Nuevo suicidio de un adolescente gay, ahora en Italia
Ha sucedido en Bari, al sur de Italia. Un chico de 18 años, cuya identidad real no ha trascendido, se ha quitado la vida arrojándose a las vías del tren. Aunque los hechos están rodeados de cierta confusión, todo parece indicar, según ha trascendido a la prensa local, que el rechazo de su condición de gay por parte de sus padres adoptivos, con los que arrastraba una relación conflictiva, ha podido ser uno de los desencadenantes.
Hacía ya tiempo que no nos llegaba la noticia del suicidio de un adolescente LGTB. No creemos que sea, desgraciadamente, porque no se produzcan: más bien nos tememos que buena parte de los casos acaban silenciados. En este caso, por ejemplo, la versión de la familia es que el joven habría sido víctima, en realidad, de un accidente al cruzar las vías. Sin embargo el chico ya había comentado con sus amigos la posibilidad de quitarse la vida.
Dos son las posibilidades que se barajan como desencadenantes (en cualquier caso no excluyentes): una situación de acoso escolar y el rechazo que sus padres adoptivos mostraban hacia la orientación homosexual de su hijo (el chico, de origen extranjero, fue adoptado a los ocho años tras acabar en un orfanato). En cualquier caso, siempre según la prensa local, la relación entre el chico y los padres era ya conflictiva desde antes de su salida del armario. Parece que en uno de los audios que acostumbraba a enviar a sus amigos de sus peleas con sus padres estos le llegaron a espetar que “ojalá hubieran adoptado a otro chico del orfanato”.
Son muchas las dudas que rodean el caso, y que posiblemente nunca serán ya aclaradas. Pese a la reacción de sus padres adoptivos, lo cierto es que el chico había salido del armario y tenía un novio de su edad. Un novio al que de hecho, minutos antes de su muerte, envió un mensaje de WhatsApp en el que le decía “Cachorrito, te quiero. Perdóname”. “Por qué?”, le contestó. Ya no recibió respuesta.
El colectivo LGTB italiano Arcigay emitía el jueves un comunicado de prensa en el que, sin entrar en el detalle de lo sucedido, calificaba la noticia de “terrible” y destacaba algunos de los interrogantes que una muerte así pone sobre la mesa, especialmente el hecho de que ninguna de las señales que el chico había emitido hubiesen hecho saltar las alarmas. En este sentido, Arcigay pide a las administraciones públicas italianas, además de la aprobación de una legislación contra la homofobia mil veces discutida y nunca aprobada, que cubra las graves lagunas que dificultan la detección de este tipo de situaciones antes de que las consecuencias sean irremediables.
Fuente Dosmanzanas
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