La escuela y mezquita Al Fatah confirma su cierre tras las presiones del Frente Islámico contra los homosexuales y transexuales, iniciada en enero.
La región de Yogykarta contaba desde 2008 con el primer templo del mundo para transexuales. Con una comunidad de 30 a 40 miembros activos, de un total de varios centenares de mujeres waria (mujeres transgénero en Indonesia), Al Fatah gozaba de aceptación en el país con más musulmanes del mundo porque veían con mejores ojos a las waria, que a los homosexuales.
Cuando el llamado para orar retumbó sobre esta ciudad universitaria de tamaño mediano en una reciente noche dominical, filas de mujeres musulmanas vestidas conservadoramente tendieron sus tapetes de oración, se inclinaron hacia La Meca y murmuraron las oraciones en árabe. Al caer la tarde, era un ritual que estaba llevándose a cabo en mezquitas y academias de oración en toda la ciudad.
Ubicada detrás de una gran mezquita en una calle secundaria en Yogyakarta, Al Fatah Pesantren era, según su lideresa, la única academia musulmana o madrassa para personas transexuales en el mundo.
Shinta Ratri, de 53 años de edad y directora de la escuela, la fundó con otras mujeres transexuales en 2008, dos años después de que un importante terremoto sacudió a la ciudad. “Era un periodo de sufrimiento, y las personas transexuales necesitaban una forma de orar”, dijo. “Necesitábamos un lugar para orar juntas y aprender sobre el islamismo”.
Las mujeres transexuales tienen pocas oportunidades de orar, ya que su desafío a la estricta categorización de género desafía a las opiniones musulmanas conservadoras sobre el género.
Yuni Shara, de 48 años de edad, una ex oficinista que funge como secretaria de Al Fatah, dijo que ella encontró aquí una aceptación que no tenía en las mezquitas locales. “La gente se me quedaba viendo en la mezquita”, dijo. “Me señalaban y decían: ‘Es transexual’”.
Dijo que era difícil enfocarse en las oraciones cuando la gente se le quedaba viendo boquiabierta, o cuando otros devotos se negaban a sentarse con ella en las bancas.
Sentada en el pórtico frontal de la escuela antes de una ceremonia de oración, usaba un espejo de mano y unas pinzas para depilarse los vellos de la barbilla. “Aquí”, dijo, “es muy cómodo”.
En Indonesia, las mujeres transexuales son conocidas como “waria”, una palabra compuesta de las palabras indonesias para hombre y mujer. Aunque las waria han sido desde hace tiempo parte de la cultura javanesa, son excluidas de la mayoría de las oportunidades laborales formales y viven al margen de la sociedad.
Pueden convertirse en estilistas en salones de belleza, bailarinas en espectáculos atrevidos, ocasionalmente incluso en estrellas pop. Muchas, sin embargo, trabajan en las calles, pidiendo limosna durante el día e involucrándose en la prostitución u otros trabajos sexuales de noche.
El grupo perteneciente a la madrassa tiene sus desafíos. Las mujeres transexuales a menudo viven en la pobreza con vidas familiares inestables.
Las alrededor de 40 estudiantes de la escuela tienden a ser mayores que los estudiantes en una madrassa tradicional, que regularmente son adolescentes o apenas superan los 20 años de edad. Algunas tienen menos de 20 años, pero la mayoría son de edad mediana y les ha faltado la educación islámica tradicional porque fueron expulsadas de sus casas en la adolescencia.
“Muchas estudiantes van y vienen”, dijo Shinta.
Ella quiere llevar a las waria de los márgenes al centro de la vida indonesia. Y en este país cada vez más religioso, eso significa llevarlas al centro del islamismo.
Aunque el objetivo primario de la academia es ofrecer un lugar de oración para las mujeres transexuales, dijo, otro objetivo es usar el Islam para defender los derechos de los transexuales. “Tenemos que educar al público sobre quiénes son las mujeres transexuales, y tenemos que presionar al gobierno para que reconozca que tenemos derechos iguales”, explicó.
Sus esfuerzos han sido defendidos por líderes musulmanes progresistas, que aceptan a la escuela como un símbolo de tolerancia en una época en que hay una extendida preocupación de que la tradición islámica históricamente tolerante de Indonesia esté siendo erosionada por formas más doctrinarias del islamismo importadas del Medio Oriente.
