“Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho”. Domingo 19 de junio de 2016 12º Ordinario
Zacarías 12, 10-11; 13, 1: Mirarán al que atravesaron.
Salmo responsorial: 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Gálatas 3, 26-29: Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo.
Lucas 9, 18-24: Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
La primera lectura hace referencia a los tiempos mesiánicos. “Derramaré sobre la casa de David un espíritu de gracia y oración. Y mirarán al que traspasaron” y llorarán como quien llora a un primogénito. El “traspasado” recuerda al Siervo de Yahveh, figura de Cristo en su Pasión. San Juan concluye la crucifixión de Jesús diciendo: “para que se cumplan las Escrituras: mirarán al que traspasaron”. Dios concede la conversión del corazón por medio de una víctima que es Cristo, el Siervo paciente; su cuerpo traspasado se mirará con la mirada salvadora de la fe.
En la segunda lectura de hoy, el tema de la ley mosaica como innecesaria y abolida después de la venida de Cristo, pues la fe en él es lo que nos justifica ante Dios, es el problema básico de la carta a los Gálatas, en que Pablo responde a los judeocristianos que no acertaban a desprenderse de las formas judaizantes y que veían con recelo la doctrina y la praxis del apóstol.
Por eso, después de afirmar la función transitoria y pedagógica de la Ley, afirma Pablo el paso a la realización actual de las promesas en la venida de Cristo y en la fe del Evangelio. Cristo es el acontecimiento decisivo de la historia de salvación; por la fe en él y por el bautismo somos constituidos todos en hijo de Dios, somos justificados. Al decir todos acentúa Pablo que no solamente los judíos, sino también las demás razas y pueblos.
En cuanto al Evangelio, tres partes componen la lectura: 1) la confesión mesiánica de Pedro (vv. 18-21); 2) el primer anuncio de la Pasión (v. 22); Lucas ha omitido la reprimenda que Jesús dirige a Pedro, cuando éste, ante el anuncio de la Pasión, se opone a ello; 3) las condiciones para el seguimiento de Cristo (vv. 23-24)
Lucas es el único que nota significativamente la oración de Jesús que precede la confesión de mesianidad y al anuncio de la Pasión (v. 18). Como la figura del Mesías en la mente de los apóstoles estaba teñida de triunfalismos terrenos, Jesús les educa en ese gran misterio del Reino: su propia Pasión y Muerte (v. 22). Sigue finalmente un pasaje que nos recuerda el discurso apostólico de Mt. 10: condiciones que Jesús pide a sus seguidores: abnegación, disponibilidad absoluta y sufrimiento efectivo (vv. 23-24).
Si queremos ir con Jesús tenemos que aceptar sus condiciones y entenderlas como él las entiende. Negarse a sí mismo equivale a “no tener nada que ver” con la persona de la que se reniega. Negarse a sí mismo es descentrarse, no ser ya el centro de su propio proyecto (no es un negarse por negarse, en plan de un masoquismo que valora el auto-sufrimiento, no es eso). Es poner la vida entera al servicio del otro, en este caso el proyecto de Jesús. A esto Jesús le llama perder la vida por él. Y quien lo haga así “ganará”, salvará su vida. La condición que pone Jesús para seguirle no pretende quitarnos valor sino orientar nuestras energías y valores a la construcción del Reino que él inició negándose, también Él, a sí mismo, para cumplir en todo la voluntad del Padre.
¿En qué consiste, qué significa la metáfora de «cargar con la cruz»? ¿Es acaso soportarlo todo sin chistar como si toda contrariedad nos la mandara Dios mismo? ¿Es someterse al dolor por el dolor, como si el dolor fuera un valor en sí mismo? Algo –o demasiado– de esto lo hemos entendido así y no tiene nada que ver con la condición que pone Jesús para que sigamos sus pasos. Jesucristo quiere decir que todos los discípulos tienen que estar dispuestos a vivir de la misma manera que él vivió, aun sabiendo que este estilo de vida les va a acarrear la persecución y quizá la muerte. Esa es la cruz de Jesús y también debe ser la nuestra. No nos inventemos cruces a la medida, no las busquemos ni nos preocupemos demasiado por ellas. Sigamos los pasos de Jesús y otros nos las pondrán encima antes de lo que pensamos. Como dijo aquella bella expresión de los «carteles Eucaristía»: «Busca la Verdad; la Cruz, ya te la pondrán».
Negarse a sí mismo y cargar con la cruz equivale a hacer suyo, cada uno de nosotros, el camino de Jesús. El se negó a tomar el poder y la fuerza y la fama como medios para servir y salvar a los hombres. Jesús escogió el único camino que conduce al corazón del hombre: la solidaridad con todos los desgraciados de la tierra. Este fue el camino de Jesús y éste tiene que ser nuestro camino si queremos estar con él, seguirle. Intentar seguir a Jesús desde la instalación, la falta de compromiso, el pacto con los poderosos, aunque pueda parecer muy razonable, es un camino falso. Es “pensar como los hombres y no como Dios”
Para la revisión de vida
¿Quién es Jesús para mí?
¿Qué es lo último que leí-estudié sobre Jesús? ¿Alimento mi fe en Jesús, la renuevo, la pongo al día?
Para la reunión de grupo
– ¿Significa algo para nosotros hoy día el concepto de Mesías? ¿Jesús es Mesías? ¿Y qué significa eso?
– Estudiar en comunidad el artículo de Jon Sobrino “Mesías y mesianismos” (RELaT 069: servicioskoinonia.org/relat/069.htm
– Tomar la decisión de renovar nuestra formación cristiana estudiando de nuevo la figura de Jesús, con alguno de los últimos libros, como el de José Antonio Pagola (es fácil encontrarlo en la red).
– Buscar información sobre los «Grupos de Jesús», que se organizan en torno al libro «Jesús» de José Antonio Pagola: http://www.gruposdejesus.com
Para la oración de los fieles
– Por todos los pueblos y culturas que celebran, en su cultura y en su tradición religiosa, el solsticio del hemisferio norte (mañana día 21). Para que nos abramos cada vez más a una visión comprensiva y abierta de la acción de Dios en todos los pueblos… roguemos al Señor.
– Por todos los que tienen el mismo deber profético enfrentarse a la corrupción de las autoridades, para que sean fuertes y firmes en el cumplimiento de su misión, aunque en ello les vaya la vida… roguemos al Señor.
– Por los hombres y mujeres de toda la tierra, para que crezca cada día en nuestro corazón la nostalgia de una humanidad fraterna y unida… roguemos al Señor.
– Por el cristianismo y todas las religiones de la tierra, para que dialoguen y se reconcilien, como condición previa para la reconciliación y la paz en el mundo… roguemos al Señor.
Oración comunitaria
Dios, Padre misericordioso, que quisiste preparar los caminos de tu Hijo con el envío de Juan Bautista como su “precursor”; haznos a todos nosotros “precursores” de tu Hijo, para que allanemos los caminos y eliminemos los obstáculos al crecimiento del Amor y de la Unidad, por J.N.S.
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