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“Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”. Domingo 28 de febrero de 2016. 3º de Cuaresma

Domingo, 28 de febrero de 2016

19-cuaresmaC3 cerezoLeído en Koinonia:

Éxodo 3, 1-8a. 13-15: “Yo soy” me envía a vosotros.
Salmo responsorial: 102: El Señor es compasivo y misericordioso.
1Corintios 10, 1-6. 10-12: La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
Lucas 13, 1-9:  Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Análisis

El texto del libro del Éxodo nos presenta una versión -la más conocida, seguramente- de la así llamada vocación de Moisés, que es también la “autopresentación” de Yavé.

Las antiguas opiniones sobre diferentes fuentes hablan de dos antiguas tradiciones que se integran en este texto. Según Gen 4,26 Enosh fue el primero en invocar el nombre de Yavé, sin embargo, acá Moisés no lo conoce por lo que Diosa se lo debe revelar. Por otra parte el nombre del monte es Horeb y no Sinaí, y el suegro de Moisés es Jetró mientras que en 2,18 es Reuel. Así se ha hablado de las diferentes tradiciones a las que históricamente se las llamó Elohista y Yahvista, aunque el tema hoy está en discusión (en especial la antigüedad de éstas, y la existencia del primero).

Muchos elementos podríamos señalar, pero destaquemos solo algunos:

Moisés es llamado, y como es frecuente en los relatos de vocación de la Biblia se sigue un esquema similar: (1) oración y respuesta, v.7 y v.9; (2) promesa de salvación, v. 8 y v.10; (3) encargo, v.16-17 y v.10; (4) objeción, 4,1 y v.10; (5) signo, 4,1-9 y v.12; (6) nueva objeción, 4,10 y v.13; (7) respuesta final de Dios, 4,13-16 y 4,17. Como se ve, parecería que las dos fuentes entremezcladas tienen el mismo esquema. Que se utilice un “relato de vocación” nos pone en el contexto de los profetas, lo que no es ajeno al texto, ya que Moisés debe ser “escuchado” como uno que habla “en nombre de Dios”.

Otro elemento es lo que causa la intervención de Dios: lo que lo motiva es “el clamor”. El grito de dolor no deja a Dios “fuera” de la historia. Desde el clamor de la sangre de Abel, Dios toma partido por “los-que-claman”, los que sufren la opresión e injusticia (Gn 18,21; 19,13; Ex 11,6; 22,22: “no dejaré de oír su clamor”; 1 Sam 9,16; Is 5,7; Sal 9,13). El clamor de su pueblo no le permite “hacer oídos sordos”, y frente a ese dolor es que elige y envía a su elegido “Moisés”.

Finalmente digamos algo sobre el ”nombre” de Dios. Entre los antiguos semitas, el “nombre” es el sentido, es su misma existencia. Que Dios tenga nombre, y distinto del nombre que recibió hasta ahora indica que algo ha cambiado (cambiamos de Dios); este es un Dios que se muestra a partir de la historia, como un Dios que manda a los que elige para dar respuesta a los clamores que lo conmueven y no lo dejan indiferente. ¿Qué significa el nombre de Dios? Podemos preguntarnos qué significó en su origen, y qué significó para los lectores del Éxodo. No es fácil dar respuesta, lo cierto es que parece incluir el verbo “ser”/“estar”: las opiniones más sólidas hoy son tres: “yo soy el que hace ser”, lo que remite a que Dios es creador, aunque no se entiende a qué viene esta confesión de fe en este momento; además de que el reconocimiento de Dios como creador parece más tardío, como en el 2º Isaías, en tiempos del exilio); “yo soy el que soy” en el sentido de resaltar Dios existe, mientras que los dioses-ídolos no existen (en ese sentido parece usarlo Os 1,9), el marco remite en cierto modo a la alianza y la “duplicación” destaca la soberanía de Dios que “hace misericordia con quien hace misericordia” (Ex 33,19), es decir: siempre; finalmente, “yo soy el que estaré” (con ustedes), es el Dios de la presencia salvadora, el que acompaña la historia. Este último por el contexto, y el anterior por el marco son los que nos parecen más probables: Dios garantiza su presencia y se enfrenta con los dioses de Egipto: el clamor de su pueblo por el sufrimiento no puede quedar impune.

