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Cristo Rey: Reinaré en esta casa, reinaré en el mundo

Domingo, 20 de noviembre de 2016

15032717_685838261593369_7808546997212423734_nDel blog de Xabier Pikaza:

Varias veces he tratado del tema, y hoy vuelvo para comentar las tentaciones de Jesús , que son básicamente las del Reino (que él rechazó).

Pero más que las tentaciones de Jesús y de su reino en el pasado me interesan las tentaciones propias del Jesús de la Iglesia actual , pues ella ha podido caer bastantes veces en la tentación del Reino, en contra de Jesús (como ponía de relieve, de forma emocionada y profética, el Cardenal Y. Congar en varios de sus libros y memorias, que cito en mi Historia de Jesús).

El tema del Reino de Jesús (¡y de la Iglesia!) está lleno de imágenes y proyecciones políticas, que vienen desde Constantino hasta los vencedores de la guerra española del 1936-1938 (imagen) y Guerrilleros de Cristo Rey, de infeliz memoria en nuestra tierra.

Es un tema que no se encuentra aún resuelto, pues muchos quieren seguir teniendo una Iglesia entendida como Reino (¡dictadura!) sobre las conciencias, no en sentido puramente político, pero sí de imposición social

No quiero tratar de Cristo Rey arriba (en el puro cielo), sino de la tentación de un tipo de Reino en este mundo, un Reino de fondo religioso (falsa ideología) que corre el riesgo de volverse infierno para miles y millones de personas, sin pan, sin verdadera libertad, sin autonomía de conciencia.

En esa línea insisto en el infierno de este mundo, que es el anti-reino, señalando con un adagio latino que ubi Diabolus ibi et Infernus, esto es, donde está el Diablo, aquello es infierno. Ofrezco una reflexión tomada de un documento clásico de Dostoievsky, pero adaptándolo y aplicándolo a nuestras circunstancias económicas, sociales e intelectuales, desde la perspectiva de las tentaciones de Jesús.

historia-de-jesusDel infierno en el mundo trata el relato de las tentaciones de Jesús, que trazan con tona nitidez un programa de anti-reino (esto es, de Diablo), no de Reino, en este tiempo duro en el que entramos, inquietados muchos de nosotros por el efecto Trump, pero olvidando quizá que gran parte de los gobernantes de hecho son como Trump, pero con careta, incluso peores que él.

Buscamos el Reino del Pan (¡nuestro pan, nuestro capital!), hablando de votos y de democracia, pero con gobiernos al servicio de los poderosos (es decir, del mismo capital), inventando para ello una ideología del progreso y de la seguridad de fondo falsamente religioso, apelando incluso a las Iglesias.Así lo mostraré en las reflexiones que siguen, que no tratan de política en sí, sino de evangelio y de iglesia.

El problema, a mi juicio, no está en cambiar el gobierno (aunque unos gobiernos pueden ser mejores que otros), sino en cambiar los principios y estructuras de la vida humana, empezando por el pan/economía (al servicio de todos), y siguiendo por el poder político (que no ha de ser un arte de dominio, sino de comunicación en libertad), para culminar en la ideología, que es el pensamiento (religión) como experiencia de libertad compartida, en gratuidad.

Quiero con estas reflexiones, quizá intempestivas, trazar el sentido de este día de Cristo-Rey, superando las tentaciones de un reino diabólico. Buen día de Cristo Rey a todos a todos.

Imagen 1. Ingenua (y falsa) propaganda de la posguerra española… Digo ingenua, porque la situación actual es más pervera ¿Se podría hoy poner un letrero: Reinaré en el Capital, reinaré en el mundo?
Imagen 2. Portada/puerta de mi libro sobre Jesús, de donde he tomado las reflexiones de esta postal, en una línea de comunión económica, comunicación social y libertad de conciencia, iluminada por la verdad.

Introducción. Texto de Marcos

Quiero así citar, como si fuera comienzo de Cuaresma (más que día de Cristo-Rey), el texto de las tentaciones de Jesús. Los investigadores saben, desde antiguo, que no se trata de un dato histórico, que deba tomarse al pie de la letra, como algo que pasó a Jesús en un sentido externo. Pero, en un plano más profundo, ellas pertenecen a la historia del despliegue de la conciencia de Jesús y de su identidad mesiánica, como lo han mostrado as dos “fuentes” básicas de su vida: el evangelio de Marcos y el texto Q, transmitido por Lucas y Mateo. El texto de Marcos dice así:

images

En seguida, el Espíritu le impulsó al desierto,
y estuvo en el desierto cuarenta días,
siendo tentado por Satanás. Estaba con las fieras,
y los ángeles le servían (Mc 1, 12.13).

