados en el bando franquista. El estado nos expropió 17 escuelas y 26 edificios, de los cuales nunca nos ha dado compensación. Y un diputado del parlamento español de la antigua Unió democrática, que pasa por ser un partido demócrata cristiano, me dijo, en una ocasión en la que le hablé de una compensación, dándome una palmadita en el hombro: uy, señor obispo, si el estado tuviera que compensar a todos los damnificados por la guerra civil, entraríamos en bancarrota. Así que no espere usted ninguna compensación. De hecho ni la masonería, que también recibió numerosas expropiaciones, ni nosotros, hemos sido nunca compensados. En los sindicatos sí, por razones políticas, se les compensó todo.
Como le decía, se nos expropiaron bastantes edificios, varios de nuestros clérigos fueron fusilados, otros fueron al exilio, otros murieron prácticamente en la indigencia y en la persecución, y esto retrasó mucho nuestra presencia en España.
A partir del Decreto de tolerancia del 67, la Iglesia se estableció un poco mejor.
Estamos hablando de España hace 40 años.
Sí, no hace tanto. En los años 80 comenzamos a organizarnos en antiguas parroquias, y hoy creo que puedes encontrar una parroquia anglicana en casi todas las provincias de España. En Santander, no tenemos, y algo de Castilla la Mancha, tampoco. Pero en todas las demás tenemos presencia.
La catedral, que es que es una preciosidad, está al lado del Museo Romántico, muy cerca también de la iglesia de San Antón. Es vecino, prácticamente del padre Ángel.
Esta catedral se comenzó en 1880, con un boceto de uno de nuestros miembros más ilustres del siglo XIX, que fue Juan de Madrazo y Kuntz, hermano de Federico de Madrazo, arquitecto que hizo el primer boceto. Y luego, el mismo arquitecto que comenzó la Almudena, Jaume Repullés y Segarra, finalizó nuestra pequeña catedral. Es una catedral tipo neogótica-ecléctica, madrileña.
Muy bonita y con buena acústica, además. Estamos hablando de ecumenismo y muchas veces nos olvidamos de que el ecumenismo se hace conversando y se construye reino, también viviendo. Tenéis unas oraciones al estilo taizé, que probablemente es una de los grandes ejemplos de ecumenismo práctico la Comunidad de Taizé, desde hace muchos años. ¿Cuál es vuestra visión acerca del trabajo ecuménico que se está realizando en España?
Yo diría que el ecumenismo en España, como es normal, pasa por diferentes fases. Durante el tiempo del papado de Juan Pablo II, los ecumenistas hablan de una “edad de hielo”, ya que Juan Pablo II fue bastante frío en su acercamiento a las otras iglesias, posiblemente por su background de venir de un país anteriormente comunista, etc.
A partir de esa “edad de hielo”, que sucedió a la “edad dorada” después del Vaticano II, sobretodo con Pablo VI donde el ecumenismo se desarrolló mucho, Ratzinger dio unos pasos muy importantes, y el papa Francisco, todavía mucho más importantes.
A nivel mundial estamos así, y España es un reflejo de lo que el Vaticano o las altas directrices de este, apuntan. Yo he visto que las propias acciones del Papa tienen su reflejo en España.
Da la sensación de que en este pontificado, España va un poquito como a rebufo del Papa, va más despacio.
Yo era muy joven cuando el Vaticano II estaba terminando. Pero recuerdo que decían que a España le costaba más acercarse a recibir la cosa del Vaticano. Y creo que en parte puede ser normal. España es un país que tiene sus propias características. Y no olvidemos que para los anglicanos españoles, la guerra civil y los 40 años de dictadura fue una tragedia, pero también para la propia Iglesia católico-romana, que entre sus jerarcas tuvo personas que habían estado en el bando nacional y que durante 40 años estuvieron dirigiendo la Iglesia española en una actitud muy de aquella época y de aquella circunstancias. Y no podemos pensar que eso no tiene ninguna consecuencia que llegue hasta nuestros días.
¿Cómo es la relación con Osoro, el arzobispo católico de Madrid? ¿Ha cambiado respecto a la etapa anterior?
Sin lugar a dudas. Tengo que decir que con el anterior arzobispo y cardenal, las relaciones fueron muy correctas. Rouco fue tan amable de invitarme un día a comer cuando acababa de llegar como obispo anglicano a la sede de Madrid. Yo también le invité a comer un día en nuestra catedral y él aceptó. Pasamos un rato muy agradable. Las relaciones siempre han sido correctas y yo me he abstenido siempre de juzgarle, porque no es mi Iglesia y no la conozco.
Con el actual cardenal, don Carlos Osoro, son más cordiales porque es un hombre más cercano en sus relaciones. Como lleva poco tiempo todavía como obispo, estoy seguro de que las relaciones serán muy positivas. Otros obispos, puesto que nuestra Iglesia anglicana tiene una presencia nacional, en general tienen muy buenas relaciones con nuestra Iglesia.