La Primera carta de Pablo a los Corintios presenta muchas dificultades cuando pretendemos “ubicarla”. Parece muy desordenada, y no es evidente que todo esté en el lugar que Pablo lo pensó. Sabemos que Pablo contesta preguntas escritas que la comunidad le ha hecho (7,1) y es probable que cada vez que usa “con respecto a” también lo esté haciendo (7,1.25; 8,1; 12,1; 16,1.12). Eso no impide que se hayan introducido en el resto de la carta textos provenientes sea de otras cartas o de nuevas circunstancias que exigieron una reelaboración del escrito por parte del mismo Pablo (esta última es nuestra opinión pero no es el caso destacarla acá). En principio, entonces, el texto de 1 Cor 10,1-13 pertenece al bloque donde Pablo responde acerca de la carne ofrecida a los ídolos.

La referencia a las figuras (typos) del AT que recuerdan el bautismo y la eucaristía, parecen decir que no se debe creer que por ser partícipes de la comunidad sacramental, no por estar bautizados y tomar parte de la eucaristía tenemos la garantía de no caer (eso sería hacerse un ídolo; ver 11,30). La idolatría es la clave de la unidad (lamentablemente omitida por el texto litúrgico). Los israelitas cayeron, y también nosotros debemos cuidarnos de no caer: “el que crea estar de pie cuide de no caer” es la conclusión y la clave del texto.

El Evangelio se ubica en el “viaje a Jerusalén” donde Lucas presenta muchos textos de su fuente propia, “L”, un poco -aparentemente- desordenados. Sin embargo, el relato presenta una cierta semejanza en la forma con lo que viene diciendo: en 12,51 también había preguntado “creen que…” y su respuesta fue “les aseguro que…” concluyendo con una parábola. En este caso se presenta abruptamente una situación histórica, con una aparente interpretación religiosa. Jesús corrige esa interpretación e incluso presenta otra situación semejante que se prestaría a la misma interpretación. “No, les aseguro” es la corrección que Jesús propone (vv.3.5) para lo cual presenta otra parábola (vv.6-9).

El acontecimiento histórico nos es desconocido. Se han propuesto diferentes hechos, pero ninguno coincide exactamente con este. Es extraño que Flavio Josefo no lo haya narrado siendo, como es, muy poco amigo de Pilato. Pero el debate supone un (o dos) acontecimiento(s) ocurridos realmente. La mezcla de sangre de galileos con la de los sacrificios hace pensar en la fiesta de la Pascua: en esa fecha Pilato y los peregrinos -también los de Galilea- se encuentran en Jerusalén, y los laicos participan de los sacrificios ya que deben llevar a su casa, o lugar de tránsito, el cordero para ser comido en familia. El otro hecho afecta a 18 personas, si el primero es incidental, este es ocasional, en el primero hay un criminal, pero en el segundo hay un hecho casual, lo común de ambos son los muertos y la interpretación que los interlocutores de Jesús hacen del hecho. De la torre de Siloé sabemos de su existencia, y su ampliación. Josefo la narra, pero no cuenta -tampoco- ningún accidente de este tipo. No sabemos si Lc no está pensando o puede estar releyendo la caída de Jerusalén posterior al 70, pero más allá del o los hechos históricos, lo importante es la respuesta a la imagen de Dios que todo esto supone.