Este relato no quiere narrar un hecho de la historia de Jesús, sino que ofrece una interpretación de conjunto de esa historia, desde la perspectiva de la creación (es el hombre de Gen 2-3) y la constitución del pueblo israelita (es el pueblo de Israel en sus cuarenta años/días de desierto: libros del Éxodo al Deuteronomio). Jesús aparece así como el verdadero Israel (que ha pasado el Mar Rojo: Bautismo), como el hombre verdadero, de manera que su historia es “la historia del hombre”, el comienzo de la nueva humanidad.
En este contexto se dice que “fue tentado por Satán”, en palabra que no alude a un hecho concreto, sino a toda la vida de Jesús, que ha sido una vida de revelación del Espíritu de Dios y de prueba de Satán, la prueba final, la victoria de Dios sobre lo diabólico. En ese contexto se añade que Jesús “estaba con las fieras y los ángeles le servían”, indicando así que su vida es la vida del verdadero Adán-Eva, el nuevo ser humano.

Texto de Mateo y Lucas (Q):

A diferencia de Marcos, la tradición del Q (recogida por Mt 4, 1-11; Lc 4, 1-13) ha desarrollado esa “tentación” de Jesús de una forma mesiánica, en tres tentaciones, que no pueden entenderse tampoco de forma “historicista”, pero que son históricas en el sentido más profundo de la palabra. Ellas trazan el sentido más profundo de la historia de Jesús, mirada desde una perspectiva económica (posesión de bienes), política (control de los medios del poder) e ideológico/religiosa (producción y posesión de ideas):

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó, diciendo: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. (Mt 4, 1-11) .

Contexto

Estas tentaciones ofrecen la visión más luminosa y actual de las exigencias y riesgos sociales del Reino de Jesús. El evangelio no es una evasión idealista, sino un programa de “lucha” contra los poderes diabólicos. Para exponer el sentido de esa lucha escribieron los separados de Qumran su Manual de Guerra (4QM); para darle nuevo contenido han escrito Mt 4 y Lc 4 este espléndido relato que recoge, en el principio de la historia de Jesús, el sentido de conjunto de su obra.

En ese sentido decimos que es un relato histórico, pues recoge e interpreta, de un modo conjunto, el sentido de la historia de Jesús, a los pocos años de su muerte, desde la perspectiva del documento Q, que completa y matiza la perspectiva de Marcos.

Así resumieron y entendieron la historia de Jesús algunos de sus primeros seguidores. Como los héroes del mito, Jesús debe superar las pruebas que le presenta el tentador:

(a) Le dicen que utilice su autoridad para hacer las piedras se hagan pan, pues el hambre aprieta entre las gente. El Diablo quieren, pan-dinero, para así dominar, no para alimentar a los pobres.

(b) Le dicen que asuma el poder, porque es grande la opresión de los gobiernos pervertidos, especialmente el de Roma. Quieren que se haga Rey, dominando así con fuerza buena y sujetando a todos los perversos.

(c) Le dicen que realice milagros externos de tipo religioso, es decir, social al lado del templo (templo del capital), para que los hombres superen su angustia y puedan lograr seguridad sobre la tierra.

Tales son las tentaciones que sitúan a Jesús en la línea de los “poderes” de clase que dominan sobre el mundo:el poder político, religioso y económico, que el relato de las tentaciones de Mateo y Lucas presentan con un orden distinto, partiendo los dos del económico/pan.

Lucas pone despues del pan el poder político/reino y culmina en el religioso/templo.
Mateo, en cambio, pone primero el poder religioso y sitúa al final el político.

Tanto uno como otro interpretan a Jesús desde el contexto de un poder de reino, y sitúan su historia en el contexto de los grandes problemas de la humanidad, aunque desde la perspectiva israelita, en la que todavía se mueven (por la referencia al templo). Éstas son las tentaciones del Reino de Jesús, tal como las ha desarrollado el evangelio. Hoy se podría matizar esa propuesta, pero los textos de Mateo y Lucas siguen siendo muy actuales.

Como he dicho, estas tentaciones no pueden entenderse como un hecho histórico, datable en el comienzo de la actividad de Jesús, aunque es muy probable que, iniciando su mensaje, él haya debido superar alguna prueba, sino como expresión del conflicto permanente de su vida y de su obra: son muchos los judíos de su tiempo que habrían optado por el Diablo, muchos los cristianos posteriores que han seguido al Tentador, pues la Iglesia sigue estando en la misma situación de prueba y debe decidirse (y ha optado muchas veces por el Diablo, como solía decir el Cardenal Congar, y dice de otra forma el Papa Francisco).

