Remar en la noche…
Habrá siempre que remar por la noche
contra las olas y el viento…
¡Pero por qué te asustas siempre!
¿Te toca a ti remediarlo?
¿ Por qué, infeliz,
no pides auxilio?
¿A qué esperas para hacerlo?
Tentación siempre recurrente
de bajar los brazos,
en lugar de gritar tu desconcierto …
¡No porque estés en la oscuridad
estás obligado a rechazar la luz!
No te aferres a nada, se entiende,
pero no olvides la Corriente que te lleva!
Grano de polvo en el espacio infinito,
no olvides sin embargo
de qué Cuerpo eres sólo una parte ínfima…
Que tu mirada interior
permanezca vuelta, pase lo que pase,
hacia él, más allá de tus miedos, de tu cansancio
y de tus pensamientos débiles…
Porque es de Él, y sin cesar,
De quien tienes que recibir todo…
*
Philippe,
hermano de la Communion Béthanie.
***
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
– “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.”
Simón contestó:
– “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.”
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
– “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.”
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
– “No temas; desde ahora serás pescador de hombres.”
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
*
Lucas 5, 1-11
***
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