Congreso en Aveiro. Éxodo: Migraciones y Fronteras
El próximo mes de septiembre se celebra en la Universidad de Aveiro, Portugal, un gran congreso sobre Emigración, desde las diversas perspectivas sociales y culturales, económica y políticas, personales y comunitarias.
Allá, a la vera del gran mar que fue testigo de la primera gran aventura de migración,descubrimiento, conquista y dominio del mundo moderno (a finales del siglo XVI) podrá verse lo que ha sido el resultado de cinco siglos de emigraciones marinas que están culminando ahora, a principios del siglo XXI.
En ese contexto ofreceré un trabajo sobre migraciones en la Biblia, que es un libro del Éxodo, desde la nueva perspectiva de una Europa (y América) que parece convertirse en un campo de alambradas que no deja penetrar a los de fuera, ni vivir en paz a los de dentro. Presento aquí simplemente un esquema del posible trabajo
Será buena ocasión para comenzar el nuevo curso escolar 2016/2017, desde Aveiro, en las rías y playas del gran mar que ha sido espacio de encuentros a lo largo de siglos… planteando de un modo académico, humanista, portugués y universal, el gran reto del hombre del siglo XXI.
LUGAR/LOCATION/LUOGO: Universidad de Aveiro (Aveiro, Portugal)
INFO: web – dlc-exodus@ua.pt
CALL:
Estimadas Señoras, estimados Señores:
Nos complace anunciar la próxima realización del Congreso Internacional “Exodus: migraciones y fronteras”, que tendrá lugar en el Departamento de Línguas e Culturas de la Universidad de Aveiro (Portugal) del 21 al 23 de septiembre de 2016. Las lenguas del congreso son las siguientes: portugués, español, francés e inglés. Pueden ustedes encontrar más información en http://blogs.ua.pt/exodus/
Agradeciendo de antemano la divulgación de este Congreso, el comité organizador invita a la comunidad académica a participar -con la presentación de propuestas de comunicaciones orales o pósteres- en este evento que pretende ser transdisciplinar.
Un saludo muy cordial, El comité organizador.
Introducción
En este blog he tratado diversas veces de los emigrantes y refugiados. Son muchas las noticias que sobre ellos pueden encontrarse en los diversos medios de comunicación. Pienso que lo que yo pudo aportar en este día es una reflexión sobre el fundamento de nuestras religiones monoteístas: Judaísmo e Islam son religiones de emigrantes (y también el cristianismo)..
Como gran parte de los emigrantes que han venido a Europa son musulmanes, he querido poner de relieve lo que dice sobre ellos no sólo la Biblia Judía (nuestro Antiguo Testamento), sino también la historia de Mahoma y el Corán.
1. BIBLIA ISRAELITA
La Biblia Hebrea, que los cristianos toman como Escritura y los musulmanes veneran como “libro santo”, contiene unos capítulos y temas básicos centrados en el “derecho de los emigrantes”
1. Principios
Los judíos nacieron como grupo de personas que busacaban una tierra donde fuera posible el pan y la libertad, una tierra donde puedan vivir los hijos y los hijos de los hijos. El “credo” de Israel dice así:
– Dios, el que ayuda y libera a los emigrantes: Decálogo: “Yo soy Yahvé, tu Dios, que te he sacado de Egipto” (Ex 20, 2; Dt 5, 6; cf. 1 Rey 12, 28; Jer 2, 6 etc). Esas palabras de introducción del Decálogo constituyen la expresión más clara de la identidad israelita como pueblo de emigrantes a los que Dios ayuda. En ese sentido, los mandamientos son aparecen como una guía de vida para los emigrantes, es decir, para todos aquellos que tienen que dejar su tierra y sus seguridades antiguas, para crear un nuevo orden social en otra tierra, en una tierra nueva.
– Credo histórico: Uno de los credos más importantes de la Biblia judía es aquel donde cada israelita se presenta como hijo de emigrantes. «Mi padre era un arameo errante; bajo a Egipto y residió allí con unos pocos hombres… Pero los egipcios nos maltrataron y humillaron… Gritamos a Yahvé, Dios de nuestros padres, y Yahvé escuchó nuestra voz, vio nuestra miseria… y nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido y nos trajo a este lugar…» (Dt 26, 5-10; cf. Jos 24, 2; Sal 136, 78). Lo más importante de est pasaje y de todos los pasajes de las Escrituras es que el tema de la emigración no de “otros”, sino nuestro, de todos los hombres y mujeres.