En esa línea, Mateo y Luchas describen las tentaciones de Jesús como paradigma permanente de prueba y victoria mesiánica, en línea de anti-reino y reino verdadero. Toda la vida y opción de Jesús se encuentra resumida en ellas, como ha visto certeramente Dostoievsky (en un contexto que deberíamos precisar, pero que sigue siendo significativo):

Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente, en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuese posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del Espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, para anotarlas en los libros, y a este fin se congregase a todos los sabios de la tierra… ¿piensas tú que toda la sabiduría de la tierra reunida podría discurrir algo semejante en fuerza y hondura a esas tres preguntas que, efectivamente, formuló entonces el poderoso e inteligente Espíritu en el desierto?…

Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas las tres imágenes en que se funden todas las insolubles antítesis históricas de la humana naturaleza en toda la tierra (Los hermanos Karamásovi, en Obras completas, III, Aguilar, Madrid, 1964, 208)

1º. Tentación. El Infierno es la economía posesiva y destructora.

«Si eres hijo de Dios di a esas piedras que se vuelvan alimento» (cf. Lc 4, 3). Así argumenta el Diablo, con lógica perfecta: si Dios nos ha creado y sacado de Egipto (esclavitud) es evidente que debe alimentarnos. Son millones los hambrientos: si hay Dios, debe resolver su problema. Jesús ha respondido que «no sólo de pan viven los hombres» (Lc 4, 4), sino, y sobre todo, del don creador de la gracia y de la libertad, es decir, de unas nuevas relaciones humana.

Dostoievsky ha interpretado así la razón del Satán, con palabras de un Inquisidor de Sevilla, en la historia de los Hermanos Karamazov:

«Tú quieres irle al mundo, y le vas con las manos desnudas, con una ofrenda de libertad que ellos, en su simpleza y su innata cortedad de luces, ni imaginar pueden… porque nunca en absoluto hubo para el hombre y para la sociedad humana nada más intolerable que la libertad. ¿Y ves tú esas piedras en este árido y abrasado desierto?… Pues conviértelas en pan, y detrás de Ti correrá la Humanidad como un rebaño, agradecida y dócil. Pero tú no quisiste privar al humano de su libertad y rechazaste la proposición, porque ¿qué libertad es esa -pensaste- que se compra con pan?» (Ibid 208-209).

Es significativo, se ha visto en las elecciones de USA (y en las de España o Inglaterra, por poner tres ejemplos cercanos): No queremos libertad, queremos pan; no queremos justicia, queremos seguridad, un pan que en el fondo es pan del Diablo, no de los pobres.

Como sabemos, en tiempo de Jesús el problema del hambre resultaba intolerable. Jesús mismo pertenecía a la clase de los campesinos sin tierra, de los artesanos precarios, hallándose cerca de los mendicantes y mendigos de diverso tipo.

¿Qué significaba en ese contexto dar pan, convertir las piedras del desierto en pan? Los terratenientes y terratenientes se habían convertido en dueños de un pan que ellos empleaban para imponerse así sobre los pobres. Pues bien, Jesús no quiere asumir ese camino, resolviendo desde arriba el problema del pan, pues con ello acabaría construyendo un nuevo tipo de imposición, más perversa que todas las anteriores, un pan al servicio del poder (es decir, de sí mismo, del Capital, no un pan de justicia para los pobres)

Jesús no quiere “convertir las piedras en pan”, sino cambiar a los hombres, para que compartan el pan. El diablo de Dostoyevsky piensa que “sólo construye del todo el que da de comer” y dice a Jesús: “de haber optado por el pan habrías respondido al general y sempiterno pensar humano: ¿ante quién adorar?”.

Adorar a los que manejan el dinero (economía) desde arriba, convirtiéndonos así en esclavos de la Mamona. Ésta es la primera propuesta del Diablo, para quien el hombre es ante todo “economía” (un estómago) y sometimiento, ésta es la propuesta del un Reino del Diablo.

Pues bien, en contra de eso, para Jesús el hombre es, ante todo, libertad para el amor, de manera que la economía está al servicio de la comunicación humana. Por eso rechaza la propuesta del Diablo, que ha sabido dónde está el primer problema de los hombres, pero que lo ha presentado de forma equivocada, entendiendo el pan en forma de imposición y “milagro” externa.