Comentario

Jesús nos enseña, en el texto de hoy a aprender a escuchar la voz de Dios en los acontecimientos de la historia. De hecho sus interlocutores también lo hacían, y por eso van a contarle los hechos, pero escuchaban mal, Dios no decía lo que ellos entendían. Es verdad que Dios habla, pero hay que aprender a escucharlo. Dios no nos dice que los muertos de esos acontecimientos drásticos eran pecadores, de hecho todos lo son. Lo que Dios nos dice es que por serlo, debemos convertirnos y dar frutos de conversión. Los frutos son una palabra de Dios para esta etapa de la historia.

Vivimos en sociedades llamadas cristianas. “Occidental y cristiana” se decía, y los frutos fueron torturas, desapariciones, asesinatos, delaciones, miedo, desesperanza… y más todavía: hambre, desocupación, analfabetismo, falta de salud y vivienda, desesperanza… y “por los frutos se conoce el árbol“. Hoy, muchos llamados cristianos siguen viviendo su fe muy lejos de los frutos de amor y justicia que nos pide el Evangelio: participan de mesas de dinero, de la tiranía del mercado, pagan sueldos “estrictamente «justos»” y precisamente bajos, están afiliados a partidos que nada tienen que ver con la Doctrina Social de la Iglesia (¿se puede -por ejemplo- ser cristiano y neo-liberal? ¡ciertamente no!). ¿Y los frutos? Individualismo, hambre, pobreza… Así, por ejemplo, vemos que uno de los problema que tenemos en América Latina para el reconocimiento “oficial” de nuestros mártires es que quienes los han matado “se llaman ellos mismos cristianos!”, y esto desconcierta a muchos.

No bastan las palabras. De nada sirve una higuera estéril. Una higuera debe dar higos ya que para eso ha sido plantada. Un pueblo redimido por Cristo, debe edificar, con su vida (y con su muerte si fuera necesario) un Reino que dé frutos de verdad, de justicia y de paz, de libertad, de vida y de esperanza…. Estamos lejos, ¡muy lejos! de lograrlo. Es verdad que en decenas de comunidades hay también frutos muy vivos de solidaridad, de paz, de oración, de justicia y de vida, de celebración y de esperanza… y podríamos multiplicar los frutos que vemos en las comunidades; pero todo lo anterior también es cierto. Faltan muchos frutos que dar, falta mucha vida que cosechar y alegría que festejar. El continente de la violencia, de la injusticia y el hambre reclama frutos de los cristianos. Y esos frutos deben darse en la historia. Los acontecimientos cotidianos, de dolor y de muerte, que tan frecuentes vivimos en América Latina nos dan una palabra de Dios, una palabra que debemos aprender a escuchar, que debemos comprender para no creer que Dios dice lo que no está diciendo. Jesús nos enseña la “dinámica del fruto” para aprender a reconocer allí un Dios que sigue hablando y que nos sigue llamando a la conversión. no para una conversión individual y personal, sino que dé frutos para los hermanos, para la historia y para la vida. Y la Cuaresma es tiempo oportuno para empezar a darlos…

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 86 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. LÓPEZ VIGIL, titulado «La sangre de los galileos». En su página (http://radialistas.net/category/un-tal-jesus) pueden recogerse el guión, un comentario excelente de los autores, y el audio.

La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un capítulo, el 79, que se titula «¿Madre de Dios?», que puede ser útil para suscitar un diálogo-debate sobre el tema. Su guión y su audio puede recogerse en http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=170079 Hay varios otros varios guiones con temas relacionados, que se prestan a un debate-catequesis.

Para la revisión de vida

¿Será que, en mi imaginario religioso, yo creo que el mundo tiene un «segundo piso», el celestial, que maneja lo que pasa en este mundo, y que a su intervención se deben los males y los bienes de lo que nos ocurren? ¿Y que por eso tengo que rezar, o conseguirme de cualquier otra forma el favor del cielo?

¿Tengo una mentalidad premoderna, mágica? ¿Creo que hay Alguien más arriba (o más abajo) que interviene en mi vida? ¿Considero todavía que Dios es algo/alguien separado del mundo, separado/diferente de la realidad? [Estudiar el tema del teísmo, panenteísmo… ≠ panteísmo].

