“Cuando caen las creencias: ¿Vacío o liberación? (XI)”, por Enrique Martínez Lozano
11 (y último). Tres prácticas breves para terminar
Me parece oportuno terminar este trabajo sobre el “paso” de las creencias (o construcciones mentales) a la certeza de ser proponiendo tres prácticas meditativas, que tienen como objetivo ejercitarnos o adiestrarnos en trascender la mente, para evitar la trampa primera que consiste en identificarnos con ella.
La clave de ese entrenamiento radica en desarrollar la capacidad de tomar distancia y, de ese modo, observar todos los contenidos mentales y/o emocionales que puedan aparecer.
Observar la mente
Observa tus pensamientos y sentimientos, todos los contenidos que aparecen en tu campo de consciencia.
No los pienses, obsérvalos desde la distancia. Como si fueras un foco de luz que ilumina todo, no rechaza nada, pero no puede verse a sí misma.
Y nota la diferencia entre los objetos observados y la consciencia que los observa.
Cae en la cuenta de que tú no eres ningún objeto (ningún contenido) de tu consciencia, sino la consciencia misma.
Nota cómo, al observarlos –al poner consciencia-, los pensamientos se disuelven. Son como “nubes” que aparecen y desaparecen, sin más “sustancia” que la que tu propia creencia les da.
Tú eres Eso que está “más allá” de los pensamientos, lo que no puede ser pensado. Descansa ahí, en la Presencia consciente.
Soltar los pensamientos
Adopta una postura adecuada, lleva la atención a tu cuerpo y a tu respiración.
Y, voluntariamente, suelta todos los pensamientos; simplemente, déjalos caer.
Observa: ¿qué queda cuando “sueltas” (dejas caer) todo eso?
Percíbelo; no quieras pensarlo ni entenderlo (lo convertirías en otro objeto mental más). Simplemente, constátalo. Y saboréalo. Eso que queda es lo que eres, atención desnuda, pura consciencia de ser.
Permanece en esa pura consciencia de ser, solo ser, solo estar.
¿Qué hay “más allá” de los pensamientos?
Cierra los ojos y deja que tu mente divague en la dirección que quiera.
Ahora toma conciencia de lo que estás pensando. El contenido en sí no tiene importancia, basta con que te des cuenta de que existen esos pensamientos. Obsérvalos relajadamente, igual que si estuvieras viendo una película. Deja que vayan pasando por la pantalla de tu mente. Estás mirando tus pensamientos…
Ahora, con calma, pregúntate: ¿qué hay “más allá” de los pensamientos? Te darás cuenta de que la respuesta es simple (cualquier otra respuesta sería solo un pensamiento más): Nada.
Continúa siendo consciente de esa Nada.
Cuando regresen los pensamientos, obsérvalos y luego vuelve a mirar más allá de ellos, detrás de ellos, a la Nada…
(La consciencia pura es “nada”. Para la mente, ni siquiera existe, porque no tiene forma. Y, sin embargo, como siempre han enseñado los sabios y como la práctica permite experimentar, esa Nada es Plenitud: lo único Real, frente al mundo aparente de los objetos).
Enrique Martínez Lozano
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