Jesús sabe con el Diablo que el problema del pan es primordial y por eso lo ha puesto en el centro de su proyecto de reino, pero no en forma de medio para la imposición y división de clases (pan para el poder y para la adoración), sino como expresión de comunión, desde la perspectiva de la palabra, pues el hombre vive de la palabra de Dios y esa palabra se expresa en forma de comunicación del pan, como pondrá de relieve toda la historia que sigue.

2ª Tentación. El Infierno es el poder diabólico/impositivo

«Mostrándole los reinos de la tierra, dijo el Diablo: todo te lo ofrezco…» (Lc 4, 5-6). Largos siglos lleva esperando Israel, sabiendo que frente a los imperios despiadados de la tierra, frente a reyes y señores de injusticia que han regido perversamente el orbe, surgirá un gran día el nuevo príncipe, el Mesías. Su imperio será universal; su duración, eterna. Sobre ese fondo son lógicas las palabras del diablo de Dostoievsky:

«Siempre la Humanidad, en su conjunto, se afanó por poder modo universal. Muchos fueron los pueblos grandes con una gran historia; pero cuanto más grandes, tanto más intensamente que los otros han sentido el anhelo de la fusión universal de los humanos… Si hubieras aceptado el mundo y la púrpura del César, habrías fundado el imperio universal y dado la paz al mundo» (Ibid 212-13).

Podemos extender el argumento. No existiría más carrera de armamentos ni más guerra; vivirían en autonomía los pueblos, reinaría la justicia… Y, sin embargo, Jesús ha rechazado la propuesta porque el poder que se consigue y ejerce dominando a los demás (postrándose ante el Diablo) es alienante. La supresión de disturbios y guerras, la unidad entre los pueblos no se pueden lograr por la violencia.

Pues bien, en contra de ese Reino de Imposición (de la seguridad de los más fuerte, de la opresión de los pobres), el Dios mesiánico de Jesús no quiere autómatas ni esclavos, sino amigos e hijos. No quiere dominador sino justicia, libertad para todos.

Por eso, el despotismo o dictadura perfecta que ofrecen a Jesús viene del Diablo: surgiría un espléndido rebaño, habría muerto el ser humano. En este contexto se entiende toda la historia anterior de Jesús y todo lo que sigue. Él se sabe y quiere ser Mesías, en la línea de David, pero no para conquistar el mundo, como lo hace el César de Roma, sino para ofrecer vida a los hombres en libertad.

Jesús no se ha hecho Rey, no se puede hablar pues en esta línea de una fiesta de Cristo Rey, inventada por los poderosos eclesiales o sociales para justificar su dominio apelando a la Biblia.

Jesús no ha querido el “poder del pan”, es decir, el pan como poder, sino sólo como comunión de amor. Evidentemente, él no puede aceptar el “poder del reino”, entendido como imposición, pues toda imposición en cuanto tal es propia del Diablo. Éste es el enigma del camino mesiánico de Jesús: alcanzar todo el poder en cielo y tierra (cf. Mt 28, 16-20), pero no en forma de dominio sobre los demás (como dice el Diablo, que se presenta en ese plano como Señor universal), sino de servicio humano, en amor, como el de Dios. Toda la historia de Jesús será desde ahora hasta la muerte un despliegue y comentario de este “rechazo del poder” propio del Diablo.

Hay cantidad de detalles históricos que pueden discutirse y se discuten en la historia de Jesús: palabras y gestos que sólo podemos conocer de un modo aproximado, pero hay algo que es seguro:Jesús ha querido ser Mesías sin tomar el poder del mundo, es decir, sin aliarse con el diablo.

Jesús quiere y tiene autoridad, para crear vida y para amar, para enseñar y para curar, para prometer y abrir caminos de esperanza… Pero no quiere ningún tipo de poder, de imposición, porque ese tipo de poder destruye:

“Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros nada eso; al contrario, el más grande entre vosotros sea el menor de todos y el que dirige sea el que sirve” (Lc 22, 25-26), “…porque tampoco el Hijo del Humano (Jesús) ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos” (Mc 10, 44-5).

Un tipo de fiesta de Cristo-Rey, un tipo de Iglesia aliada a los poderes del mundo está mucho más cerca del Diablo que de Dios; no está en una equidistancia entre Dios y el Diablo, sino que se ha entregado al Diablo para decir así, mintiendo, que sirve a Dios.

3ª Tentación. El Infierno es la mala religión.

