De vez en cuando tenemos voces de una parte de la jerarquía católica (gracias a que no se trata de la totalidad de la misma) que tratan de defenderse de lo que ellos llaman ideología* (o teoría) de género, justificando así su concepto monolítico de familia con padres e hijos heterosexuales. Sin embargo, ¿Quién no es consciente de que las familias son diversas y plurales? Pueden ser homoparentales, monoparentales, donde los cuidadores son los abuelos, donde son madres o padres solteros, donde es la hermana o hermano mayor, etc.
A través de la historia, y desde el principio de los tiempos y según las diferentes sociedades, culturas, el concepto de familia ha variado; sin embargo, un sector religioso sigue defendiendo lo que ellos entienden por familia tradicional, es decir, heteropatriarcal.
El cardenal de Valencia (España), Antonio Cañizares, arremetía contra el “imperio gay” y la “dictadura” de la “ideología de género”. A no pocos les resultaron hostiles tales palabras y le denunciaron. En su defensa parecían salir posteriormente el obispo de Getafe, Joaquín María López de Andújar y su auxiliar José Rico Pavés, comunicando que Cañizares “está siendo víctima de una campaña de desprestigio e insultos verdaderamente inaudita, y todo ello por ejercer su libertad de expresión denunciando el mal que representa para la familia y para la sociedad la ideología de género…el ataque más insidioso a la institución familiar”.
Hace unos años el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla (el pleno del Ayuntamiento de Alcalá lo votó como persona non grata), mientras RTVE retransmitía sus palabras un Viernes Santo, dijo desde el púlpito que los gays “encuentran el infierno …llevados por tantas ideologías, que les hacen no orientar bien lo que es su sexualidad humana; piensan ya desde niños que tienen atracción hacia personas de su mismo sexo y, a veces, por comprobarlo, se corrompen y prostituyen”, como si la orientación sexual o identidad de género se pudieran elegir según amanece cada día. También varios colectivos le denunciaron.
Como dice el refrán, Dios los crea y ellos se juntan: López de Andújar, Rico Pavés y Reig Pla firmaron una hostil carta pastoral contra la ley integral de transexualidad (exactamente Ley de identidad y expresión de género e igualdad social y no discriminación) de la Comunidad de Madrid. Parece que buscaron apoyos adicionales que firmaran tal carta, pero incluso el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, no dio su apoyo a la misma.
Viene bien recordar parte (en este caso del preámbulo de la misma) de esta recientemente aprobada ley integral de transexualidad:
“La transexualidad es un fenómeno presente en todas las culturas de la humanidad y en todo tiempo histórico. Los estudios científicos de todo orden nos enseñan que las manifestaciones de identidad de género del ser humano son variadas y que cada cultura hace su propia interpretación de este fenómeno. Las respuestas que las distintas sociedades han dado a esta realidad humana han sido muy diversas a lo largo del tiempo y en las distintas geografías de nuestro mundo. Algunas sociedades han aceptado en su seno una realidad de género no estrictamente binaria y han articulado mecanismos sociales y leyes que promueven la integración de las personas trans en la sociedad. Otras, por desgracia, han manifestado diversos grados de rechazo y represión de las expresiones de identidad de género provocando graves violaciones de los derechos humanos de las personas trans.
La definición del sexo-género de una persona va mucho más allá de la apreciación visual de sus órganos genitales externos en el momento del nacimiento, y ─ como estableció el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, tras una decisión adoptada por unanimidad, en dos importantes sentencias de 2002─ no es un concepto puramente biológico, sino, sobre todo, psicosocial.
La Ley sigue en su definición de identidad de género y expresión de género el criterio de la Agencia de Derechos fundamentales de la Unión Europea que a su vez obtuvo la definición tras un extenso trabajo de consulta con las principales organizaciones trans europeas e internacionales. El concepto de identidad de género se refiere a la vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la siente profundamente, incluyendo la vivencia personal del cuerpo, y otras como la vestimenta, el modo de hablar y los modales. La identidad de género está generalmente acompañada del deseo de vivir y recibir aceptación como miembro de dicho género, e incluso del deseo irrenunciable de modificar, mediante métodos hormonales, quirúrgicos o de otra índole, el propio cuerpo, para hacerlo lo más congruente posible con el sexo-género sentido como propio”.
Bien les vendría leer y releer esta ley, que ofrece excelente información, protección y derechos, que no resta a nadie, a algunos de estos obispos, como también es el caso de Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, quien se negó a confirmar a una persona transexual. O al cardenal emérito Fernando Sebastián (designado por el actual Papa Francisco) quien definió la homosexualidad como “una deficiente sexualidad que se puede normalizar con tratamiento”.
