La vidente, durante su juventud | Criminalia
El crimen pasional fue la primera hipótesis que se barajó. Corría el verano de 1988. Leía los posos del café y hacía de casamentera.
El 23 de agosto de 1988 sucedió en Madrid uno de los muchos crímenes que siguen sin resolver en España. María Blanca Suárez, de 69 años, viuda y con sus dos hijos viviendo fuera de la capital, se dedicaba a diversos trabajos relacionados con la videncia. Leía los posos del café, bendecía velas, hacía de casamentera, vendía agua con poderes sanadores, e incluso prestaba dinero. Como se suele decir, una auténtica buscavidas.
María vivía holgadamente con sus prácticas y, aunque no le gustaba derrochar el dinero, le gustaba vestir bien, maquillarse y acostarse de vez en cuando con mujeres. No se le conocían relaciones estables, pero sí amantes ocasionales, por lo que cuando apareció asesinada en su casa, el móvil pasional fue una de las primeras hipótesis que se barajaron en la investigaciones Sin embargo, en aquella época en Madrid había gran cantidad de crímenes (30 se investigaban a la vez) y pocos recursos por parte de la policía.
Fallos en la investigación policial
La víctima recibió 24 golpes a manos de su asesina con una mano de almirez de bronce y después de llevarla a la bañera, aún con vida, intentó cortarle las muñecas sin éxito. María llevaba un camisón, por lo que casi con toda seguridad, era amante de su verdugo. En el salón había platos y bebidas, otro indicio de que ambas tenían confianza, ya que María sólo ofrecía café a sus clientes para luego leer los posos.
A partir de aquí, según los datos de la investigación oficial, la culpable salió del apartamento de María y se topó con un vecino que había oído ruidos sospechosos, este afirmó ver a la asesina con un arma en la mano, aunque posteriormente admitió que no estaba seguro.
Lo cierto es que no se encontraron pistas en el escenario del crimen y los investigadores solo tenían las declaraciones, bastante vacías, del vecino, el portero y el taxista que llevó a la asesina nada más huir del apartamento de la víctima. Demasiado poco para esclarecer lo que había ocurrido.
Así que los investigadores decidieron dar vueltas al único testigo visual de la asesina por el lugar donde el taxista la dejó después de cometer el crimen. Y después de hacer muchos kilómetros en un coche camuflado de la policía resultó que el vecino de la víctima creyó reconocer a la culpable.
Crimen sin resolver
Se trataba de Amparo Casado García, de 50 años. A pesar de no haber ninguna prueba que pudiera relacionarla con el crimen, el juez la envió a la cárcel de Yeserías (Madrid), hasta que se aclarara lo ocurrido.
Un año y ocho meses después, Amparo salía en libertad sin cargos. No había ningún indicio que pudiera inculparla. Según contó, pasó un auténtico infierno en la cárcel y nadie podrá devolver ese tiempo perdido y las secuelas de una estancia traumática en prisión. Pero, ¿si no era ella la asesina? ¿Quién mató a María Blanca? A día de hoy aún no se sabe.
Se calcula que María atendió a tres mil clientes a lo largo de los años y quizá alguno de ellos la mató por distintas razones. La policía aún defiende la tesis del crimen pasional, o quizá una información delicada que dio la vidente y no fue bien encajada por alguna de sus clientas. El caso es que el crimen de la lesbiana vidente seguirá en los archivos policiales con la etiqueta de “Crimen no resuelto”.
Fuente Cáscara amarga
General, Homofobia/ Transfobia.
Amparo Casado García, Asesinato, Lesbiana, lesbianismo, Madrid, María Blanca Suárez
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