El verano es para bailar
Se inclina ante ti, y ante mí, ante todas y todos. Extiende la mano y con gesto dulce pero firme nos mira intensamente a los ojos y lo repite:
–“¿Bailas?”
Sonríe, con seducción. Es difícil resistirse pero seres libre de hacerlo, por supuesto. Volverá a invitarte en otra ocasión, no lo dudes.
Y es que… es así, bailarina consumada, la Trinidad. Bailarín preciso, Dios Trinidad. Perfección en sus pasos, en sus giros, pendiente siempre de la pareja que, es ni más ni menos, que la humanidad entera. Porque no se cansa y saca a la pista a quien acepte el reto de sumarse a la danza. De uno en uno, de dos en dos, de ciento en ciento y con todo el orbe. No importa la música que suene, si alegre o triste, siempre está ahí, esperando para bailar contigo tu propia vida, tu propia historia.
Infinita danza de amor y de fiesta.
La creación entera se suma al baile, girando y girando, con movimientos centrífugos que exportan Buenas Noticias.
No es Dios Trinidad bailarín solitario, o estrella de la pista, no. Prefiere las danzas de grupo, mejor en círculo, con intercambios de miradas, de sonrisas, donde la alegría es patente y circula un aire de esperanza y promesa.
Mira la imagen. Ahora te invita a ti, te ha llegado el turno.
vidriera suesa
Dios Trinidad danza, el círculo está abierto y una mano está tendida hacia ti.
-“¿Bailas?”
¡Sí, en verano también toca bailar! Un tiempo bellísimo para cerrar los ojos y dejarse mecer al son de la música que resuena dentro, muy adentro.
Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa
***
Comentarios recientes