Marcelo Crivella, polémico obispo evangélico con historial homófobo gana la alcaldía de Río de Janeiro
En una elección turbulenta, rodeada de polémicas, Marcelo Crivella ganó la alcaldía de Río de Janeiro, Brasil.
La homosexualidad es una “conducta maligna”, un “mal terrible” y una “condición lamentable”. Es lo que escribía en su libro Evangelizando a África el alcalde electo de Río de Janeiro, Marcelo Crivella. Obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Crivella simboliza la pujanza de los grupos evangélicos en Brasil, portavoces en su mayoría de la LGTBfobia más indisimulada.
El pasado domingo tuvo lugar la segunda vuelta de las elecciones municipales en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil. El candidato del conservador Partido Republicano Brasileño (PRB)una organización con once años de trayectoria política. Con el 59% de los votos, Marcello Crivella, se impuso a su rival socialista Marcelo Freixo, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), por cerca de veinte puntos porcentuales. La derecha conquista así otro importante bastión de poder tras desalojar a la presidenta Dilma Rousseff el pasado mes de agosto mediante un procedimiento de impeachment.
Al votar en Copacabana, el religioso prometió dedicarse “a cuidar sobre todo de la salud, educación, transporte y seguridad”. Crivella fue obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, fundada en 1977 por su tío Edir Macedo. El pastor ha subrayado que, más allá de la vida religiosa, tuvo varios oficios antes de convertirse en senador: ingeniero civil, escritor, oficial de reserva del ejército, taxista, profesor universitario y funcionario. Crivella llegó al cargo de senador en 2002 sin haber participado nunca antes en una elección, en gran parte gracias al voto de los fieles.
Desde que comenzó a disputarse la alcaldía de Río en 2004, ha prometido constantemente que la Iglesia Universal no influiría en sus decisiones políticas. Sin embargo, sus declaraciones al respecto son vistas con escepticismo tanto por otros líderes religiosos como por analistas políticos.
Y es que el historial de Crivella es muy desalentador para la población LGTB carioca. El alcalde electo, que tomará posesión en enero, es obispo de la evangélica Iglesia de Universal del Reino de Dios. Tras pasar diez años en África como misionero, escribió el libro Evangelizando a África, en el que califica la homosexualidad de “conducta maligna”, “mal terrible” y “condición lamentable” , y que los gays son víctimas de un “terrible mal”. Dijo, además, que la Iglesia católica “predica doctrinas demoníacas”, mientras que el hinduismo y las religiones africanas albergan “espíritus impuros”. Debido a las repercusiones negativas del texto, durante la campaña electoral tuvo que disculparse por las ofensas que publicara “hace décadas”, “cuando era joven”, después de vivir en un ambiente de guerra y superstición.
En las semanas previas a su elección, Crivella se declaró favorable a las uniones civiles pero no al matrimonio entre personas del mismo sexo, que es legal en Brasil desde 2013. Un cambio respecto a sus posiciones previas, en las que se había mostrado contrario a cualquier reconocimiento de las parejas del mismo sexo. Los antecedentes, sin embargo, no invitan al optimismo.
El pastor Ed René Kivitz, miembro de la Iglesia Bautista del Agua Blanca, dijo a BBC Brasil que la dualidad entre el Crivella religioso y el Crivella político no es más que una “estrategia de campaña”. A pesar de que Crivella intentó desligarse de su papel como miembro de la Iglesia Universal, Kivitz opina que su carrera política se decide “en el horizonte interno de su experiencia religiosa”.
Crivella fue ministro de la Pesca durante el gobierno de Dilma Rousseff y aliado del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (ambos del Partido de los Trabajadores) en varias campañas políticas. No obstante, durante el proceso de impeachment de Rousseff votó “sí” al juicio político de la presidenta.
La elección del pastor evangélico, en una ciudad conocida internacionalmente por sus exuberantes carnavales, ha sido interpretada como otro paso hacia la consolidación del conservadurismo en el país más grande de América Latina. Las preocupaciones apuntan a que su futura gestión agudizará la intolerancia religiosa y dañará la políticas a favor de la equidad de género y los derechos de la comunidad LGTB. Sin embargo, analistas consultados por BBC Brasil creen que algunas alegaciones en cuanto a Crivella son “exageradas”. “Él tuvo que dejar claro que no va a eliminar el Desfile Gay o el carnaval, ni tolerar ningún tipo de persecución hacia las religiones de origen africano”, argumenta Ricardo Ismael, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. “Es una exageración ese tipo de acusación. No sería estratégica para él”, opina Ismael.
La pujanza evangélica, seria amenaza para las personas LGTB
Y es que, a pesar de los avances jurídicos, Brasil sigue registrando un elevado índice de LGTBfobia social, lo que cada año causa la muerte violenta de varios cientos de personas. No es precisamente ajeno a este clima de odio la pujanza del lobby evangélico en ese país, al que en diversas ocasiones hemos hecho referencia (conviene recordar que los evangélicos agrupan ya a un quinto de la población brasileña). Aunque Brasil es el país con más personas católicas del mundo, la comunidad evangélica agrupa al 20% de los brasileños. Entre 2000 y 2010, el número de evangélicos en ese país creció un 61%. La Iglesia Universal, principal denominación Pentecostal en Brasil, es la tercera con más fieles en ese país. . Hace un par de años, por ejemplo, cerca de 100.000 personas convocadas por diversos grupos evangélicos mostraban en Río de Janeiro su oposición al matrimonio igualitario, un derecho reconocido judicialmente en ese país. La convocatoria coincidió con la “Marcha por Jesús”, un evento que anualmente congrega a decenas de miles de fieles evangélicos.
La fuerza de los grupos evangélicos en Brasil también se hizo evidente el nombramiento del diputado homófobo Marco Feliciano como presidente de la Comisión de Derechos Humanos en 2013, cargo que ocupó durante varios meses. Desde ese puesto, Feliciano fue uno de los promotores de una iniciativa para reintroducir las “terapias” reparadoras de la homosexualidad (prohibidas por el Consejo Federal de Psicología de Brasil) que fue retirada solo cuando quedó claro que sería objeto de una contundente derrota en el pleno de la Cámara de Diputados si llegaba a votarse bajo la presión de las fuertes movilizaciones sociales que tenían lugar en Brasil en aquel momento, y en las que participó de forma muy activa el colectivo LGTB.
Pero Feliciano no está solo. Jean Wyllys, el primer diputado abiertamente gay del Parlamento brasileño, denunciaba hace unos meses, a raíz de la masacre homófoba de Orlando, los “delirios homofóbicos” de políticos y líderes religiosos a los que calificaba de “mentirosos” por trasladar “la idea de que gais, lesbianas y transexuales deseamos imponer una ‘ideología de género’ o la ‘cristianofobia’”, advirtiendo que esos discursos “pueden conducir a la barbarie”. Wyllys, que ha llegado a estar amenazado de muerte por su defensa de la igualdad y por su propia orientación homosexual, acusaba directamente a Marco Feliciano, al también diputado Pastor Eurico, al pastor Silas Malafaia, a la psicológa Marisa Lobo y a la pastora y cantante Ana Paula Valadão. También mencionaba a Jair Bolsonaro, que es católico pero defiende la agenda conservadora del Frente Parlamentario Evangélico en el Congreso.
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