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Dom 28.8.16. Cuando des una comida invita a los pobres.

Domingo, 28 de agosto de 2016

cuando-des-un-banquete-llama-a-los-pobresDel blog de Xabier Pikaza:

Tiempo ordinario C. Lc 14. 1.7-14. Seguimos con Lucas, que parece hablar poco de Dios y mucho de los pobres, es decir, de aquellos que no pueden tomar parte del banquete de este mundo.

Es un texto parabólico y directo, al mismo tiempo, un texto bondadoso, pero lleno de “dinamita”, y así quiero comentarlo paso a paso, verso a verso.

Se trata de ser generosos (de invitar), pero de invitar para abrir la mesa a los que menos tienen, para compartir, regalando gratuitamente comida y un puesto en la mesa.

Se trata de invitar… De pasar del negocio de la vida, donde sólo doy par que me den, al gozo de la gratuidad y del regalo generoso, donde doy para que los otros sean, y así seamos todos, podamos mantener la vida en este mundo que parecía condenado a la muerte (domingo anterior).

Se trata de invertir lo que ha sido la marcha de un mundo occidental (de un mundo rico) que ha edificado su “comida” (su banquete) a costa de los pobres (de los excluidos del banquete). Se trata de dar marcha atrás, no por negación, sino por gozo generoso y por fraternidad. Buen domingo a todos.

(a) Introducción (14, 1)

evangelio-1-de-septiembre-11-638Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales de los fariseos para comer (=comer pan), y ellos le estaban espiando.

Sirve de introducción no sólo del texto que sigue, sino del conjunto de Lc 14, con sus diversos comentarios sobre la pobreza y la riqueza.

Parece tener un fondo un fondo histórico. Jesús andaba con los pobres, con quienes compartía todo, pero se dejaba invitar por los ricos, compartiendo, de esa forma, muchas cosas con los fariseos, que aparecen así, básicamente, como amigos, aunque el texto sigue diciendo que ellos (autoi) le estaban espiando. Se trata, por tanto, de una amistad discutida, como todo el texto seguirá mostrando.

Estos fariseos espías empiezan pareciendo extraños a la Iglesia. Pero después, sin darnos casi cuenta, descubrimos que nosotros somos “ellos”. Entre fariseos (entre nosotros) andaba Jesús. Claro así queda que Jesús no era un “purista”, ni un radical en sentido negativo. Es capaz de comer con gente con la que no está totalmente de acuerdo.

(b) La escala de los invitados. Los primeros puestos

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Hay una ironía de base: El convite del fariseo (que debía ser un momento de fraternidad, para romper distancias, para hablar todos con todos) se vuelve convite que marca las jerarquías sociales. Ciertamente, es importante la comida, pero más importante parece aún aquí el “buen rango”, que cada uno está en su puesto.

Los convidados van “por la foto”, como hoy se diría. Quieren distinguirse por los trajes que llevan, por el lugar que ocupan en la mesa. Precisamente el mismo convite, aquello que parece más fraterno, se convierte en momento y lugar para crear jerarquías y distancias.

¿Esta es sólo una escala puramente farisea?

¿No estará aludiendo también el evangelio a una escala cristiana de honores y rangos? Lo cierto es que estamos inmersos en una carrera de honores: los puestos en la mesa del mundo marcan las diversas clases sociales, dentro del continuo alimenticio, donde el Rey León ocupa el primer puesto y luego van bajando en la escala los diversos animales… En esta mesa se disputan los puestos a codazos. Es la vida. La mesa del mal convite.

Han venido a espiar a Jesús (para ver si cura en sábado, para ver cómo come…). Pues bien, también Jesús espía o (si queréis) se pone a mirar y advierte lo que pasa. Está en un buen observatorio.

La respuesta puede entenderse desde diversas perspectivas:

(a) Puede entenderse en sentido evangélico (de verdadera humildad): yo no entro en la carrera de honores, no voy a luchar por los primeros puestos…

(b) Pero también puede entenderse en sentido “hipócrita”, es decir, como expresión de pura sabiduría popular que piensa más o menos de esta forma:Yo no me pongo en el primer puesto para… para después me llame el amo y me diga que suba, para vergüenza de los otros…

(c) Sea como fuere, el texto hay que entenderla como parábola, como una comparación para pensar. La pudo decir Jesús. Pero no hace falta que la dijera él. Esa parábola es común en muchos pueblos; es sabiduría popular.

El que se enaltece será humillado… Ésta es una sentencia sabia de toda la tradición israelita y también de otros pueblos. Jesús la ha podido asumir, evidentemente, pero no recoge su enseñanza más profunda…

¿Hay unos primeros puestos que son “buenos” y necesarios, como la Cátedra de los Obispos, o tendría que ser la Iglesia “mesa redonda” donde no hay primeros puestos, como supone Mc 3, 21-35?.