El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, se suma y arremete contra lo que designan ideología de género. En su libro Sexo con Alma, viene a decir que el “sexo homosexual no puede recibir aprobación en ningún caso” o que “ la masturbación es una especie de violencia sobre el cuerpo, porque pretende arrancarle el placer, sin vivir a cambio la verdad del amor que le da sentido”.
Algunos que hemos leído los evangelios varias veces no imaginamos a un Jesús de Nazaret, quien hablaba y actuaba con frecuencia con libertad, quien rompió tantos moldes de su época, diciendo este tipo de cosas. Es más, no nos cuesta nada imaginarlo celebrando el amor de muchas parejas y familias, diversas todas ellas.
El prelado de Tenerife, Bernardo Álvarez, llegaba a decir que “la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y la sociedad”.
¿Es así, o quizás son estas afirmaciones las que no ayudan a crear una sociedad inclusiva, diversa, respetuosa, libre? ¿Son sólo pataletas para ponerse a la defensiva ante el creciente número de leyes que van siendo aprobadas para facilitar la igualdad y protección de las personas LGTB?
Poco han ayudado tales afirmaciones, por ejemplo, al director del colegio Juan Pablo II, de Alcorcón, quien sale en defensa de estos obispos y escribió una carta al inicio de curso a padres y alumnos llamando a la antes citada ley de transexualidad “ley de ideología de género”, tachándola de dogmática, discriminatoria contra quien piensa diferente, impositiva. “El parecido con el fanatismo es inquietante” llega incluso a mencionar. También fue denunciado el caso ante la Consejería de la Comunidad de Madrid, quien encargó al Servicio de Inspección Educativa un informe para ver si procede iniciar un expediente sancionador y el mismo inicialmente manifestó no compartir “el contenido de dicha carta puesto que manifestaciones de este tipo no contribuyen al buen entendimiento, respeto y tolerancia que son necesarios para el desarrollo de un buen proyecto educativo”.
El fin de semana del 28 al 30 de octubre pasado, el Fórum Europeo de Grupos Cristianos LGTB, con más de 30 años de existencia, y recientemente reconocido por el Consejo Europeo con estatus participativo, celebraba un seminario en Budapest bajo el título Retando el Movimiento Cristiano Antigénero en Europa; en el mismo participaban representantes de colectivos LGTB y/o por los Derechos Humanos, provenientes de España, Italia, Alemania, Armenia, Eslovenia, Eslovaquia, Moldavia, Suiza, Reino Unido, Bélgica, Hungría, Austria, etc. En el mismo se analizó cómo tal movimiento actúa contra lo que designan ideología de género, tratando de imponer un solo y único modelo de familia, modelo contra quien nadie trata de atentar, pero que en su defensa, algunos representantes de la jerarquía católico romana, de la ortodoxa y otras, y algunos de sus seguidores tratan de limitar el derecho de otras familias o personas.
La Doctora en Teología Rita Perintfalvi, quien dio una de las conferencias en este Fórum, que trabaja, publica y enseña principalmente en Budapest y Viena, en su excelente exposición ilustró el fundamentalismo que alimenta al movimiento antigénero, cómo actúa, se nutre, excluye, condena, se opone a la libertad. En sus palabras:
“El escenario más grave probablemente sería, que la guerra cultural que ataca los estudios de género y principales corrientes de género nos llevase a una situación donde a uno ya no le estuviese permitido hablar sobre igualdad de género, o donde ciertos grupos de gente tengan que sufrir incluso más discriminación y odio del que ya han recibido por su orientación sexual. Y quién sabe qué más se oculta bajo esta máscara de kulturkampf, cómo es la cara del nuevo fundamentalismo político y religioso en el siglo 21.
La teología tiene que llevar una responsabilidad social consigo: Si algunos procesos se han establecido en la sociedad para amenazar la igualdad social y dignidad humana, la teología no ha de quedarse en silencio. La fe vivida con responsabilidad es lo que puede liberarnos de la injusticia social, opresión, pobreza y exclusión. Una sociedad justa puede sólo salir adelante si somos capaces de descubrir el rostro del Dios sufriente en el rostro de nuestros semejantes humanos que sufren discriminación. No debemos pasar sin hacer nada”.
(*) En palabras de Ratzinger:
“La ideología de género es la última rebelión de la creatura contra su condición de creatura.Con el ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo…con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo”.
Aurelio Lepe
Fuente Fe Adulta
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