“Tú lo dices: soy rey.” Domingo 22 de noviembre de 2015. Domingo 34 del tiempo ordinario. Fiesta de Cristo Rey
Daniel 7, 13-14: Su dominio es eterno y no pasa.
Salmo responsorial: 92: El Señor reina, vestido de majestad.
Apocalipsis 1, 5-8: El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
Juan 18, 33b-37: Tú lo dices: soy rey.
Problemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey
Vamos a comenzar removiendo obstáculos, porque hay problemas respecto a los posibles significados de esta fiesta. Veamos algunos:
a) El origen de esta fiesta y su contexto original. Esta fiesta fue establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío XI, y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano expresaba claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión oficial, la religión de los Estados cristianos. Al confesar a Cristo como Rey universal se quería con ello vehicular el deseo de que también la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa realeza: una realeza de Cristo reconocida, redundaba inevitablemente en una Iglesia respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la sociedad, fuerte y organizada, que aunque no podía ya revestirse de poder político temporal, al menos podía participar de él por una relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho tiempo, el título de “Cristo Rey”, el “reinado social del Corazón de Jesús”… incluyeron esos aspectos de autoencumbramiento de la Iglesia, olvidando que la práctica de Jesús de Nazaret fue muy distinta, incluso totalmente contraria.
b) El concepto de Reino-monárquico. El Reino no es hoy día la forma más frecuente de organización sociopolítica. La mayor parte de los países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que persisten, ya no lo son en su forma clásica, sino en adaptaciones a la cultura política actual (por ejemplo las monarquías “parlamentarias”) que, al superarla, niegan en el fondo la esencia misma de lo que era un “reino”.
Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje teológico tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica, apofática… cada vez más se viene insistiendo en que la palabra “reino” no sería la más adecuada para expresar la utopía bíblico-mesiánica del Reino de Dios, porque en esta altura de la historia la palabra «Reino» ya no expresa una forma de organización sociopolítica deseable para los humanos. Cada vez se evidencia más la dificultad de hablar de Dios (y de Cristo) como “rey”, y de su proyecto escatológico como un “reino”. ¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una analogía del “Reino de Dios” realizado? La realización del reino de Dios, ¿no exigiría la superación de muchos aspectos de lo que es una monarquía, un “reino”? Acaso una comunidad, ¿puede ser comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y una familia?
Pablo Suess viene proponiendo la expresión “democracia participativa del RD” para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Ya sabemos que no se puede simplemente sustituir una expresión por otra, pero es bueno aludir con frecuencia a esa insuficiencia de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los oyentes, y para liberar al contenido (el Reino mismo, el significado), de las limitaciones del significante (una palabra no completamente adecuada).
Para hablar del Reino puede ser mejor hablar del Proyecto, de la Utopía de Dios… que hacemos nuestra: queremos «construir la Democracia de Dios, cósmica, pluralista, inclusiva, y por eso, amorosa, encarnación viva del Dios de los mil rostros, colores, géneros, culturas, etnias, sentidos…».
c) Connotación de género en la palabra “Reino”.
Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante se rechaza también la expresión (God’s Kingdom), a causa de su machismo larvado (kingdom alude directamente a king, no a queen…). En castellano no tenemos ese problema en esta expresión, pero el saber que existe en otras lenguas invita a prevenirlo en su uso consciente.
Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana
Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la reflexión de la homilía o la reflexión del círculo bíblico o la comunidad cristiana en torno a los textos de este domingo. Habrá que elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:
a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran… La intención puede ser buena, pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey… El mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su Causa…
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia… es Paz… es Gracia… es amor, ¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese canto en la celebración de hoy.
b) La relación entre cristocentrismo y reinocentrismo. Una cierta interpretación de esta fiesta –muy común por lo demás en el cristianismo en general– propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no hace justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a lo que Jesús realmente dijo, no a lo que después dijeron que había dicho. Importa pues pastoralmente discernir una «correcta jerarquía de valores», que la teología de la liberación fue la primera que dio en llamar “reinocentrismo”, con tal fuerza de persuasión, que no hay teología ni espiritualidad honesta que se puedan resistir.