El actual presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Blázquez, es un hombre entrañable en todos los aspectos. Un hombre tolerante, y desde mi punto de vista, además de amable y ser un buen teólogo, una persona con la que da gusto hablar. Lo mismo tendría que decir del arzobispo de Valencia, a quien conozco hace 25 años, y que a veces ha sido muy criticado. Sin embargo, me parece una persona entrañable, y en el caso del ecumenismo, siempre muy abierto. Ha estado en diálogo en nuestra parroquia en Valencia, siempre ha encontrado un eco en la archidiócesis de Valencia muy grande, y algunos de nuestros teólogos y párrocos siempre han sido muy bien recibidos.
Pero ¿te sientes entre iguales? Por tu cargo tienes que estar presente en muchas ceremonias, muchos actos representativos, en los que hay muchos obispos católicos.
A veces sí y a veces no. Depende de las personas. Ya sabes que estas cuestiones dependen del que te recibe. El que te recibe te puede hacer sentir muy bien, o como una persona de segunda clase. A mí no me importa, en realidad yo intento cumplir mis funciones como obispo anglicano, representar a la comunión anglicana, que son más de ochentas millones de personas en el mundo.
¿En qué cosas podemos trabajar anglicanos, católicos, evangélicos, para promover esa unidad en lo teológico y también en la práctica?
Desde que terminó el Vaticano II y desde que el Consejo Mundial de Iglesias ha ido elaborando algunos documentos, hay varios aspectos en los que podemos ser una voz unida y conjunta, aspectos como el de la justicia social, o de la igualdad.
En esas periferias existenciales de las que habla el papa Francisco.
Pues sí, podemos trabajar en lo social y también en lo teológico. Existe, con los anglicanos, una comisión conjunta católico-romana-anglicana que desde los años 70 viene elaborando documentos que son relevantes para católicos y para anglicanos. Debemos hacer todo que podamos de forma conjunta, porque Jesús nos llama a la unidad. Si todo lo que podemos hacer de forma conjunta no lo hacemos, para mí sería un pecado de omisión.
¿Pero unidad debe ser absorción o debe ser diversidad?
Desde el punto de vista anglicano, la unidad siempre tiene que ser en la diversidad.
Nosotros somos una comunión muy diversa y muy plural e intentamos estar en comunión a pesar de las diferencias y de las tensiones. Yo creo que ese tipo de comunión es la más importante. La uniformidad no ayuda a nadie, primero, porque Dios nos ha creado a todos únicos e irrepetibles. La uniformidad es un riesgo que no interesa.
Pero creo que la unidad y la diversidad en la pluralidad, respetándonos como cristianos, es bastante posible.
Hace unos meses Justin Welby y el papa Francisco mantuvieron un encuentro en el que rezaron juntos Vísperas. Firmaron un documento y también reconocieron los errores de cada una de las confesiones y esos pecados de omisión y de no apostar decididamente por la unidad. Reconociendo que hay problemas complicados, como la ordenación de las mujeres… ¿Cuáles son los puntos intocables para esa unidad y hasta qué punto tanto Francisco como Welby, que parecen tener una sintonía total, pueden trabajar para que esto deje de ser una utopía y se convierta en un camino real?
El camino de la unidad ya es una realidad. Caminamos juntos. Desde que el Vaticano II proclamó todos estos decretos sobre ecumenismo, ya hay unas directrices por parte de la Iglesia católico-romana.
Por parte anglicana, siempre hemos dicho que nuestra vocación es la unidad de los cristianos. Entonces, estamos dispuestos a trabajar con todo aquél que confiese a Jesucristo como señor de su vida. El camino está hecho.
Tanto el arzobispo Welby como el papa francisco fueron elegidos en unas fechas próximas y con unas circunstancias muy parecidas. Con un bagaje parecido, ninguno de los dos viene de la diplomacia vaticana o de la anglicana, sino que vienen de un ambiente más parroquial, con una cierta experiencia.
El arzobispo Welby, aunque su experiencia como obispo fue corta, estuvo en la diócesis de Durham, en donde hizo un trabajo magnífico de reorganización y de animación de la diócesis. Ambos tienen muchos puntos en común y se entienden bastante bien. Son un signo de esperanza para las dos confesiones.
De todas formas, el papa Francisco ha hecho algo que a mí me parece muy relevante, que es su visita a Suecia y su presencia en Lund. Yo fui el único español oficialmente invitado a estar en la catedral de Lund por una razón, la de que anglicanos y luteranos somos en Europa una única comunión actualmente. Es una comunión unida.
Me encantó ver al Papa y al presidente de la Federación Luterana Mundial firmar los documentos, intercambiarlos, celebrar juntos esa unidad.
El documento es muy interesante y sobre él está, en parte, basado el octavario de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos: “Del conflicto a la comunión”. Es la idea de cambiar nuestras mentes. De pasar de ser personas e iglesias en conflicto, a personas que están buscando la comunión, y en comunión. Es una transición difícil pero importante, y es a la que nos llaman estos documentos. Leer más…
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