– Abrahán, un emigrante… Las tres tradiciones (israelita, musulmana y cristiana) presentan a Abrahán, Padre de la fe, como emigrante que salió de su tierra, obedeciendo a la “Palabra” de Dios, pero también siguiendo la ruta de todos los nómadas que buscaban una tierra estable, desde Ur de los Caldeos. «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gen 12, 1-3). Abrahán, emigrante y exilado aparece como principio de bendición para todas las “familias” o pueblo de la tierra.
2. Moisés y los hebreos en Egipto: un pueblo de emigrantes
Moisés nace en Egipto, en una tierra donde su familia ha tenido que emigrar para comer… En una tierra donde los hebreos se sienten perseguidos… Tiene una experiencia de Dios, que aparece como protector de emigrantes… y tiene la tarea de crear un “pueblo nuevo” a partir de los emigrantes que se hallaban en tierra extraña. En la línea de Moisés se situarán los otros profetas como Muhammad y Jesús:
1. El Dios de los emigrantes. «El ángel de Yahvé se le mostró en forma de llama…». Moisés siente curiosidad, se acerca y escucha la palabra: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham…» (Ex 3, 1-6). «He visto la aflicción de mi pueblo de Egipto y he escuchado el grito que le hacen clamar sus opresores, pues conozco sus padecimientos. Y he bajado para liberarlo del poder de Egipto y para subirlo de esta tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que mana leche y miel, el país del cananeo, del heteo…» (Ex 3, 7-8). Dios aparece así vinculado a los emigrantes y pobres, el les defiende.
2. La “guerra” de liberación de Moisés. Moisés inicia y promueve un movimiento de liberación de los emigrantes y esclavos, pero no en línea de alzamiento armado, pues en ese nivel los “faraones” de este mundo tendrán siempre ventaja. Nosotros (año 2007) sabemos que el tiempo de las guerras militares en contra del sistema ha terminado ya… No podremos derrotar a los poderes de opresión con armas, sino a través de una trasformación personal y social, como la de Moisés. Estos son los momentos fundamentales de de su jihad o movimiento liberador, expuesto en Ex. 7-13.
(1) La guerra de Moisés esta vinculada a la vida cósmica, a la defensa de la naturaleza: los opresores tienen que sufrir el castigo de la naturaleza que ellos manejan de un modo egoísta para su provecho.
(2) Esta es una guerra de valores, es decir, de humanidad. El Faraón representa la violencia del sistema que se diviniza a sí mismo y que al hacerlo se destruye. Moisés, en cambio, representa la confianza del hombre en los valores de su humanidad, es decir, de su libertad, fundados en Yahvé (Soy el que soy), es decir, «Soy principio y futuro de libertad». Así entendió ya el libro de la Sabiduría (Sab 16-19) en tema de las plagas de Ex 7-13.
3. La libertad de los oprimidos. Un relato simbólico, narrado en el libro del Éxodo, capítulo 14: «El Faraón se acercaba, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban tras ellos» (Ex 14, 10). Precisamente entonces, cuando amenazaba el pánico, se escucha la palabra creadora:
«No tengáis miedo. Estad firmes y veréis la victoria que Yahvé os concederá hoy…; Yahvé peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio» (Ex 14, 13-14). Los hebreos no tienen que alzarse en pie de guerra, ni luchar con armas militares, ni comprar con fianzas de dinero su salida de la cárcel, pero se les pide algo más grande: que crean y escuchen en silencio la palabra que les llega y les libera. Esa libertad implica una decisión por parte de los emigrantes pobres. . Perseguidos, prácticamente atrapados por Egipto que se acerca, los cautivos dan un paso y se arriesgan: «Di a los israelitas que avancen: tú alza el bastón y extiende la mano sobre el mar y el mar abrirá en dos, de modo que los israelitas puedan atravesarlo a pie enjuto» (Ex 14,16).
