La homofobia interiorizada es la única explicación para actitudes como la del escritor británico Milo Yiannopoulos (en la imagen). Este sujeto, cuya orientación homosexual es pública, ha lanzado un videojuego en el que simula el asesinato de homosexuales a manos de terroristas del Estado Islámico (ISIS). Como les ocurre en la vida real a los gais atrapados en el infierno del ISIS (o simplemente opositores a los que se les acusa de serlo para eliminarlos), el juego invita a lanzar a un personaje desde una azotea y a rematarlo en el suelo mediante la lapidación. Desde Gaymer, la comunidad LGTB+ hispana, han declarado a dosmanzanas que “los que luchamos por hacer del videojuego un medio maduro y de calidad nos sentimos profundamente decepcionados cada vez que lo vemos desvirtuarse de esta forma”.

Venimos recogiendo desde hace tiempo el infierno en el que viven las personas LGTBI (especialmente los hombres gais o “acusados” de serlo) en los territorios controlados por el Estado Islámico: asesinatos, torturas, vejaciones… (basta con poner en el buscador las palabras Daesh, Estado Islámico o ISIS para comprobarlo) Por ello, nos hacemos eco, como denuncia, del lanzamiento de un videojuego que frivoliza con estos lamentables hechos. Se trata del juego “Milo Tosser”, en el que el jugador “controla” a tres supuestos terroristas islámicos para arrojar desde lo alto de un edificio a un hombre, con la posibilidad de rematarlo a pedradas en el suelo (el mismo método que los terroristas utilizan en la vida real para eliminar a los gais que capturan). En este vídeo se puede ver una demo del juego:

Yiannopoulos: La homosexualidad es una “aberración sexual”

Milo Yiannopoulos, el autor intelectual del controvertido videojuego “Milo Tosser”, afirmó el pasado mes de octubre que “si pudiera elegir, no sería homosexual”. Yiannopoulos añadía entonces que “no es auto-odio reconocer que ser homosexual es, obviamente, una especie de aberración sexual”. Una postura que justificaba alegando que “cualquier lugar sin una fuerte herencia cristiana es una mierda con una mala moral”. Sus afines, incluso, lo definen como “bien conocido por sus posturas contra el feminismo, la cultura de PC, y los guerreros de la justicia social”, además de partidario del llamado “Gamergate”.

Yiannopoulos, columnista de un medio afín a las políticas derechistas, contrarias a la igualdad de la mujer o el colectivo LGTBI, vuelve a situarse en el ojo del huracán. Aunque explica que su intención es “denunciar” la situación de los homosexuales “en los países dominados por musulmanes extremistas”, lo cierto es que su forma de hacerlo, con independencia de que estos objetivos sean o no reales, es muy poco afortunada. Menos creíble resultan sus palabras y sus intenciones teniendo en cuenta que, como decíamos, ha llegado a calificar la homosexualidad como una “aberración sexual”, a pesar de ser él mismo gay.

Más allá de la tristeza que provoca que un miembro del colectivo LGTBI se alineé con abiertos partidarios de la intolerancia y la desigualdad, es especialmente preocupante que, encima, sea una persona influyente que se erija como un referente negativo. Yiannopoulos tiene más de 200.000 seguidores en su cuenta de Twitter. Una red social desde la que no duda en escribir mensajes y colgar fotografías en apoyo a personajes como Donald Trump, hostiles a la igualdad y a la diversidad.

Por su parte, del desarrollo del juego se ha encargado Michael Garber, quien se describe a sí mismo en su cuenta de Twitter como un “entusiasta de los videojuegos, antiteísta, defensor de la libertad de expresión”.

La comunidad de gamers hispanos LGTB+, en contra

Dosmanzanas se ha puesto en contacto con la comunidad de jugadores LGTB+ de Gaymer.es para conocer la opinión que les merece el polémico videojuego. Jorge González, uno de los fundadores del colectivo Gaymer (a quien entrevistamos en septiembre de 2015) asegura que “se trata de un juego tremendamente desafortunado. El autor parece sostener que lo desarrolló con el objetivo de poner de manifiesto la situación abusiva y deleznable del extremismo islámico para con la comunidad LGTB+, pero las formas no son las correctas en ningún caso”.

González entiende que “es el eterno debate en torno al humor negro”, aunque “para mí, este tipo de sátiras o frivolizaciones están reservadas a momentos en que el hecho que parodian está desactivado, y ya no hacen burla de tragedias presentes, reales y aún por solucionar”. La comunidad Gaymer defiende que “la libertad creativa del autor en videojuegos funciona igual que en el resto de medios: termina donde empieza la del otro”. Por este motivo, Jorge González explica que “como desarrollador de videojuegos no puedo condenar una forma u otra de enviar un mensaje tan peliagudo como este, pero como activista LGTB+ puedo y debo manifestar mi desacuerdo y desagrado ante tan desafortunada producción”.

Por otra parte, González manifiesta que no es raro que aparezcan juegos que abordan temas socialmente controvertidos o cuestionados. De hecho, “nos topamos semanalmente con nuevas ediciones de juegos que plantean el reto de abusar sexualmente de una mujer, golpear hasta la muerte a algún personaje polémico o famoso, y atrocidades de ese tipo”.

Sin embargo, “los que luchamos por hacer del videojuego un medio maduro y de calidad nos sentimos profundamente decepcionados cada vez que lo vemos desvirtuarse de esta forma. Además, puedes imaginar que como homosexual, el lanzamiento de este juego supone una doble decepción”, ha concluido.

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