‘Erómenos’, 18 poemas sobre la belleza del amor juvenil
La editorial Amistades Particulares presenta su nuevo proyecto, un conjunto de poemas que, en su mayor parte, celebran de algún modo la belleza y el amor juvenil y la tragedia inevitable de su pérdida. Se trata de ‘Erómenos’ una colección poética firmada por Luis Antonio de Villena en la que se canta al amor juvenil y a la fugacidad de la belleza como elementos de máximo gozo y disfrute.
Luis Antonio de Villena es uno de los escritores en castellano más importantes de la segunda mitad del siglo XX. A los 19 años publicó su primer libro y desde entonces, tanto en prosa como en verso, ha dado muestras constantes de tener una voz propia dentro de la literatura.
Se trata de un conjunto de 18 poemas de este autor que, en su mayor parte, celebran de algún modo la belleza y el amor juvenil y la tragedia inevitable de su pérdida. Son poemas que hablan pues de belleza y de caducidad, pero también (y por ello mismo) de gozo y esplendor. Cosas transitorias, como todo en un mundo caedizo, sometido al tiempo.
Desde la editorial afirman que “este libro nace con vocación de minorías, por ello se ha realizado una tirada inicial de solo 65 ejemplares. En caso de agotarse podrían hacerse reimpresiones de pequeñas cantidades adicionales, hasta alcanzar un máximo de 150 ejemplares, momento en que cesarán definitivamente las mismas”. Pero aclaran que no habrá una segunda edición de esta obra ni se comercializará por internet.
Tiene diecinueve años. Moreno, alto, muy grandes
los ojos. Después de la ducha, apenas envuelto
en una toalla azul, se dejó caer en el sillón del estudio.
Estiró los brazos a lo alto, como si se mirara
las velludas axilas, y las piernas hacia el suelo,
haciendo deslizarse, como un paño, la gran toalla.
El cuerpo brillaba largo, con el cabello revuelto
y tanto invisible fuego tan joven… Pensó:
¿cómo describiría él esta postura, que no he buscado?
Era verdad que no había intentado pose ninguna,
pero la respuesta sería: Una melancolía fuertemente
sensual. Seguro. Pues lo cierto era que pese al fulgor
del cuerpo húmedo, de los lánguidos ojos y del pubis
exacto y entrevisto, lo que sentía en ese momento
en su interior era solamente el pasar del tiempo…De Cármides
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