Conferencia Episcopal Española: “Una ocasión perdida para exponer una Cristología que interpele a la sociedad”
Si es que la cara es el espejo del alma… ¿Alguien puede creerse que están anunciando la alegría del Evangelio?… Más bién parece que están anunciando el funeral de la Iglesia Católica… Mientras tanto, los cristianos y cristianas de a pie, al estilo de las primitivas comunidades cristianas, vamos peregrinando en pequeños grupos experimentando la alegre salvación del Resucitado… Con su pan se lo coman, ilustrísimas y llenen sus bocadillos de anatemas, advertencias y nihil obstat varios… Los demás, a lo nuestro, intentar seguir a Jesús, lo mejor que sabemos, al servicio de los más necesitados y marginados de la sociedad.
Documento episcopal: “Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo”
“Se mantienen menciones que no parecen ir en la línea de Francisco”
(Editorial de Vida Nueva).- La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal ha aprobado la instrucción pastoral Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo. Tras una primera lectura, su lenguaje técnico se revela complejo para responder a los fines apostólicos de una instrucción, pues no resulta accesible para sus destinatarios –“a los hombres y mujeres con quienes compartimos sociedad“-, pero tampoco para un cristiano iniciado.
Un análisis detenido del documento genera otras preocupaciones de fondo: los temas abordados y su perspectiva. Elaborado en el seno de la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe, se echa de menos una visión teológico-pastoral que responda al título y subtítulo de la instrucción que invitan a encontrar una semblanza de Jesucristo. Desde ahí, se echa en falta un retrato poliédrico del Redentor, por ejemplo, a la manera de Benedicto XVI en su trilogía, que expone argumentos en profundidad para un preciso conocimiento del Hijo de Dios desde una redacción accesible a todos.
En la instrucción publicada, se dibuja al Salvador por contraposición a las “desviaciones” del dogma de Cristo, a través de un repaso a las visiones erróneas ya condenadas aquí y en Roma, como el reduccionismo histórico, la cristología adopcionista y arriana…
La relevancia dada a estos puntos puede dar la sensación de que el común de los cristianos vive en una amenaza constante de concepciones subjetivistas y relativistas de la fe, algo que no parece percibirse en el día a día de parroquias, comunidades y movimientos. Como apunta el Papa, urge “guardarnos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal”.
El texto aprobado ha evolucionado desde la intención inicial de algunos para incluir un ajuste de cuentas. Aun así, se mantienen menciones que no parecen ir en la línea de Francisco de promover “el diálogo constructivo, respetuoso y paciente con los autores” en aras de la comunión. Esta actitud defensiva dista también del tono de la actual hoja de ruta del Episcopado Iglesia, servidora de los pobres.
Nadie cuestiona la necesidad de alertar de los peligros y reivindicar la unidad y la integridad de la fe, como se hace al abordar la virginidad de María o la Resurrección. Es más, resulta indiscutible esta misión de los obispos y de Doctrina de la Fe, como un delicado, difícil y poco grato servicio al Pueblo de Dios.
Pero cabe preguntarse si no ha sido esta una ocasión perdida para exponer una Cristología que interpele a la sociedad como lo hace Francisco. Pero, sobre todo, para responder a la pregunta fundamental para cualquier católico, que no aparece en esta instrucción sobre Jesucristo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
Fuente Religión Digital
Comentarios recientes