Del blog de Xabier Pikaza:
1 del XI del 2016. Fiesta de los amigos de Dios, es decir, de todos los hombres y mujeres, que nos han precedido y que han hecho posible que seamos lo que somos.
Les damos gracias porque han sido lo que son, una fuente de Vida: de su herencia heredamos, con su voz cantamos, de su viva recibimos Vida, con aquel que es un Dios de Vivos, no de muertos (cf. Mc 12, 27), “origen e impulso” de todos los santos.
Quizá debería hablar de la fiesta litúrgica cristiana de “Todos los santos”, que recoge, desde la perspectiva del hemisferio norte, al comienzo del otoño, la experiencia de una culminación del año (del verano), que desemboca en la plenitud de Dios, a quien vemos como Vida o Santidad. Todos los hombres y mujeres que han sido recibidos en Dios y por Dios son santos, “testigos” de lo humano. Así los celebra la iglesia católica, recordando a los que han formado parte de la historia de su salvación: patriarcas y profetas, apóstoles y evangelistas, confesores y mártires, testigos de la vida…
Pero aquí he querido tratar de los santos en sentido más extenso, como un signo de la hondura misteriosa de la humanidad. Más que santos en sentido personal (humano), los tomo ahora como símbolos sagrados, que forman parte de la constelación numinosa de nuestra existencia.
No quiero precisar su tipo de vida concrta (histórica, en el tiempo…), sino presentarlos como aureola de sacralidad, signo de sentido de aquello que somos. No escribo sólo para cristianos o devotos de esta fiesta, sino para aquellos que quieran trazar una lista de antepasados o poderes en el fondo positivos que han hecho posible que seamos lo que somos.
La iglesia católica ha creado una “lista de santos” reconocidos de un modo oficial, recopilados en los libros de los santos y beatos de Roma (entre los últimos están Sor Isabel de la Trinidd, el P. Pavoni, Mons. González o el Cura Brochero, recién canonizados).
Pero la experiencia cristiana de los santos puede y debe ser mucho más grande y ha vinculado a todos los personajes religiosos, a todos los mediadores sagrados, no sólo del cristianismo, sino delas diversas religiones, grandes y pequeñas, de oriente y occidente (en sentido histórico y simbólico).
Entre ellos, los mayores santos son los pobres y excluidos de la vida, como la niña de la segunda imagen. Pero no quiero tratar de esos santos inocentes en especial, sino de las figuras de seres con aureola de santidad, que han ido apareciendo en las diversas religiones y culturas.
En ese contexto más amplio he querido expandir el tema, hablando de los mediadores sagrados, de tipo personal o suprapersonal, de carácter angélico o humano, simbólico y real, que abren sobre el mundo unos espacios de veneración y nos capacitan para vincularnos de algún modo a lo divino.
En este contexto quiero celebrar con gozo a santos que probablemente nunca han vivido en el sentido externo, aunque los celebre la liturbia: Jorge y Demetrio, Barlaam y Josafat y tantos otros que han sido signo de protección celeste para muchos hombres buenos: Henoc y Matusalén, Adán y Eva, Noé y Judit, Tobías y Ana la grande, con Judit, Ester y Sara, Agar y Rebeca etc.
En algunos momentos, los santos pueden formar un “sistema”, cuando están organizados de forma unitaria y cerrada, ellos solos, con sus vidas bien probadas, en línea de investigación histórica. Otras veces aparecen a manera de conjuntos más extenso. Estos son algunos de los más significativos, dentro de una lista que podría extenderse casi hasta el infinito. Desde ese fondo quiero ofrecer así una posible “lista” de figuras sagradas (divididas en cinco grandes grupos), para orientación de los lectores, que pueden buscar y trazar otras, este día de los Santos.