“Si eres hijo de Dios, lánzate abajo” (cf. Lc 4, 9). Jesús está sobre el pináculo del templo. Los fieles se agitan al fondo, buscando en los rituales un consuelo espiritual, una receta de seguridad en el comercio angustiante de la vida. Todos podrán ver la forma en que se lanza al vacío, observando a los ángeles de Dios que le sostienen, mostrando así que Dios ama a su Hijo, aceptando su evangelio. De esa forma, Jesús obtendrá el poder religioso, que se encuentran vinculado a un tipo de milagro. Pero Jesús sabe que ese poder religioso es del Diablo, no de Dios y por eso responde: “¡No tentarás al Señor tu Dios!” (Lc 4, 12).

Tentación son los medios de engaño y poder que se emplean para dominar a los demás, en nombre de Dios, como pedían por entonces algunos judíos (Mt 12, 38-39; 16, 1) e incluso cristianos (cf. 1 Cor 1, 22; Mc 13, 22). Ésta es la estrategia de aquellos que quieren convertir la religión en poder.

Pues bien, en contra de eso, Jesús sabe que la verdadera religión es el “don de la vida”, la misma vida entregada en amor, gratuitamente, en un camino que culminara en la cruz, siendo camino de amor. Una verdad que se impone no es verdad, un mesianismo que obliga ya no es mesianismo, una religión a la fuerza no es religión, como sabe Dostoievsky, cuando pone en manos del Inquisidor/Diablo estas palabras, dirigidas a Jesús:

Pero tú sabías que en cuanto el hombre rechaza el milagro, inmediatamente rechaza también a Dios, porque el hombre busca no tanto a Dios como el milagro. Y no siendo capaz el hombre de quedarse sin milagro, fue y se fraguó él mismo nuevos milagros y se inclinó ante los prodigios de un mago o los ensalmos de una bruja, no obstante ser cien veces rebelde, herético y ateo. Tú no bajaste de la cruz cuando te gritaron: “¡Baja de la cruz y creeremos que eres Tú!”. Tú no descendiste, tampoco, porque también entonces rehusaste subyugar al humano por el milagro y estabas ansioso de fe libre… Te lo juro: el hombre es una criatura más débil y pequeña de lo que tú imaginaste. Al estimarlo en tanto tú te condujiste como si dejases de compadecerlo, pues le exigías demasiado. De haberlo estimado en menos, menos le hubieses exigido, y esto habría estado más cerca del amor, porque más leve habría sido su peso (Ibid 211).

Ésta es la última tentación: convertir la religión en una forma de poder para dominar a los demás. Son muchos los que quieren que la religión sea milagro, que la experiencia de Dios sea imposición organizada. Pues bien, en contra de eso, Jesús no ha querido imposición, porque “nos ha estimado en mucho”, como dice Dostoievsky. Jesús ha querido que los hombres y mujeres sean lo que son, relacionándose en amor, confiando de un modo directo, unos en los otros.

Algunos piensan que hubiera sido más fácil entablar relaciones con Dios a nivel de prodigio y seguridad. Pero Dios nos ha llamado en amor y respeto radical, sin forzarnos de ninguna manera, sin obligarnos a aceptar el mesianismo de Jesús, sin milagros exteriores, sin imposiciones metafísicas o ideológicas, sin demostraciones. Así tendrá que ir Jesús, de ahora en adelante, desplegando en Galilea un mesianismo de amor, sin comprar a los pobres con pan, sin tomar el poder para imponer desde arriba su proyecto, sin dominar sobre las conciencias. Éste será su camino, éste el sentido central de su historia.

Entendidas así, las tentaciones constituyen un elemento esencial de la biografía mesiánica de Jesús, es decir, de su propuesta de superación de un tipo de Reino como poder mundano.

Sólo entenderemos y podremos contar la historia de Jesús, si ellas están siempre ahí, como clave hermenéutica de toda biografía de Jesús. Así las entendieron los redactores y/o portadores del documento Q, así las asumieron Lucas y Mateo, presentándolas en la primera página de la biografía adulta de Jesús, al lado de la experiencia del bautismo. Son muchos los que siguen apelando, aún dentro de la iglesia, a revelaciones especiales, a seguridades milagrosas, a poderes políticos o económicos. Pues bien, a partir de la respuesta de Jesús y en virtud de su entrega pensamos que no existe otro milagro que la hondura y gracia contagiosa de su vida: ha rechazado el mesianismo de los milagros porque quiere ofrecernos el milagro de su entrega pascual.

Frente a la Ley que sanciona lo que existe (judaísmo normativo) y frente a los prodigios que pueden aparecer como dominio sobre los demás (en la línea de los theioi andres, varones divinos de cierto helenismo), los evangelios han presentado la vida de un Jesús que se ofrece gratuitamente por los otros.

Estas reflexiones están tomadas de mi Historia de Jesús, tal como he dicho al principio. Buena fiesta de Cristo “rey”.

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