Medios de Comunicación ligados
Carta a Ricardo Blázquez, presidente de la CEE
Juan Zapatero Ballesteros, sacerdote,
Sant Feliu de LLobregat (Barcelona).
ECLESALIA, 30/05/16.- Apreciado obispo Ricardo Blázquez. Antes de continuar quisiera aclarar el trato que le doy al iniciar la presente carta. Como puede ver omito, en primer lugar, el título de “monseñor” porque siempre he creído que semejante título está totalmente en contra de la sencillez con la que Jesús se movía entre la gente y en contra también de lo que recomendó a los suyos: “No os hagáis decir…”. En segundo lugar, me dirijo a usted dejando claro lo que es, que no es otra cosa que un obispo de la Iglesia. Todo lo demás, entre ello, lo de “arzobispo” o “cardenal” no tiene cabida en una Iglesia llamada a ser cada día más comunidad de iguales, más servidora y menos jerárquica.
Pues bien, hechas estas aclaraciones, quiero decirle que me dirijo a usted como Presidente que es de la Conferencia Episcopal Española. Lo hago para poner sobre la mesa un tema que viene preocupándome desde hace tiempo y que en conciencia pienso que no debo callarme por más tiempo. Dicho tema no es otro que el de los Medios de Comunicación Social que dependen o están muy ligados con la entidad que usted preside; me refiero a la cadena radiofónica COPE y muy especialmente al canal 13 TELEVISIÓN.
Antes de dar el paso a escribir esta carta, he repasado con cierta detención el Decreto “Inter Mirifica” (sobre la Iglesia y los Medios de Comunicación Social) del Concilio Vaticano II, publicado el mes de diciembre de 1963. Quiero recordarle algunas de las muchas cosas que allí se dicen y de las cuales ninguna tiene el más mínimo desperdicio.
Ya en la Introducción dice textualmente “La Iglesia siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso (se refiere a los Medios de Comunicación, ¡claro está!) se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana”. En el número 11 puntualiza diciendo que “Corresponde a periodistas, escritores, etc., que, informando e incitando, pueden conducir recta o erradamente al género humano”. Y para no extenderme, solamente mencionar dos aspectos muy concretos que aparecen en el número 14 “Foméntese ante todo la prensa honesta. De la misma manera, préstese a sí mismo una ayuda eficaz a las emisiones radiofónicas y televisivas honestas”.
Obispo Blázquez, podría continuar escribiendo mucho más en la misma línea de lo que acabo de transcribir; pero creo que con lo dicho ya es suficiente. Para no generalizar, me voy a centrar en el canal 13 TELEVISIÓN que, además, dicho sea de paso, es el que más transgrede de forma muy grosera los límites más elementales de la honradez y de la honestidad. Un canal, por otra parte, que, según los sondeos, es muy visto en según qué zonas del estado español, provocando con ello el desprecio y, lo que es peor aún, el odio hacia otros lugares del mismo estado. Y todo ello debido a que los profesionales (por llamarlos de alguna manera) que allí trabajan no hacen otra cosa sino difamar y crear un clima de intoxicación que en muchos momentos llega a límites tales que se hace totalmente irrespirable.
Obispo Blázquez: debo decirle que muchas cosas que allí se dicen y comentan son auténticas mentiras y burdas patrañas, que no tienen el más mínimo fundamento en la realidad. Yo me imagino que los profesionales que trabajan en dicho canal se esfuerzan cuanto pueden por hacer realidad aquello que a veces se dice a nivel de la calle “difama, que algo queda”. Por ello, yo no puedo dejar de preguntarme cómo es posible que un Medio de Comunicación ligado a la Iglesia no solamente no trate de moverse, como mínimo, entre los parámetros de la ética humana, honesta y honrada, sino que con toda desfachatez transgreda uno de los Mandamientos de la Ley de Dios “No dirás falsos testimonios ni mentiras”. Y, lo que aún es más grave, nada de ello es impedimento para que a continuación de uno de cualquiera de estos programas donde se ha faltado a la caridad y a la justicia más elementales, se retransmita un acto religioso, como puede ser, por ejemplo, la celebración de una Misa.
Estoy convencido que, puesto que la carta proviene de una persona que vive en Cataluña, usted estará pensando que todo lo que le acabo de decir tiene relación con la realidad catalana del momento. No es así, obispo Blázquez, ¡créaselo! Claro que muchas cosas sí que tienen que ver, ¡solo faltaba!, pero no en su totalidad, ni mucho menos. Decirle sencillamente que mi pretensión no es otra que denunciar una forma de actuar que no tiene como objetivo la concordia, sino todo lo contrario, el enfrentamiento y el odio a través de una manera de hacer que está en total contradicción con lo que Jesús, según el evangelista Mateo, recomendó a los suyos “Decid sí, cuando es sí y no, cuando es no; todo lo demás, procede del maligno”
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