“Jesús, luz del mundo”, por Vicente Martínez
“La oscuridad no puede conducirte fuera de la oscuridad: sólo la luz puede” (Martín Lutero King)
7 de agosto, domingo XIX del TO
Lc 12, 32-48
Tened la cintura ceñida y encendidos los candiles.
El novelista y filósofo inglés H. G. Wells (1866-1946), dijo del Maestro de Nazareth: “es, sin duda, el personaje más prominente de la historia de la humanidad”. Referido al título de nuestra colaboración de esta semana, Luz del mundo, matizaremos lo de “más prominente” de Wels afirmando que luminarias de este grado y en este sentido ha habido muchas desde tiempos inmemoriales y seguirá habiendo.
Pero lo más trascendental es que la luz que hemos recibido no es para guardarla, sino para –como hacen el sol, la luna y las estrellas– iluminar el día y la noche de cuantos somos fieles compañeros suyos de viaje. Tener en las manos las lámparas encendidas es un escenario que indica las actitudes que debe tener quien espera: estar en vela, ceñida la cintura y en actividad permanente.
Erhart Küng Steinmetz las esculpió en piedra en la entrada principal de la catedral de Berna -Pórtico del Juicio Final- en el siglo XV. Al izquierda del tímpano las necias y a la derecha las prudentes. Las primeras, dormidas y sin aceite en sus lámparas; las segundas bien despiertas, en vigilancia constante y con las suyas encendidas y en actitud de espera. Es el tiempo de espera activo necesario, que mantiene el camino y la mente iluminados y abiertos para cualquier encuentro. Se cuenta que Buda Shakyamuni se iluminó y exclamó al ver la Estrella de la Madrugada: “En este mismo momento, simultáneamente, yo y todos los seres del Gran Universo realizamos el camino”.
Una mente y un camino trazados en el guión de la vida de cuantos la vivimos y la disfrutamos en la Tierra. ¿O quizás tiene más razón A. Machado cuando dice “caminante no hay camino, se hace camino al andar”? Los místicos y los poetas creen que el camino no tiene mapa, que no es una autopista, que es como la golondrina que cruza el cielo sin dejar rastro.
Buda, Laotsé, Jesús, recorrieron el suyo. Y Osho dijo en La Armonía oculta, conversaciones sobre Heráclito: “Dondequiera que estoy es mi meta. Lo que quiera que soy es mi meta. El momento presente, toda mi vida converge en mí; no tengo otro lugar a donde ir. Por consiguiente, deseo celebrar este momento en su totalidad”. Otro ilustre Maestro, Albert Einstein, afirmó: “Cuando niño recibí instrucción tanto de la Biblia como del Talmud. Soy judío, pero estoy impactado por la luminosa figura del Nazareno”.
En los primeros fotogramas de la película estadounidense dirigida por Lee Daniels El Mayordomo, aparece esta frase de Martín Lutero King: “La oscuridad no puede conducirte fuera de la oscuridad, sólo la luz puede”. De luz a luz, como esperaba Pablo la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios (Heb, c. 10). Simeón dice de Jesús en la Presentación que es luz para todas las naciones.
LOS OLIVOS
1. Luz, Aceite y Evangelio
Olea europaea, generosa y longeva,
nacida junto al mar Mediterráneo,
y mecida en la misma santa cuna
que nació y se meció el Evangelio.
Jesús en Galilea, Ignacio en Antioquía,
Tertuliano en Cartago, Ireneo en Esmirna.
En Atenas Clemente, Hipólito de Roma,
Orígenes Adamantius, en Alejandría.
La Vírgenes prudentes mantuvieron
encendidas sus lámparas de aceite.
Velaron y salieron al encuentro
del cortejo nupcial, y con el novio
entraron en el Reino de los Cielos.
Como en su nacimiento, el Cristianismo
-perennifolio del Nuevo Testamento-
siempre ligado a la luz y al aceite,
vive encarnado en cualquier suelo
y cultura; a todos se aclimata.
…………
Brinda fruto Paz, de Amor y de Misterio.
(SOLILOQUIOS. Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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