4. Moisés, un hombre y un camino actual. Moisés ha sido y sigue siendo iniciador de una “religión de libertad” en la que pueden incluirse estos momentos. 1. Nos enseña a ser libres, en éxodo constante, para que salgamos de las varias situaciones de opresión en que estamos. 2. Nos invita a compartir y ofrecer libertad, en gesto de acogida, comunión y comunicación: hay hombres que viven aplastados o se aplastan ellos mismo, entrando así en un túnel o vacío donde les domina el miedo interno, el odio o resentimiento; por eso hay que ofrecerles espacios de comunicación personal. A veces no basta compartir: hay que esforzarse por crear condiciones sociales de libertad para los demás, incluso de un modo arriesgado. 3. Moisés traza, finalmente, un signo de esperanza, como testigo y precursor de una revolución que no ha llegado a cumplirse todavía, pues sigue habiendo hebreos oprimidos y encarcelados bajo el poder de los faraones de este mundo.
3. Las leyes sobre emigrantes de la Biblia Israelita
Leyes especiales para proteger a tres “colectivos”, es decir, a tres tipos de personas oprimidas. Los emigrantes no se pueden tomar pos aislado, sino que han de verse vinculados a otros grupos oprimidos. En el tiempo de la Biblia Hebrea se unen viudas, huérfanos y extranjeros:
(1) Las viudas (mujeres sin familia o protección social) forman una parte considerable de los rechazados del sistema, que sigue marcado por la violencia de género y la manipulación sexual. Hay en el mundo millones de mujeres sometidas a un durísimo comercio sexual: no hace falta encerrarlas en cárceles estrictamente dichas, pues su misma forma de vivir constituye ya una cárcel.
(2) Los huérfanos (niños y jóvenes sin arraigo familiar) son los candidatos más idóneos para la explotación, la delincuencia y la cárcel, especialmente en países donde existe una fuerte descomposición de las tramas familiares y sociales.
(3) Finalmente, los extranjeros (o miembros de razas distintas) siguen viviendo en una situación de violencia permanente: casi la mitad de los encarcelados de algunos países de Europa son extranjeros, la mayoría de los presos de USA son negros.
1. Dodecálogo (=Doce leyes) de Siquem (Dt 27, 15-26).
Parece el código más antiguo de la tradición israelita y comienza evocando la maldición sobre aquellos que fabrican ídolos, porque destruye la identidad de Dios. En quinto lugar, dice:
– ¡Maldito quien defraude en su derecho al extranjero, huérfano y viuda!
Y todo el pueblo responda: ¡amén, así sea! (Dt 27, 19).
Esta maldición supone que aquellos que se acercan a Dios y quieren establecer un pacto con él deben comprometerse a respetar el derecho de huérfanos-viudas-forasteros, es decir, de aquellos cuyo derecho podría ser más fácilmente quebrantado, pues no tienen un goel o “vengador de sangre”, es decir, un familiar poderoso que pueda defenderles. Los extranjeros-huérfanos-viudas vienen a presentarse de esa forma como “familiares de Dios”, es decir, como sus protegidos, de manera que toda la familia israelita, reunida en nombre de Dios, debe comprometerse a defenderles.
2. El Código de la Alianza (Ex 20, 22-23, 19)
forma también parte de un texto legal muy antiguo, que incluye diversas normas de tipo social, criminal, económico y litúrgico. Entre sus normas encontramos estas:
– No oprimirás ni vejarás al extranjero,
porque extranjero fuiste en Egipto…
– No explotarás a la viuda y al huérfano…
porque si ellos gritan a mí yo los escucharé… (Ex 22, 20-21)
La ley que exige la ayuda al extranjero queda así avalada por el recuerdo más sagrado de la historia de los israelitas, pues también ellos fueron antaño extranjeros en Egipto. El paralelismo literario que este pasaje ha trazado entre los dos “artículos” de esta ley supone que los extranjeros (no israelitas) quedan asociados con los huérfanos y viudas de Israel (o de otros pueblos), es decir, con aquellos que carecen de protección legal (social). Todos ellos pueden gritar, como antaño gritaron los hebreos, siendo escuchados por Dios desde la altura (cf. Ex 2, 23-24).
