Humildad y sabiduría
“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad” (Hemingway)
28 de agosto, domingo XXII del TO
Lc 14, 1. 7-14
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido
Las tres lecturas litúrgicas del día hacen honor al Evangelio. El Eclesiástico dice en 3, 18: “Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios”. Pablo viene a decir en Hebreos que Dios abre las puertas de la ciudad de Jerusalén a los humildes y pobres de corazón. Y Lucas lo corrobora en 14, 13 insistiendo en que: “Cuando des un banquete, invita a pobres, mancos, cojos y ciegos”. Sobre todo porque, en virtud de su pobreza, no se van a sentir obligados a pagarte. La verdadera gloria se encuentra en el servicio desinteresado, en la generosidad que no espera retribución alguna.
En la película Eroica. The Movie (2003), dirigida por Simon Cellan Jones, señalando al gran compositor uno de los protagonistas le dice: “Está en la naturaleza de un gobernante, señor Beethoven, ser caritativo con los pobres”. En el extenso film del Evangelio -2000 años de proyección- otro gran compositor y protagonista lo ha dicho también y, sobre todo, hecho. Palabras en versión de actos, realizados por Jesús de Nazareth a lo ancho y largo de ministerio: el ciego que gritaba sentado al borde del camino, la hija del jefe de la sinagoga, el hombre de la mano derecha paralizada.
Alguien ha dicho que para ser grande, primero hay que aprender a ser pequeño. La humildad es la base de toda verdadera grandeza. Jesús dijo refiriéndose a los niños: “Dejad a los niños y no les impidáis acercarse a mí, pues el reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Lc 19, 14). Lo garantizó afirmando que el más importante en el Reino de los cielos es el que se hace humilde como un niño. Y lo es porque: “Quien acoja a uno de estos niños en atención a mí, a mí me acoge” (Mc 9, 37).
Solemos ser proclives a alistarnos en las filas de los vencedores, de los que mandan y gobiernan. Don Miguel de Unamuno era diferente: “Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente”. Y lo era también Santa Teresa cuando decía a sus monjas que “Humildad es andar en verdad”. Ella lo andaba. Como lo andaba su contemporáneo El Caballero de la Triste Figura, Don Quijote, que decía: “La alabanza propia envilece”.
Los caballeros y los sabios han respetado siempre por igual a todas las personas, ricas o pobres, poderosas o plebeyas. Su corazón y mente han estado siempre más próximos a los más necesitados.
El novelista Hemingway escribió: “El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”.
EL ÉBANO
Apreciado tu cuerpo en el mercado
por su gran esbeltez y su textura,
has sido avaramente deseado
y sometido a impúdica captura.
La motosierra blanca te ha talado
-un bosque en carne viva hecho ternura-
y de un silencio vil acompañado
yace tu cuerpo yerto en la espesura.
Luego en el mar, también abandonado,
has hallado en su lecho sepultura
de nada ni por nadie recordado.
Sus aguas han ceñido tu aventura,
y piadoso contigo y en morado,
cubrió la desnudez de tu negrura.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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