c) El mesianismo de Jesús. La aclamación o la espera de Jesús como Rey se dio en el contexto del mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy la postración es tal que ni siquiera se espera nada, pudiendo hacer de la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que el mesías supuso realmente para los que lo esperaron.
d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar en la historia, el “juicio final”… El final del año litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Pero ya en un contexto mental diferente, en el que sabemos que nuestra aventura humana no es la razón del cosmos, que el mundo no acabará el día que Dios decida acabar el ciclo de la humanidad y pasar a la vida eterna, y que no se trata de que estemos aquí para una prueba que se verificará en el día del juicio final, tras lo cual iríamos al cielo o al infierno…
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 100 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El juicio de las naciones». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1500100 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap100b.mp3
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un capítulo (5 minutos de entrevista con Jesús que vuelve a la Tierra) titulado «¿Fin del mundo?», relacionado con el escenario en el que transcurre la imagen del evangelio de este domingo; puede ser recogido en: http://emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=180089
Para la revisión de vida
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
Tal vez yo soy de los muchos a quienes la expresión «Reino de Dios» vela más que revela el valor supremo de la vida de Jesús… ¿Me he preocupado por renovar mi comprensión de esa Utopía de Jesús, y de re-formularla adecuadamente?
Para la reunión de grupo
– Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos, no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
– Si Jesús no fue rey históricamente –bien lejos que estuvo de serlo–, ni se llamó rey, ni dejó que le llamaran así, ni le hubiera gustado que le llamaran así, ¿tiene sentido que nosotros le aclamemos con ese título? ¿Por qué? ¿Podría un cristiano o una comunidad rechazar el dar ese título a Jesús, o ese título expresa un dogma? ¿Puede un cristiano ignorar o rechazar una advocación, una devoción, incluso una devoción oficial? ¿Por qué?
– La llamada “parábola del juicio final” nos cuenta claramente cuál es el criterio con el que «se nos va a examinar»: “tuve hambre y me diste de comer…”. ¿Me doy cuenta de que Dios no nos está pidiendo que hagamos nada «religioso», sino, sencilla y llanamente, que nos preocupemos del prójimo y lo ayudemos en todo lo que podamos?
– Contemplemos una imagen tradicional de “Cristo Rey”: corona, cetro, trono, ropaje… Hagamos un análisis simbólico de la imagen: ¿Qué evoca cada uno de estos elementos simbólicos en la mente o en la piedad de un cristiano/a sencillo/a? Hagamos a continuación un análisis teológico de lo expresado en la pregunta anterior. ¿Cómo calificar esas evocaciones? ¿Cuáles son evangélicas y cuáles antievangélicas? ¿En qué y por qué?
-Utilizar el episodio nº 100 de la serie radiofónica “Un tal Jesús” –citado más arriba– para una reunión de trabajo en el grupo o la comunidad. Tanto el texto como el audio –así como un sugerente comentario bíblico teológico– pueden ser tomados de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
– ¿Qué podemos sugerir al sacerdote para la homilía e esta fiesta? http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
Para la oración de los fieles
– Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor…
– Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz, roguemos al Señor…
– Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a la sociedad la “realeza” de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor…
– Para que Jesús, el que “pasó haciendo el bien” y “se humilló pasando por uno de tantos” sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la “militancia” por el Reino de Dios, roguemos al Señor…
– Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor…
Oración comunitaria
– Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos libres de toda esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos, haciendo así presente tu Reino entre nosotros, te pedimos que guíes nuestros pasos para que construyamos un mundo en el que todos vivamos como hermanos, como auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en libertad. Por Jesucristo.
Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro, esperas a la Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos de todas las religiones; haznos comprender que Tú no quieres encomendarnos una evangelización que someta a los pueblos, ni que arranque culturas y religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor y la Justicia, la Verdad generosa y la Vida para todos y todas. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
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