3. Deuteronomio I: solidaridad en la fiesta.
El cuerpo central del Deuteronomio (Dt 12-26) recoge y sistematiza hacia el siglo VII a. de C. las leyes más antiguas, integrándolas en el contexto más solemne de la legislación sobre las fiestas:
– Celebrarás (la fiesta de los Tabernáculos) ante Yahvé, tu Dios,
tú y tus hijos y tus hijas, y tu esclavo y tu esclava,
y el levita que habite en tus ciudades,
y el extranjero, huérfano y viuda que viva entre los tuyos,
en el lugar que Yahvé tu Dios elija para que more allí su nombre.
– Recuerda que fuiste esclavo de Egipto… (Dt 16,11-12).
Se alude aquí a la Fiesta de Acción de Gracias, que los israelitas más afortunados celebran tras la recolección, en el otoño, dando gracias a Dios por la cosecha y la abundancia de la vida. Pues bien, en esa fiesta, el patriarca de la casa ha de abrir su espacio de familia, ofreciendo un lugar de alegría, de fraternidad religiosa y comunicación social no sólo a los familiares, sino a los emigrantes Allí donde los pobres y extranjeros no quedan invitados a la fiesta de la vida no se puede hablar de ley de Dios (como sabe también, en otro plano, pero con el mismo espíritu Lc 14, 16-24).
4. Deuteronomio II: solidaridad alimenticia.
Para que pueda celebrarse la fiesta compartida, es necesario un gesto de solidaridad económica.
– No defraudarás el derecho del emigrante y del huérfano
y no tomarás en prenda la ropa de la viuda…
– Cuando siegues la mies de tu campo…
no recojas la gavilla olvidada;
déjasela al extranjero, al huérfano y a la viuda, .
– Cuando varees tu olivar, no repases sus ramas;
dejárselas al extranjero, al huérfano y a la viuda.
– Cuando vendimies tu viña no rebusques los racimos;
déjaselos al extranjero, al huérfano y a la viuda;
recuerda que fuiste esclavo en Egipto (Dt 24,17-22)
Frente al afán codicioso de aquellos que quieren poseerlo todo, el texto apela al derecho de los pobres que claman a Yahvé desde su necesidad, siendo escuchados. De pan, vino y aceite vive el hombre; por eso es necesario que quienes tengan esos bienes los compartan con los pobres, con los que no tienen tierras, expresando así la generosidad del Dios que los ofrece a todos.
5. Deuteronomio III: ampliación espiritual amor al extranjero.
En este contexto, recreando un tema que aparece de otra forma en Lev 19 (donde se dice amarás al prójimo, es decir, al israelita), nuestro texto exige amar a los extranjeros:
– Yahvé, vuestro Dios… es Dios grande, poderoso y terrible,
no tiene acepción de personas, ni acepta soborno,
hace justicia al huérfano y a la viuda
y ama al extranjero para darle pan y vestido.
– Por eso, amaréis al extranjero,
porque extranjeros fuisteis en el país de Egipto (Dt 10, 17-19)
El texto afirma que Dios ama a los extranjeros, es decir, a los hombres y mujeres que no forman parte del pueblo elegido (Dt 10,18), ni tienen una patria o un hogar donde defenderse y vivir protegidos. Lógicamente, los israelitas deberán amar también a los extranjeros. Esta exigencia de amar (es decir, de recibir en el espacio de vida y familia, de clan y de grupo religioso) a los extranjeros huérfanos y viudas, constituye una de las cumbres de la tradición israelita y de la humanidad.
4. MUHAMMAD, PROFETA DE LOS EMIGRANTES
1. Vocación y experiencia básica. Opción por los pobres.
Hacia el año 613 de le era común, Muhammad se sintió enviado (Rasul) y profeta (Nabi) de Dios para la Meca, en centro se alzaba el Cubo, Caaba, centro de peregrinación controlado por ricos mercaderes que habían instaurado su burguesía comercial, a costa de los pobres. Los tiempos estaban maduros y Muhammad, testigo de las religiones del tiempo (judíos y cristianos), se sintió llamado a iniciar su movimiento religioso, unificando y culminando las tradiciones anteriores. En principio, no quiso crear una nueva religión, sino actualizar el mensaje de los profetas anteriores, judíos y cristianos (y monoteístas árabes: hanif), partiendo de los huérfanos, pobres, emigrantes:
¿No te halló huérfano y te recogió? ¿No te encontró extraviado y te dirigió?
