Nosotros los santos
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Así pues, ya no son extranjeros, ni huéspedes, sino ciudadanos de la ciudad de los santos; ustedes son de la casa de Dios. Están cimentados en el edificio cuyas bases son los apóstoles y profetas y cuya piedra angular es Cristo Jesús. En Él se ajustan los diversos elementos y la construcción se eleva hasta formar un templo santo en el Señor. En Él, ustedes se van unificando hasta ser un santuario espiritual de Dios. “
(San Pablo, Efesios 2, 19-22)
La llamada a la santidad fue un tema permanente, creciente y en evolución, en la búsqueda personal de Merton. Buscó en su persona, en el mundo, en los signos de su tiempo. Traemos hoy algunas de sus ideas:
Diferentes pero iguales.
“No hay dos santos iguales,
pero todos son como Dios,
como Él,
de un modo diferente y especial.”
(Vida y Santidad).
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Ser yo, sé tú.
“Para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí, ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto, el problema de la santidad y de la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero….Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca…Pero el problema es éste: puesto que sólo Dios posee el secreto de mi identidad, únicamente Él puede hacerme quién soy, o mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad.” (Semillas de Contemplación.)
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Santidad que no se enajena.
“No podemos hacernos santos solamente tratando de huír de las cosas materiales. Poseer vida espiritual consiste en poseer una vida que sea espiritual en toda su plenitud; una vida en la que los actos del cuerpo sean santos por el alma, y en la que el alma sea santa por Dios que mora y actúa en ella. Cuando vivimos una vida semejante, los actos del cuerpo van dirigidos a Dios por Dios mismo y le dan gloria, y al mismo tiempo ayudan a santificar el alma. El santo no es, pues, santificado sólo por el ayuno cuando debe ayunar, sino por la comida cuando debe comer. No es santificado sólo por las oraciones en la oscuridad de la noche, sino por el sueño tomado en obediencia a Dios, que nos hizo lo que somos. No sólo la soledad contribuye a la unión con Dios, sino también el amor sobrenatural a los amigos y familiares, y a los que viven y obran junto a él.” ( Los hombres no son islas.)
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Santidad humanista y social.
“Un cristianismo que menosprecie las necesidades fundamentales del ser humano, no es realmente digno de ese nombre. Y sin duda, nadie pretenderá que la Iglesia no se preocupe por tales cosas. …Es muy importante caer en la cuenta de que el humanismo cristiano no es un lujo que la Iglesia conceda de mala gana a unos cuantos estetas y reformistas sociales, sino una necesidad en la vida de todo cristiano.
No existe auténtica santidad sin esta preocupación humana y social. No basta con entregar donativos deducibles de los impuestos a distintas “entidades caritativas”. Estamos obligados a tomar parte activa en la solución de problemas urgentes que afectan globalmente a nuestra sociedad y a nuestro mundo.” (Vida y Santidad.)
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Thomas Merton
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