Témporas de Acción de Gracias y de Petición. 5 Octubre
Aunque ya pasaron las Témporas, este texto de la Comunidad de Monjas Trinitarias de Suesa, es perfectamente válido en cualquier momento, especialmente hoy, aniversario de la ordenación de algunos hermanos de esta comunidad.
“…quien pide recibe,
quien busca encuentra
y al que llama se le abre.”
(Mt 7,7-11)
He oído decir más de una vez que en la oración solo sabemos pedir y que pocas veces damos gracias. También he oído decir que la oración de petición no tiene sentido, y aunque estoy de acuerdo en que deberíamos ser mucho más agradecidas con Dios, pienso que la oración de petición es absolutamente necesaria.
De hecho también nuestra vida se desarrolla entre el pedir y el agradecer. A los niños les enseñamos a pedir las cosas “por favor” y a decir siempre: “gracias”. Dani, con 5 años ha aprendido este arte sabe pedir las cosas con tanta gracia que es muy difícil decirle que no. Y lo que pasa con los niños, como ha aprendido a decir “por favor” y “gracias” nos recuera a todos como se piden las cosas…
Pedimos
Pedir, tanto en la vida como en la oración puede convertirse en una escuela de humildad, sobre todo cuando sabemos pedir aquello que necesitamos y además lo hacemos reconociendo nuestra propia vulnerabilidad.
Imagino que es por esto por lo que Jesús insiste tanto en el evangelio en que pidamos. Dios quiere que le pidamos para que nos reconozcamos como somos: criaturas necesitadas. El mismo Jesús en su debilidad le pide al Padre: “que pase de mi este caliz” (cfr. Mt 26, 39).
Pedir, clamar, es la forma más espontánea de dejar que Dios habita en nuestra fragilidad.
Por eso, en esta fiesta de la Témporas pedimos. Pedios que la tierra pueda dar sus frutos abundantes y pedimos, por encima de todo, que sepamos compartirlos para que toda la humanidad se siente a la mesa del banquete al que TÚ nos invitas.
Agradecemos
Pero no basta, ni sería bueno quedarnos solo en la petición. Porque aunque pedimos y necesitamos es mucho más lo que recibimos. Por eso nuestra petición tendría que ir siempre acompañada de una profunda gratitud.
El agradecer nos ensancha el corazón y nos humaniza. Cuando damos las gracias demostramos tener capacidad para darnos cuenta de que hemos recibido algo. A las personas agradecidas no cuesta nada hacerles favores. El agradecimiento es más que palabras es una actitud ante la vida. Cuando tenemos la suerte de toparnos con una persona agradecida nos ilumina la existencia.
Trinidad Santa, haznos personas humildes, conscientes de nuestras necesidades y a la vez profundamente agradecidas, para que nuestras vidas sean pequeñas luces en la oscuridad de nuestro mundo.
Y… ¡GRACIAS! por que este año nos has bendecido con la abundancia de tus frutos. Porque nuestra mesa se ha llenado de sabores, colores y aromas. Porque es un regalo, ¡un milagro continuo! contemplar cómo cada semilla se multiplica. ¡GRACIAS
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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa
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