Para la reunión de grupo

– Solemos tener en nuestra visión inconsciente una imagen de Dios como mecanicista: si nos portamos bien nos han de salir bien las cosas, y si nos salen mal pensamos que se deberá a que algo hemos hecho mal… Como si fuera Dios quien enviase el mal al mundo… ¿Qué tipos de mal podemos encontrar en el mundo, y cuáles serían sus orígenes? (Mal natural, mal cometido por el ser humano, mal provocado por él…)

– Se dice que la escena del Éxodo que hoy leemos es como la primera presentación de Dios en la historia, la primera vez que entra Dios en ella de un modo decidido… ¿Qué características podemos decir que tiene el Dios bíblico, con semejante «tarjeta de visita»? ¿Qué imagen de Dios refleja este texto bíblico?

– Roger LENAERS, jesuita, ha escrito el libro «Otro cristianismo es posible», donde analiza lo frecuente que es que los cristianos seguimos pensando como Platón imaginó el mundo, dividido en dos, con un piso superior donde habita lo divino, que sigue manejando los sucesos de este mundo, por lo que no somos un mundo autónomo, sino “heterónomo”, que depende enteramente de arriba, por lo que debemos estar pendientes de la “revelación” que ese mundo de arriba nos concedió a los humanos, y conducirnos con humildad y sumisión, sin pretender tener una responsabilidad propia y nuestra… Esa división platónica del mundo en dos pisos (el Timeo) nos la han solido presentar como esencial al cristianismo… ¿Es posible otro cristianismo, reconciliado con el pensamiento moderno que reconoce que estamos en un solo mundo, sin dos pisos?

– Se puede organizar un debate sobre estas dos formas de ver el mundo. El libro está accesible en internet: http://cursotpr.adg-n.es/?page_id=3

– Para captar el favor de ese “segundo piso” está la oración de petición, o los sacrificios y otras prácticas religiosas para conseguirnos el favor del cielo… ¿Tiene sentido la oración de petición? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido nos parece que ya no puede tener?

Para la oración de los fieles

– Para que tengamos en nuestra fe una imagen de Dios conforme a lo que la Palabra de Dios nos manifiesta: un Dios que interviene en la historia, escucha el clamor de su pueblo y sin quedarse en la pasividad decide entrar en acción, roguemos al Señor.

– Para que también nosotros tengamos una espiritualidad que corresponda al Dios bíblico: abierta a captar los signos de la presencia de Dios en la historia, y principalmente dispuesta a escuchar el clamor de los hermanos que sufren, roguemos al Señor.

– Para que no achaquemos a Dios el mal que nosotros mismos provocamos, roguemos al Señor.

– Para que no decepcionemos una y otra vez al Señor que viene a recoger los frutos que espera de nosotros, sino que con tesón y con esperanza produzcamos frutos de amor comprometido, roguemos al Señor.

– Por la humanidad, para que se haga cada vez más consciente de que tiene que cuidar este mundo, sus riquezas naturales, sus aguas, sus bosques, su capa de ozono… como el hogar que nos ha sido dado y que debemos conservar para las futuras generaciones, en vez de destruirlo simplemente por ambición y afán irracional de lucro, roguemos al Señor.

Oración comunitaria

Oh Dios, misterio inabarcable. Acostumbrados como estamos a atribuir a tu acción todo lo que nosotros no sabemos explicar, sobre todo el mal cuyo sentido no logramos captar. Queremos expresarte nuestra voluntad de ser adultos, de asumir nuestras responsabilidades en el mal, y de preferir maduramente el silencio y la acogida del misterio, a la respuesta fácil de achacarte los sucesos incomprensibles o nuestros límites y deficiencias. Nosotros lo aprendemos esto del ejemplo de Jesús, nuestro hermano, tu hijo bienamado.

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