¿No te encontró pobre y te enriqueció? Por eso: no abuses del pobre,
ni ahuyentes al mendigo, y habla del favor que tu Señor te ha dado (Corán 93, 1-11).
Esta sura autobiográfica recuerda la exigencia israelita de ayudar a huérfanos, viudas y extranjeros. Muhammad no incluye a las viudas (que serán ayudadas de otra forma), pero sí a los huérfanos, perdidos (extranjeros) y pobres, que expresan la ruptura social que divide la rica sociedad mecana. A favor de ellos inicia su camino, fiel a Dios y poniendo su vida al servicio de los rechazados de la sociedad
¿Qué te parece el que desmiente el Juicio?
Es el mismo que desprecia al huérfano y no anima a dar de comer al pobre.
Ay de quienes oran… para ser vistos y niegan la ayuda (107, 1-7).
En ese sentido, el Islam será siempre (al menos en un nivel espiritual) una religión de emigrantes y pobres que se someten a Dios y se ayudan mutuamente, desde un mundo que sigue siendo siempre un tipo de “exilio”, como el de Muhammad en la Meca y en Medina.
2. La gran emigración, la Hégira
Desde su primera llamada hasta su muerte (613-632 EC), la historia de Muhammad y su movimiento ha estado modelada por las ‘voces’ que Dios que él ha escuchado, al servicio de los pobres. Es normal que los círculos pudientes de la Meca le denunciaran. Algunos, como Jadicha, su esposa, y Abu-Talib, su tío, jefe del clan familiar, le habían aceptado y fueron aprendiendo de memoria sus oráculos. Pero murieron (619 EC) y Muhammad perdió empezó a ser perseguido: los clanes más fuertes de la ciudad le acusaron de revolucionario y perturbador religioso. Amenazado de muerte, envió a una parte de sus seguidores hacia el sur y oeste (Yemen y Etiopía) para que se cobijaran por un tiempo entre amigos (paganos o cristianos) y emigró con otros a la ciudad-oasis de Yatrib (Medinat ha-Nabi, Ciudad del profeta) con cuyos habitantes mantenía buenas relaciones, (Hégira, Hijra o Gran Emigración: 622 EC, principio de la Era Musulmana).
− Moisés rompió con Egipto, superando la opresión de Faraón, en Éxodo arriesgado (económico, social y cultural), sin armas o soldados. Suscitó así un pueblo liberado, que no debía ya volver a Egipto (ni conquistar el mundo), sino entrar en la tierra prometida (Palestina), como nación emancipada (elegida), en actitud de escucha directa de Dios, cumpliendo su Ley, en contra o por encima del sistema dominante.
− Jesús superó el orden sacral del templo, con sus normas de pureza y sus códigos sociales elitistas; pero, en vez de salir de la tierra, entró en Jerusalén y mantuvo su mensaje social y religioso, sin defensa armada, dejándose matar por su proyecto de Reino (cf. Lc 9, 31). Pero, con la ayuda y respuesta de su Dios, Padre amoroso y creador, sus discípulos crearon unas comunidades vinculadas en amor y experiencia pascual.
− Muhammad pensó que la obra de Dios debe triunfar y sus creyentes extenderse. Animado por esa certeza, en hábil táctica social y militar, abandonó la Ciudad corrompida, para crear una comunidad de sometidos a Dios, en la emigración. Rompió así con el sistema sagrado de la vieja Meca, ciudad de comerciantes idólatras e injustos, para crear la comunidad concreta de los sometidos a Dios, abiertos a todas las naciones.
