La vela de la Navidad
He hecho varias veces la prueba. Me he puesto debajo de unos focos de luz de esos que iluminan las calles ahora en Navidad y no he conseguido ver las estrellas, Esos focos me ofuscan y me impiden ver
Por eso, hemos pensado en nuestra parroquia, poner en cada casa una vela pequeña de cera. Da poca luz pero ilumina y deja ver.
Queremos celebrar que Jesús es luz con su palabra y sus hechos. No le dejamos iluminarnos demasiado, pero sí que en ocasiones nos alumbra la vida.
Comprendemos que cada uno de nosotros somos luz con nuestra vida, nuestro testimonio, nuestra conversación.
Debajo de la vela encendida ponemos carteles, cada día uno: gracias por la luz que nos dan los abuelos, la familia, los niños, los jóvenes, el cursillo de memoria, la comida, el trabajo, la música, el tener casa y calor, la gimnasia de los abuelos, la banda de música.
Queremos iluminar un poco el pueblo y con nuestras lucecitas, se puede pasar por la calle.
Ahora en invierno hay mucha noche y muchas nieblas. Para no desanimarnos demasiado, cualquier pequeña lucecita nos alegra y nos da esperanza.
Nos quejamos de las tinieblas que hay en la vida, pero aquí tenemos la suerte de ver la Luz que ilumina a todas las generaciones y con cuatro villancicos, unas cariñadas, alegramos la vida a los enfermos y hasta mandamos un poco de esperanza a los presos de la cárcel, y a las familias que lo pasan mal. Porque Jesús es la Luz del mundo.
Podemos poner lucecitas de esas que van en cadena, pero preferimos las velas: se van gastando, se van derritiendo y hasta dan un poquito de calor como nuestras vidas. Vamos aprendiendo a ser luz del mundo, sin deslumbrar, sin ofuscar, pero fuertes y capaces de resistir ante el viento de las dificultades.
No dejamos apagar el pábilo. Y como nos dijo Él, aprendemos a mantener encendida la luz por vacilante que esté.
Hay velas más gordas y otras delgaditas. Todas dan un poquito de luz y hasta las podemos cambiar de habitación o de ventana.
Miro al Belén. Y me imagino el portal iluminado por la luz de un tronco ardiendo, por alguna tea, o por alguna vela. Seguro que no había bombillas, a no ser que llamemos así a las estrellas
A la luz de la vela, vislumbramos el rostro de Jesús. Luego ya vemos que es un Sol, que ilumina toda la humanidad.
Duran mucho nuestras velas, porque no las he comprado en cualquier tienducha. Son de cera natural. Y así me hace feliz toda la navidad. Una gran Luz ha brillado entre nosotros: Jesús hecho hombre.
Que tu vela luzca en esta Navidad.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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