Un Reino sin aduanas
“Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía sino justicia” (Don Quijote de la Mancha)
21 de agosto, domingo XXI del TO
Lc 13, 22-30
Vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Un Reino de Dios sin aduanas ni fronteras, como auguró Isaías: ”Vendré para reunir a las naciones de toda lengua”(Is 66, 18-19). Una invitación a un cambio radical desde el interior de cada uno, punto de partida para el inicio de una nueva humanidad, de una sociedad nueva y de una nueva creación. Una Organización de Naciones. Unidas, con libertad de peaje y sin aranceles sobre capitales, mercancías y personas. De ello estarán también exentos los bienes espirituales.
Jesús anuncia entrada y barra libre en ese Reino: de norte y sur, de oriente a occidente. Puerto franco donde podrá atracar su velero todo el mundo. Sin previo pago de impuestos, sin exigencias de sello autorizado por la jerarquía establecida. Todos los seres somos libres, con capacidad para decidir el propio futuro. “Necesito liberarme, encontrar mi camino, que no puede ser continuación del vuestro”, escribía Beethoven a su maestro Haydn.
Los grandes Maestros de la Sabiduría Universal han coincidido en su magisterio con lo que el filósofo francés Olivier Reboul (1925-1992) escribió en su Filosofía de la educación: “Educar no es fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse según su ‘genio’ singular”.
Uno de los capítulos más importantes de este plan educativo es el de la compasión con los sin techo, que cada día llegan a nuestro puerto personal. Lo cantaba Gustavo en el Acto I de la ópera de Verdi Un ballo in maschera: “Es indigno del poder el que no enjuga las lágrimas de sus súbditos”. Menester preferencial del Evangelio y de quienes ostentamos su franquicia. El Papa Francisco lo dejó claro en El nombre de Dios es Misericordia: ”La Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese amor visceral que es la misericordia divina”.
Pero la misericordia de Dios es humo de paja si no se enciende en el hogar humano. Y el humo no calienta corazones, como las nubes no riegan los campos. Han de dar un paso al frente y convertirse en fuego y lluvia. Nos lo aconsejaba nuestro Ingenioso Caballero de La Mancha: “Dad crédito a las obras no a las palabras”,que aunque nunca cabalgó hasta Roma, sí sabía mucho de ser compasivo con los necesitados. Y cuando se encontró con los galeotes (I cap. XXII), lanza en ristre dijo: “Como quiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan, van de por fuerza y no de su voluntad. Así es, dijo Sancho. Pues de esa manera, dijo su amo, aquí encaja la ejecución de mi oficio, deshacer fuerzas, y socorrer y acudir a los miserables”. Fue la misión de Jesús que él mismo se atribuye al decir que ha sido enviado a dar buenas noticias a los pobres, a aliviar a los afligidos, anunciar libertad a los presos, liberar a los que están cautivos.
EL CABALLO
Compañero del hombre en paz y en guerra
te dejas cabalgar en toda forma.
Indómito en Milán hollando el templo
con Atila, -el Azote de Dios-
a tus lomos. Y con los Caballeros
de la Tabla Redonda, a su servicio.
Con tus crines al aire
galopas las estepas del Oriente.
Y en el Apocalipsis
abre Jesús el primer sello,
y el arquero que monta el corcel blanco
será el propagador del Evangelio.
Yo te ruego no impongas tu doctrina.
Permite a cada pueblo componer variaciones
en tu sagrada partitura.
(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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