Del blog de Xabier Pikaza:
Tiempo ordinario C. Lc 14. 1.7-14. Seguimos con Lucas, que parece hablar poco de Dios y mucho de los pobres, es decir, de aquellos que no pueden tomar parte del banquete de este mundo.
Es un texto parabólico y directo, al mismo tiempo, un texto bondadoso, pero lleno de “dinamita”, y así quiero comentarlo paso a paso, verso a verso.
— Se trata de ser generosos (de invitar), pero de invitar para abrir la mesa a los que menos tienen, para compartir, regalando gratuitamente comida y un puesto en la mesa.
— Se trata de invitar… De pasar del negocio de la vida, donde sólo doy par que me den, al gozo de la gratuidad y del regalo generoso, donde doy para que los otros sean, y así seamos todos, podamos mantener la vida en este mundo que parecía condenado a la muerte (domingo anterior).
— Se trata de invertir lo que ha sido la marcha de un mundo occidental (de un mundo rico) que ha edificado su “comida” (su banquete) a costa de los pobres (de los excluidos del banquete). Se trata de dar marcha atrás, no por negación, sino por gozo generoso y por fraternidad. Buen domingo a todos.
(a) Introducción (14, 1)
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales de los fariseos para comer (=comer pan), y ellos le estaban espiando.
Sirve de introducción no sólo del texto que sigue, sino del conjunto de Lc 14, con sus diversos comentarios sobre la pobreza y la riqueza.
Parece tener un fondo un fondo histórico. Jesús andaba con los pobres, con quienes compartía todo, pero se dejaba invitar por los ricos, compartiendo, de esa forma, muchas cosas con los fariseos, que aparecen así, básicamente, como amigos, aunque el texto sigue diciendo que ellos (autoi) le estaban espiando. Se trata, por tanto, de una amistad discutida, como todo el texto seguirá mostrando.
Estos fariseos espías empiezan pareciendo extraños a la Iglesia. Pero después, sin darnos casi cuenta, descubrimos que nosotros somos “ellos”. Entre fariseos (entre nosotros) andaba Jesús. Claro así queda que Jesús no era un “purista”, ni un radical en sentido negativo. Es capaz de comer con gente con la que no está totalmente de acuerdo.
(b) La escala de los invitados. Los primeros puestos
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Hay una ironía de base: El convite del fariseo (que debía ser un momento de fraternidad, para romper distancias, para hablar todos con todos) se vuelve convite que marca las jerarquías sociales. Ciertamente, es importante la comida, pero más importante parece aún aquí el “buen rango”, que cada uno está en su puesto.
Los convidados van “por la foto”, como hoy se diría. Quieren distinguirse por los trajes que llevan, por el lugar que ocupan en la mesa. Precisamente el mismo convite, aquello que parece más fraterno, se convierte en momento y lugar para crear jerarquías y distancias.
¿Esta es sólo una escala puramente farisea?
¿No estará aludiendo también el evangelio a una escala cristiana de honores y rangos? Lo cierto es que estamos inmersos en una carrera de honores: los puestos en la mesa del mundo marcan las diversas clases sociales, dentro del continuo alimenticio, donde el Rey León ocupa el primer puesto y luego van bajando en la escala los diversos animales… En esta mesa se disputan los puestos a codazos. Es la vida. La mesa del mal convite.
Han venido a espiar a Jesús (para ver si cura en sábado, para ver cómo come…). Pues bien, también Jesús espía o (si queréis) se pone a mirar y advierte lo que pasa. Está en un buen observatorio.
La respuesta puede entenderse desde diversas perspectivas:
(a) Puede entenderse en sentido evangélico (de verdadera humildad): yo no entro en la carrera de honores, no voy a luchar por los primeros puestos…
(b) Pero también puede entenderse en sentido “hipócrita”, es decir, como expresión de pura sabiduría popular que piensa más o menos de esta forma:Yo no me pongo en el primer puesto para… para después me llame el amo y me diga que suba, para vergüenza de los otros…
(c) Sea como fuere, el texto hay que entenderla como parábola, como una comparación para pensar. La pudo decir Jesús. Pero no hace falta que la dijera él. Esa parábola es común en muchos pueblos; es sabiduría popular. Leer más…
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