La espantosa realidad de la vida en Kirguizistán para las personas LGTB desde que se debate la ley contra la “propaganda homosexual”
Miembros del colectivo LGBT de Kirguizistán dan cuenta de la espantosa situación en que se encuentran desde que se inició la tramitación de la ley contra la “propaganda homosexual”. A la sempiterna corrupción policial —con denuncias de chantaje, agresividad y tortura contra gais, lesbianas, bisexuales y transexuales— hay que añadir el aumento de la violencia social, que se ha triplicado en estos últimos años. Las violaciones de castigo contra los varones homosexuales y bisexuales, y las correctivas contra las mujeres lesbianas y bisexuales son una de sus más crueles muestras.
Ya era conocida la dureza de la represión policial contra la población LGTB kirguiza, según un informe de Human Rights Watch hecho público en 2014, que denunciaba la extorsión, las amenazas, la violencia y las agresiones sexuales que hombres homosexuales y bisexuales sufren a diario en Kirguizistán. Pero tras el inicio de la tramitación de una ley contra la “propaganda homosexual” en ese mismo año, la represión ha adquirido dimensiones de violencia social.
En un encuentro con miembros del colectivo LGTB de la capital, Biskek, que tuvo lugar con fuertes medidas de seguridad y secreto, se ha denunciado el extraordinario incremento de las agresiones verbales y físicas, alentadas por los discursos de odio LGTBfóbico de políticos y medios de comunicación.
Si bien es cierto que nunca ha sido sencillo ser una persona LGTB en la sociedad kirguisa, de mayoría musulmana pero con una importante ciudadanía ortodoxa, los casos de violencia y agresividad hacia el colectivo, desde que ha sido puesto en la picota, han aumentado un 300 %. En palabras del analista Medet Tiulegenov, las fuerzas externas e internas “han arrastrado a la comunidad LGTB en una batalla por la identidad de Kirguizistán”. Es decir, la dureza en el trato a las minorías sexuales se convertiría en una seña de identidad nacional. “Ser anti-LGTB ha sido muy provechoso para los nacionalistas”, afirma Tiulegenov.
La discriminación y violencia cotidianas
Nika es el anfitrión de un encuentro que ha reunido a nueve personas, hombres y mujeres de distinto origen étnico. Cuenta que todo comenzó cuando desde la televisión rusa, que es vista por gran parte de la población kirguisa, se informaba de la campaña contra la “propaganda homosexual”. “Escuchar los programas rusos hacía que me sintiera culpable por ser homosexual”, comenta Nika, mientras explica que esa tendencia fue inmediatamente seguida por los medios ligados al gobierno y los líderes nacionalistas. De ahí, se extendió a toda la sociedad.
“Recibo llamadas telefónicas y mensajes de texto que dicen cosas como ‘te vamos a cortar la lengua y metértela por el culo’”, denuncia Nika. “La nueva ley ha animado a todos a ir a por nosotros, sin temor a ser castigados”, constata. Además, la única respuesta de la Policía ante los ataques suele ser el chantaje, siendo muchos los testimonios que detallan cómo los agentes amenazan con exponer la orientación sexual a menos que se pague un soborno.
Ilya, otro de los invitados, cuenta que en el bar de la universidad le gritaron “mira ahí está el marica”, sin que pudiera siquiera pensar en denunciarlo a las autoridades universitarias, “porque eso me traería más problemas”. También explica que le han expulsado recientemente de su gimnasio, pues “el gerente me dijo que otros clientes se habían quejado de que yo estuviera allí. No dijo que era porque yo sea gay, pero estaba claro que eso es lo que quería decir”.
Violaciones de castigo y correctivas
Viktor, con voz trémula por el recuerdo, confía a los participantes su historia. Había recibido constantes amenazas durante meses, en las que le acusaban de “estar arruinando al país” y le instaban a que se fuera bajo la amenaza de que “te vamos a cortar la cabeza”. Todo ello le empujó a cambiar su domicilio a otro barrio de la capital. Pero una noche del mes de enero, cuando se dirigía desde el trabajo hacia su casa, fue víctima de una emboscada. Le golpearon y le redujeron, gritándole “¿por qué sigues aquí?, te advertimos que te encontraríamos”. Le dieron patadas hasta dejarle inconsciente. Cuando volvió en sí, estaba en una zona boscosa, y sus atacantes le estaban arrancando la ropa hasta dejarle desnudo sobre el terreno nevado. “Uno me apretaba la cabeza contra el suelo para que no pudiera verles las caras”, cuenta interrumpiendo el relato con sollozos. Entonces se turnaron para violarlo.
Por supuesto que no pensó en acudir a la Policía. En otras ocasiones, cuando había intentado denunciar las amenazas que recibía, le espetaron “no llevamos casos de maricones”. En opinión de Viktor, “desde el momento en que el proyecto de ley se empezó a discutir por primera vez, la sociedad de Kirguizistán se lo tomó como un permiso para el exterminio. Muchos ni siquiera entienden lo que dice, pero se lo toman como una veda abierta para cazarnos”.
La violación de castigo se dirige hacia los varones homosexuales y bisexuales, que suelen ser el objetivo tanto de miembros de la Policía extorsionadores como de las bandas homófobas violentas. Pero las mujeres lesbianas y bisexuales también son víctimas de una violencia semejante, aunque suele quedar en el entorno familiar. Son frecuentes las violaciones correctivas, en ocasiones perpetradas por los hermanos u otros familiares de las víctimas. Además, son obligadas a casarse con un hombre contra su voluntad, sometidas a su mandato y condenadas a la negación absoluta de una vida afectiva.
Aquí podéis ver un reportaje con los estremecedores testimonios de los participantes en la reunión (con subtítulos en inglés):
Un proyecto de ley que ha desencadenado la violencia
Como señalábamos anteriormente, en marzo de 2014 se introdujo un proyecto de ley que persigue castigar con multas y/o cárcel a todos aquellos que difundan una actitud positiva hacia “la sodomía, el lesbianismo y otras formas de comportamiento sexual no tradicional” que las hagan parecer “atractivas” o “despierten interés” en las mismas. El texto prohíbe la difusión por cualquier medio de contenidos de este tipo, así como la organización y participación en asambleas pacíficas en las que se informe sobre la realidad LGTB. Sus promotores justificaban la reforma en la necesidad de “salvaguardar y proteger los valores familiares, humanos, morales e históricos tradicionales de la sociedad kirguís”.
El proyecto ya ha pasado por dos lecturas ante el Parlamento, siendo aprobado por 79 votos a favor frente a 7 en contra en la primera, y por 90 a favor frente a solo 2 en contra en la segunda. Aún debe enfrentarse a una tercera lectura antes de ser promulgado como ley por el presidente Almazbek Atambayev. Esa votación tendría que haber tenido lugar en octubre del pasado 2015, pero ha sido aplazada indefinidamente. Según algunas fuentes, el presidente Atambayev, dada la negativa repercusión internacional, “ha dicho en privado que no cree que ahora sea una buena ley, pero políticamente es difícil dar marcha atrás”.
En todo caso, la dilación en el tiempo solo consigue que el colectivo LGTB esté permanentemente en boca de quienes quieren instrumentalizar la discriminación en su beneficio. El fruto de esa instrumentalización es la violencia, la marginación y la negación de la dignidad de los ciudadanos LGTB de Kirguizistán.
Fuente Dosmanzanas
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