Sufrimiento y fracaso fueron para Muhammad un tiempo de prueba (del 622 al 630 EC). Su exilio en Medina duró sólo ocho años, que fueron fecundos y necesarios para culminar la obra de Dios, donde se vincula su revelación (Corán) y el surgimiento del nuevo y duradero pueblo liberado. Los musulmanes están llamados a “crear” la comunidad de Dios en el exilio. Al principio, la mayoría de los musulmanes fueron árabes, pero la Hégira les hizo nacer otra vez, suscitando una comunidad fundada en el sometimiento universal a Dios. Ellos, emigrantes rechazados, perseguidos, se hicieron comunión universal, abierta a todos los humanos.
3. El Islam, religión de emigrantes
Ciertamente, algunos musulmanes han tendido a crear un espiritualismo solitario (sufismo), pero, en sí, el Islam es una mística total que vincula individuo y sociedad, vida interior y exterior, religión y política, haciendo que el hombre se someta de un modo radical a Dios, empezando en el mismo exilio. Más que espiritualidad intimista, es un sistema total de sometimiento teológico y pacificación social, bajo el poder absoluto de Dios y su Palabra.
1. El Islam es religión profana, no tiene sacerdotes, ni clero, ni culto sacral separado, sino la confesión de fe y la sumisión a Dios, sin misterios separados, porque en ella todo es misterioso: presencia abismal de lo divino.
2. El Islam carece de rituales porque todo es cumplimiento de la voluntad de Dios. La vida entera (familia y estado, economía y sentimiento) es presencia de Dios, de manera que en ella no existe nada que sea secular, en sentido occidental moderno.
3. El Islam es tarea humana y misterio religioso. Nace de la inminencia del juicio, que se expresa en el sometimiento a Dios y a sus mandatos sobre el mundo. Desde ese fondo podemos destacar ya en su conjunto la aportación social de las tres religiones, que han modelado y definido gran parte de la historia de occidente.
El Islam sigue siendo la religión de Muhammad y de sus primeros compañeros, que escuchan la Palabra de Dios y se someten a su mandato, para crear una comunidad de hombres libres, que vinculan libremente, dondequiera que están, a favor de todos los hombres y de todos los pueblos, no en contra de ellos.
4. La “guerra” del Islam: combate por la libertad de los emigrantes
El musulmán debe someterse a Dios, dejando los ídolos, emigrando de la Meca (ciudad de injusticia) y “luchando” por Allah y por la expansión y triunfo del Islam. La fe implica así una ruptura familiar y económica por causa del Islam y una decisión combativa, al servicio del Islam. Esa decisión (jihad) puede implicar en ciertos momentos una “guerra” contra aquellos que se oponen a los derechos de Dios. Pero en sí misma no es guerra militar, sino esfuerzo de pacificación:
– Paz: No cabe coacción en la religión (Corán 2:257) A cada uno os hemos dado una norma y una vía. Dios, si hubiera querido, habría hecho de vosotros [toda la humanidad] una sola comunidad [de una religión], pero quería probaros en lo que os dio. ¡Rivalizad en buenas obras! Todos volveréis a Dios. Ya os informará El de aquello en que discrepabais. (5:48)
– Jihad: literalmente significa esfuerzo, pero dado que la guerra requiere un esfuerzo excepcional, por extensión, la palabra se asocia con la guerra; la definición de guerra santa es, en el islamismo, virtualmente idéntica a la guerra justa del cristianismo, donde también suele llamársela guerra santa. Pero la verdadera guerra es la interior. En un hadith (dicho canónico), Muhammad sitúa la guerra contra el mal dentro de uno mismo por encima de las batallas contra enemigos externos. Tras un encuentro con los de La Meca, Mahoma observó: “Hemos regresado del jihad menor para enfrentarnos al jihad mayor”, es decir, para batallar con el mal que llevamos dentro.
– Hospitalidad. Dentro del mundo musulmán en básica la hospitalidad: por eso, en principio, el mundo musulmán ha debido estar siempre dispuesto a acoger a los emigrantes. En ese sentido, más que un “credo” o conjunto de dogmas que se deben creer, el Islam es una forma de vivir en solidaridad y acogida mutua. Algunos grupos de musulmanes actuales parecen tener miedo y les cuesta acoger a emigrantes de otras culturas y religiones; con ello van en contra de su propia tradición islámica, definida por la hospitalidad social y religiosa.
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