Los musulmanes conservadores, incluido el Consejo Ulama de Indonesia, que asesora al gobierno nacional sobre asuntos religiosos, no reconoce los derechos de los transexuales.
Shinta esperaba que el profesorado de la Universidad Islámica Estatal Sunan Kalijaga en Yogyakarta trabajara con su escuela para desarrollar los lineamientos para llevar una vida islámica adecuada para las personas transexuales, pero la asociación zozobró por diferencias teológicas.
“En el Corán, solo hay hombres y mujeres”, dijo Fuad Zein, profesor de derecho islámico contemporáneo en la universidad.
Sin embargo, la organización musulmana más grande del país, Nahdlatul Ulama, o UN, ha sido “extremadamente comprensiva” con la escuela, dijo Shinta.
UN, que tiene unos 50 millones de miembros en toda Java, sigue el islamismo javanés tradicional, con sus interpretaciones generalmente relajadas de la ley islámica y un énfasis en la tolerancia.
Las instituciones afiliadas con la organización han ofrecido a la escuela maestros musulmanes y conectado a Shinta con líderes religiosos y profesores comprensivos en toda Java, la isla donde vive más de la mitad de los habitantes de Indonesia.
La ironía de que una academia de oración transexual sea apoyada por el grupo musulmán tradicionalista más prominente de Indonesia no pasa inadvertida a Shinta. “Es porque la cultura javanesa es mucho más abierta a los temas de género, porque la gente javanesa ya conocía a las mujeres transexuales mucho antes de que llegara el islamismo”, dijo.
La mezquita Senin-Kamis, en Yogyakarta, en la isla indonesia de Java, se había convertido en la primera mezquita para transexuales del mundo islámico, precisamente en el país con mayor población musulmana. Su fundadora se llama Maryani, tiene 50 años y es una ex prostituta que se dio cuenta de que vivía en el cuerpo equivocado con tan sólo tres años.
En Senin-Kamis tienen cabida todas las personas que son rechazadas por ser diferentes. A pesar de que Indonesia es el país islámico más tolerante, los transexuales aún no son bien vistos y la mayoría de las ‘waria’ (nombre dado a las personas que cambian de sexo en Indonesia), se ven obligadas a echarse a la calle para ejercer la prostitución.
Maryani se ha convertido en un ejemplo para todas las transexuales que se congregaban en su mezquita. Tras salir de la prostitución, el alcoholismo y los abusos, decidió montar el templo gracias al dinero que logra regentando un centro de belleza en la habitación contigua a la sala de oraciones. Vive con sus padres y ha adoptado una niña, Rizky, tras haber conseguido legalizar su situación como mujer.
Algunas de las más de 300 fieles que acuden a Senin-Kamis no habían pisado antes una mezquita por el miedo a ser rechazadas. Sin embargo, en el templo de Maryani “Dios acepta a los diferentes”. El joven imán Abdul Muiz, de 34 años, era el encargado de guiar la oración tras haber aceptado una propuesta que muchos consideran una traición. “Estas mujeres tienen el mismo potencial para encontrar a Dios que cualquiera”, sentencia el religioso.
Sin embargo, la supervivencia de la mezquita no está asegurada. A los problemas financieros se une la oposición de algunos clérigos locales que han retirado su apoyo inicial después de que la prensa local publicitara la existencia del centro islámico.
Los religiosos aseguran que la mezquita incumple una larga lista de reglas irrenunciables, empezando por la ausencia de la debida segregación de hombres y mujeres durante la oración.
El Gobierno indonesio no se ha pronunciado todavía al respecto de la mezquita homosexual de Yogyakarta. Sin embargo, mientras en la isla de Java se vive cierto proceso de aperturismo, en la provincia norteña de Aceh aún se sigue aplicando la versión más dura de la ley islámica (Sharia) que sigue criminalizando la homosexualidad.
Al final, no ha podifo ser… el odio fanático ha podido más…
El Frente Yihadista también ha incrementado la presión en Yogykarta contra los cristianos, atacando varias iglesias y prohibiendo todas sus iniciativas en la ciudad.
Fuente Agencias
General, Homofobia/ Transfobia., Islam
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