La extraña palabra Felicidad
De blog Amigos de Thomas Merton:
“La noche pasada, después de una vigilia de oración en la capilla del noviciado (de hecho, no estuve a la altura de las circunstancias, anduve un tanto desorganizado y distraído), me fui a la cama en el eremitorio ya tarde en la noche. Todo tranquilo. Ninguna luz encendida ni en la granja de Boone ni en la de Newton. Frío. Estuve tumbado en la cama tomando conciencia de que Yo era feliz. Dije la extraña palabra felicidad y comprendí que estaba allí, no como una cosa u objeto, simplemente estaba presente. Y yo era eso. Al dirigirme esta mañana al monasterio, contemplando el manto de estrellas que se extendía por encima de las ramas desnudas del bosque, me impactó súbitamente el pleno revestimiento de sentido, si es que se puede hablar así, que muestra cada cosa. Sentia que la inmensa misericordia de Dios me protegía, que el Señor en su infinita bondad había vuelto su rostro hacia mí y me había hecho el don de esta vocación por puro amor, que este había sido siempre su propósito, que mis temores, quebraderos de cabeza y desesperación habían sido desproporcionadamente alocados y pueriles. Independientemente de lo que cualquiera otro pueda hacer o decir, independientemente de lo que pueda dictar o valorar, todo es irrelevante en la realidad de mi vocación a la soledad, incluso a pesar de que yo no soy un eremita típico. Tal vez todo lo contrario. No importa como se me pueda o no clasificar. A la luz de este simple hecho del amor de Dios y de la forma que el mismo ha tomado en el misterio de mi vida, las clasificaciones resultan irrisorias. No tengo ya la mínima necesidad de ocupar mi mente con ellas, si es que alguna vez lo hice, al menos con referencia a este tema.
La única respuesta es salir de tí mismo con todo lo que eres, que es nada, y arrojar esa nada en acción de gracias a Dios, que es el que es. Todo discurso es impertinente. Destruye la simplicidad de ese no ser nada ante Dios al dar a entender que nada ha sido algo. “
9 de diciembre de 1964.
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Thomas Merton.
Diarios.
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