(c) No invites a tus amigos

Y dijo al que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

Ésta es la enseñanza propia de Jesús. Ante ella quiero pararme un momento, marcando algunos de sus rasgos, frase a frase:

Y dijo al que le había invitado… Está hablando al fariseo rico, que descansa el día del sábado y que tiene medios económicos suficientes para “invitar” a otros… Los convites del fariseo son una “fábrica de honores”, de esos que hoy (2010) aparecen en las revistas de corazón…

Pues bien, Jesús pide al “fariseo rico” que rompa el círculo del “buen talión” (invito a los que me invitan, creando así un mundo de buenas relaciones…), para invitar a los de fuera, a los que no cuentan, a los que no pueden responder… De esa manera podrá abrir camino de gratuidad…Invita a los pobres y enfermos: es decir a los que no son limpios según los cánones de la pureza farisea, a los que no tienen traje de fiesta.

Cuando des una comida… Cuando invites. El texto es de gran riqueza, habla de comida (ariston), cena (deipnon), banquete (dojên….), como para indicar diversos tipos de invitaciones, no sólo a la comida como tal, sino a la comida como tiempo largo de conversación y de diálogo, de acogida en la casa y de solidaridad familiar… Antes ha hablado de bodas (¡cuando te inviten a unas bodas…!), porque ellas solían ser en aquel contexto la ocasión fundamental para los banquetes. Ahora amplia el abanico de comidas y habla de todo tipos de reuniones sociales en torno a un tipo de comida.

Ciertamente, el texto trata de comidas… pero tanto como de puras comidas materiales trata de relaciones sociales… En aquel tiempo, para mucha gente pobre, un banquete era un sueño, el sueño de la vida…¡Una vez comí!. Para muchos de nosotros, de la franja rica del mundo, la comida material no importa tanto. Pero el tema de fondo sigue siendo esencial. Jesús está tratando de mostrar lo que es una nueva familia, que se va creando en torno a un nuevo tipo de banquete, el banquete de la vida compartida.

Invita a los pobres, lisiados, cojos, ciegos… Éstos son los que no pueden, por desgracia (falta de fortuna), por injusticia o por enfermedad… (o quizá por vagancia). No pueden, no tienen. Invítales al banquete de la vida: abre tu casa para ellos: ten tiempo para ellos, el tiempo del sábado, pero de tal forma que toda la semana se vuelva así sábado, tiempo y espacio de acogida.

¿Qué tienes para invitarles? Es bueno que tengas mucho, que puedas darles mucho: una casa hermosa, buena comida…El Papa Francisco, en todas sus apariciones públicas hable de compartir la comida, el banquete del mundo. Así lo ha dicho de un modo especial en su encíclica sobre la Ecología: Laudato Sí.

¿Cómo invita el Estado, “mi Estado”, en mi nombre? ¡Cómo mata este Estado nuestro, este orden “civilizado” para que no vengan otros a nuestra mesa. Pura vergüenza

¿Cómo y a quiénes invita el mundo capitalista? ¿Ofrece de verdad una invitación al banquete de la vida, para que vengan los pobres, o está haciendo un puro negocio con el dinero, para medrar unos, para tener esclavizados a los otros? Vergüenza de nuevo, y condena.

¿Cómo invita la Iglesia? Ciertamente, ella invita a todos a la Eucaristía, pero sólo en forma de comida simbólica. Ella invita también al pan y a la comida, a miles y millones de personas…, pero no se implica del todo. Ella sigue siendo (apareciendo como) una institución de ricos.

Se trata de superar el sistema de cambio e intercambio, de hacer un mundo donde la vida sea gratuidad… Se trata de dar por generosidad: de abrir la casa y lo que tiene, con su comida y conversación… con toda la humanidad.

Te lo devolverán en la resurrección de los justos… Resulta que estos cojos-mancos-ciegos aparecen sin más como justos (salvados al fin de los tiempos…). Los que no pueden devolver en este mundo (en esta forma de mundo) devolverán de otra manera. resurrección final.

Algunas cuestiones abiertas:

Este pasaje, tan sencillo, nos sitúa ante los temas básicos de la vida humana, temas que no tienen respuesta fácil. Estamos en el centro del Evangelio. No hay una palabra sobre Dios, pero todo trata de Dios en este texto. Todo es evangelio, todo es política, todo experiencia de familia y de vida social…

¿Qué podemos ofrecer muchos de nosotros, además de dinero? ¿Podemos ofrecer de verdad hondura humana, alegría vital, cordialidd, ternura?

¿Qué puede ofrecer hoy la Iglesia, además de discusiones sobre nombramientos de obispos y temas de sexo…? Ciertamente, hay miles, cientos de miles y millones de monjas y de cristianos que regalan a manos llenas lo que son, lo que tienen, pero muchos piensan que hay una iglesia que reserva la merienda para sí y para los suyos? ¿Es así, de verdad?

Quizá nosotros podemos dar duros, veinte euros, si rasgamos el bolsillo… pero ¿sólo tenemos eso? ¿Cómo y pará qué damos, si es que damos? De nuevo, buen domingo.

¿Qué puede ofrecer el llamado mundo rico…. Qué puede ofrecer el llamado mundo pobre?

Volvamos a leer la enseñanza de Jesús.

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