Plegaria ecuménica con Juliana de Norwich
Finalizamos una semana de oración especial poniendo nuestro corazón en el camino de la unidad de los cristianos, el camino ecuménico. Ofrecemos una plegaria para las celebraciones de la Palabra de tinte ecuménico. Está inspirada en la espiritualidad de la mística Juliana de Norwich.
El agradecimiento y la oración van juntos. El dar gracias es la honda certeza interior que nos mueve a volvernos a la obra a la que Tú nos llamas. Oh Dios, a Ti te complace que con la ayuda de tu gracia nos empleemos a fondo en nuestro orar y en nuestro vivir, dirigiéndonos a Ti hasta que en la plenitud del gozo poseamos a Aquel a quien buscamos, Jesús.
(Cantamos todos: Ubi caritas et amor….)
Antes de crearnos nos amabas, y ese amor nunca decayó ni jamás decaerá. Y en este amor hiciste todas tus obras y en este amor nuestra vida es eterna.
Dios Padre, por tu tierno Amor, consuelas a toda la humanidad que está ya redimida diciendo “Pero todo irá bien, y todo irá bien y absolutamente todo saldrá bien” Nos dices, “no os culpabilicéis en exceso, pensando que vuestra turbación y desolación son sólo culpa vuestra. Pues no es voluntad mía que estéis tristes y abatidas. En esta confianza a la que nos invitas, nos unimos a todas las personas que creen en el Amor y con ellos te cantamos:
(Cantamos todos: Ubi caritas et amor….)
Dios, Padre, tú creaste nuestra alma para que sea tu propia ciudad y el lugar de tu descanso. Esto es lo que más te place de toda la creación. Y cuando habíamos caído en el dolor y el sufrimiento, ya no éramos aptos para tan noble oficio. Pero Tú, buen Padre, no te preparaste otro lugar para morar, sino que, en cambio, te sentaste sobre la tierra, esperando a la humanidad, esa misma sacada del barro, hasta que en el tiempo fijado por la gracia, tu amado Hijo devolvió a esta ciudad su noble belleza, a través de su grandiosa obra”
Nuestra verdadera madre, Jesús, que es todo amor, nos engendra para la alegría y para vivir eternamente. ¡Bendito sea! Una madre alimenta a su hijo con leche, pero nuestra querida madre, Jesús, se nos da Él mismo en alimento. Con tierna delicadeza nos da el Santísimo Sacramento, el más precioso sustento de vida.
Por eso ahora traemos a nuestra mesa común su cuerpo, hecho alimento, el único que nutre nuestra alma.
(Canto que invite a reconocernos en Su Presencia mientras se trae el Pan Consagrado)
Nos unimos ahora a toda la Iglesia universal que eleva su corazón a Ti. Juliana de Norwich escribe “Si me miro a mí misma, nada soy. Pero si nos miro a todos nosotros, tengo esperanza pues veo la unidad del amor de todos mis hermanos cristianos. En esta unidad está nuestra salvación.” Cuida de nuestro hermano Francisco, obispo de Roma, de ——, obispo de nuestra diócesis, de todas las personas que comprometen su vida en tu seguimiento para que seamos coherentes contigo.
Nos acordamos de las personas que han fallecido y que nadie llora o echa de menos, tiéndeles tu mano para llevarlas a la resurrección en tu banquete del cielo.
Y ahora con un solo corazón te aclamamos diciendo:
Por CRISTO……
Fuente: Monjas trinitarias de Suesa
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