Veinte jóvenes nigerianos son brutalmente golpeados por una turba violenta, bajo la sospecha de ser homosexuales
Una turba violenta atacó a 20 jóvenes nigerianos de quienes sospechaban, por su aspecto afeminado, que eran homosexuales. Todos ellos habían sido arrastrados fuera de sus casas y reunidos para golpearlos sin compasión. La brutal paliza a que les sometieron hizo temer por sus vidas. Ninguna de las víctimas ha querido presentar denuncia, por temor a las represalias de sus agresores y por no enfrentarse al estigma de ser considerados homosexuales públicamente.
El pasado 19 de marzo, en la localidad nigeriana de Jos, una horda de violentos fanáticos atacó a golpes a 20 jóvenes bajo la sospecha de que eran homosexuales. La brutal paliza ocasionó grandes heridas en las víctimas, con profusas hemorragias que hicieron temer que alguno perdiera la vida. Un activista presente en los hechos, denunció lo ocurrido al medio LGTB NoStringNg, describiendo la dantesca escena con las siguientes palabras: “Los hombres no mostraron ninguna compasión con ellos, a pesar de que no tenían prueba alguna de que fueran homosexuales. Les golpearon brutalmente. Se llegó al punto de que el padre de una de las víctimas, que trató de detener a la turba que golpeaba a su hijo, fue también golpeado junto a su hijo. Un panorama espantoso”.
Según el activista, todo comenzó cuando los padres de un joven, de quien sospechaban que era gay, le llevaron a un médico para que le realizara un examen anal que lo confirmase. Una práctica considerada como una forma de tortura y sin ninguna validez científica. Tras la infame prueba, el médico, saltándose todo código deontológico, confirmó a los padres la homosexualidad de su hijo. No se sabe cómo y quién difundió la noticia, pero sirvió para que una horda, llena de violencia y fanatismo, decidiese recorrer el barrio en busca de homosexuales.
Allanaron con violencia las casas de las víctimas, a quienes arrastraron y agruparon para golpearles con saña. Fueron elegidos algunos de los amigos del joven, aunque, según el testigo, “la mayoría de los hombres que fueron atacados tenían aspecto afeminado, por lo que, debido a la idea errónea de que todos los hombres homosexuales son afeminados, se convirtieron en su objetivo y fueron fuertemente golpeados”.
Tras la brutal paliza, ninguna de las víctimas ha querido presentar una demanda contra sus atacantes, ya que no solo temen posibles represalias, sino que un juicio tan solo serviría para que sus nombres se vinculasen a un “caso homosexual”, con el consiguiente estigma social. El activista que fue testigo presencial comenta que “algunas de las víctimas ya no se sienten seguras en la zona y están haciendo planes para huir de allí, ya que temen que puedan decidir hacerles daño de nuevo”. Algunos están recibiendo tratamiento por parte de organizaciones de defensa de los derechos humanos. En su mayoría, las familias de los agredidos también están ofreciendo su apoyo.
Nigeria: violencia social y de Estado
La homosexualidad es ilegal en Nigeria según los artículos 214 y 217 de su Código Penal y puede tener penas de hasta 14 años de cárcel.
La ley nigeriana castiga con penas que pueden llegar hasta los 14 años de cárcel (en el sur cristiano) o incluso hasta la muerte por lapidación (en los estados del norte en los que se aplica la ley islámica) por el delito de sodomía, es decir, por relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Pero desde la promulgación de una ley que agrava el tratamiento penal para todo aquello relacionado con la homosexualidad, no han cesado de sucederse los actos de barbarie de la población civil contra las personas LGTB, alentados por los líderes políticos y religiosos que han creado un ambiente de profunda homofobia social. La reforma contempla penas de 10 años de prisión por la exhibición pública o privada de una relación afectiva entre dos personas del mismo sexo, así como la pertenencia a cualquier tipo de asociación u organización de defensa de los derechos LGTB.
Hemos informado de algunos de estos terribles hechos, aunque es de suponer que la información de la mayoría de este tipo de actos execrables no alcance a los medios de comunicación occidentales.
En enero de 2014, una multitud de miles de personas rodeaba un tribunal islámico, donde se juzgaba a once hombres acusados de practicar la homosexualidad, exigiendo su ejecución inmediata. Meses después, cuatro de los detenidos, que confesaron los hechos probablemente bajo tortura, fueron condenados a recibir públicamente 15 latigazos y al pago de una multa o un año de prisión.
En febrero del mismo año, otra horda enfurecida asaltó los domicilios de doce homosexuales en la capital, Abuja, a quienes terminaron por arrancar de sus casas y golpearles incluso ante las puertas de la comisaría local. En las mismas fechas, en la localidad sureña de Port Harcourt, otros dos homosexuales fueron arrastrados fuera de su hogar y obligados a realizar actos sexuales ante una multitud agresiva.
En enero de 2015, la policía islámica de Kato, una ciudad al norte de Nigeria, comunicaba la detención de doce personas por participar en la celebración de una supuesta boda entre dos personas del mismo sexo. La ley vigente en Nigeria, anteriormente citada, castiga con hasta 14 años de prisión a quienes participen en una ceremonia de unión homosexual. Y hace algo más de un mes, seis jóvenes fueron detenidos en Benin City acusados de mantener relaciones sexuales.
Actuaciones de este tipo provocaron que el Parlamento Europeo aprobara en marzo de 2014, con el acuerdo de los principales grupos, una resolución de condena a las leyes homófobas de Uganda y Nigeria. El texto de la resolución solicitaba su derogación y proponía que si no había marcha atrás se suspendiese a los dos países del acuerdo de Cotonú sobre intercambio comercial y asistencia entre la Unión Europea y los estados de África, Caribe y Pacífico.
Sin embargo, la directora del programa africano del Centro Europeo para la Gestión de Políticas de Desarrollo (ECDPM), Faten Aggard-Clerx, muy crítica con lo que considera una postura hipócrita de la Unión Europea, se preguntaba, en referencia a Nigeria, si el organismo europeo está dispuesto a “mantener sus valores a pesar de sus intereses en algunas partes de África”. Aggard-Clerx denunciaba que la Unión Europea no había alzado la voz contra las leyes homófobas aprobadas en Etiopía en 2004, pero sí lo hacía una vez que las condenas por homosexualidad iban a carecer de la posibilidad de indulto. También ponía el ejemplo del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, muy criticado por aprobar una ley fuertemente homófoba, pero alabado por su papel en Sudán del Sur.
Fuente Dosmanzanas
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