Empezaré por los Santos “cristianos”, seguiré por otras figuras sagradas
I. SANTOS DE JESÚS .
Son el signo de la presencia y permanencia de la vida de Jesús en la historia. Han sido venerados en primer lugar por el pueblo, que los ha “canonizado” con su “culto”, pero después la iglesia oficial se ha reservado la facultad de canonizar o beatificar, fijando aquellos santos que pueden ser venerados por los fieles. Se han trazado así las listas de santos y santas, según categorìas que reflejan una visión eclesial de tipo bastante jerárquico. Estas son anguas categorías básicas de santos: mártires, obispos, doctores, presbíteros, vírgenes, confesores, santos varones, santas mujeres… Aquí queremos indicar algunos “modelos” básicos de santos según la tradición primera de la Iglesia.
1. Pobres, excluidos. Para Jesús, santos son ante todo los pobres y excluidos, como indica Mt 25, 31-46: el hambriento y sediento, en desnudo o emigrantes, el enfermo o encarcelado… Los hombres y mujeres que sufren (huérfano, viuda, extranjero en el Antiguo Testamento) son la Señal de Dios, son el signo de su presencia. Ellos son los “hermanos de Jesús”, los más pequeños, signo y presencia de la santidad de Dios, Dios mismo hecho debilidad en el camino de la vida.
2 . Santos son todos los cristianos. Para Pablo, santos son todos los creyentes: santos de un modo expreso, porque han sido trasformados por el signo de Cristo, en el bautismo… Todos los cristianos, sin distinción, por el amor de Dios que les acoge y vincula con su vida en Cristo. Son santos porque Dios les ama, no porque ellos realicen cosas extraordinarias.
3. Santos son los testigos de la vida, es decir, los mártires: aquellos que (muriendo o sin morir) mantienen en el mundo el testimonio de los valores de la humanidad, de la fe en los demás, de la honradez moral. Por eso podemos presentarlos como testigos de la vida, del valor de una vida que se expresa no sólo en hombres y mujeres como Jesús o los grandes profetas, sino en una multitud inmensa de gentes que han sido y siguen siendo portadoras de valores humanos, una “nube de testigos”, como dice la carta a los Hebreos, cap. 11.
4. Santos son los portadores de vida, hombres y mujeres que han querido vivir, simplemente eso; que han aceptado la vida y la han expandido, que beben del gozo de la tierra y que ayudan a beber a otros, sabiendo que la vida es don, regalo que compartimos, todos, todos, en el mundo. A ellos les recordamos, por ellos vivimos. Somos en gran parte aquello que nos han legado los que han vivido ante nosotros: por eso les recordamos con agradecimiento.
5. Hay algunos especiales, que podemos llamar santos, por su especial luminosidad, por su valor moral, por su presencia compasiva, por su esfuerzo callado al servicio de los demás. Entre ellos posemos contar a San Francisco y San Serafín de Sarov Quizá no podamos definirlos, pero vivimos por ellos. Por eso, un día como hoy, agradecemos su presencia y vivimos de su gracia. Estamos inmersos en un mundo de ángeles y santos, de poderes de vida… Somos portadores de la santidad de Dios, de su belleza. Hoy es la fiesta de los Santos.
II. RELIGIONES.
Las religiones modernas han tendido de presentar como “santos” a una serie de personajes que han hecho posible el surgimiento de las grandes religiones. Son los garantes del orden religioso en este mundo y en el mundo superior.
1. Místicos, gurus. budas y bodisatvas. Son los virtuosos de la interioridad religiosa y han actuado de un modo especial en las religiones de la India y China. De allí vienen los grandes meditantes (gurús, yoguis, maestros zen) que descubren lo divino en su vida interior y ayudan a realizar el mismo camino a los demás. Son expresión del misterio escondido de Dios que se revela a través de su experiencia interior. En esta línea se sitúan los grandes “gurús”, los iniciadores en la contemplación, tanto en el budismo como en el hinduísmo y taoísmo. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo C, Cielo, Creer, Dios, Evangelio, Jesús, Santos, Tiempo Ordinario, Todos los Santos
Comentarios recientes