Leonardo Boff: “El próximo paso del mundo es descubrir el capital espiritual de los seres humanos”
(Luis M. Modino, enviado especial a Belo Horizonte).- La ciudad brasileña de Belo Horizonte acoge desde este lunes, 26 de octubre, el II Congreso Continental de Teología organizado por Amerindia en el que participan teólogos y teólogas latinoamericanos hasta el próximo viernes. Como se señalaba en la celebración de abertura “nos han convocado los gritos y clamores que brotan de hombres y mujeres empobrecidos”.
“Nos ha convocado el clamor que sube al cielo de las y los migrantes, desplazados de sus tierras por el hambre y la miseria, la violencia y la pobreza; el clamor de la inocencia y la esperanza arrebatada de niños y jóvenes; el dolor de mujeres oprimidas, violentadas y marginadas. Los clamores de pueblos y culturas indo-americanas pisoteadas. El clamor de la madre tierra saqueada, desgarrada que gime en dolores de parto”.
“No podemos olvidarnos de nuestros hermanos que sufren” decía la teóloga mexicana Socorro Martínez, una de las articuladoras del Congreso, pero al mismo tiempo resaltaba que “estamos de fiesta, respirando la alegría de otra Iglesia”, y por eso somos llamados a “impulsar desde las bases” todo lo que a lo largo de estos días va a ser debatido.
Al fin y al cabo, el congreso, como ha señalado la teóloga mexicana, junto con el uruguayo Pablo Bonavia, quiere ser una oportunidad con la que descubrir la fuerza de lo pequeño y de los pequeños, y de impulsar una forma de ser Iglesia que tuvo su mejor expresión en Medellín en 1968 y que ha recuperado su vigor con la elección del Papa Francisco, que muestra una nueva forma de estar y actuar, que vive y fomenta la solidaridad con los excluidos y con la madre tierra, queriendo construir una sociedad que promueva la dignidad de todos y todas.
En su opinión, el Obispo de Roma deja claro que la opción por los excluidos es la mejor confesión de fe acerca de Dios y su forma de ser, llamando a la promoción del Reino antes que a la autopromoción institucional y siendo partícipes de la construcción de un paradigma de sociedad alternativa y, al mismo tiempo, haciendo nuestro aporte al proceso de reforma eclesial. Todo ello sin olvidar la necesidad de intensificar nuestro compromiso con los pequeños, místicos, profetas y todos los que se sienten artesanos de un nuevo mundo posible.
Pero el plato principal de esta jornada inaugural ha corrido a cargo de Leonardo Boff, quien ha reflexionado a partir del tema “El factor religioso en el contexto de la conflictividad global”. El teólogo brasileño ha partido de la idea de que la religión y la teología están en alza, pues movilizan un gran número de personas y son causas de muchas guerras, especialmente en el ámbito musulmán.
Siguiendo las ideas de Samuel Huntington, afirma que en el mundo moderno la religión es tal vez la fuerza central y que eso hace que, en última instancia, lo que cuenta para las personas no son las ideas políticas o el interés económico y sí las convicciones religiosas, por las cuales combaten y están dispuestas a dar su vida. Los países occidentales ven la religión como algo pasado de moda, cosa de quienes no piensan o han dejado de pensar (niños y ancianos). Frente a eso, en el islam la religión camina junto a la política.
Boff señala que dentro de las religiones existe la enfermedad del fundamentalismo, fenómeno surgido en el ámbito del cristianismo protestante conservador estadounidense un siglo atrás, que pretendía mantener la fe original de los fundadores a partir de la lectura literal bíblica.
Esto se fue extendiendo a otras religiones e inclusive a la Iglesia católica, que llegó a afirmar que fuera de ella no hay salvación, y que es la única, pues las otras sólo tienen algunos elementos eclesiales. Creerse los únicos portadores de la verdad condena al fundamentalismo y a la intolerancia, entendiendo mi doctrina y mi verdad como las únicas verdaderas.
Pero el fundamentalismo no afecta solamente a la dimensión religiosa, también a la dimensión social y económica, manifestándose en la macroeconomía capitalista y el neoliberalismo, que quiere imponer esa fórmula a todos. Por eso dice que desde el Pentágono se sostiene la idea de que un mundo, un imperio, y frente a esto, el Papa Francisco defiende que un mundo, una casa común.
También afirma que otro tipo de fundamentalismo es la arrogancia de la cultura occidental, que se cree superior al resto y es causa de muchos de los conflictos que hoy tienen lugar en el mundo, en consecuencia de la voluntad de imponer esa cultura en todos los rincones.
Es necesario rescatar y articular otras formas de saber, más allá del saber científico, pues todo saber es una ventana sobre la realidad, que es algo que no conocemos lo que es. Ese rescate de saberes enriquece nuestra lectura de la realidad, por ello hay que rescatar con urgencia la razón cordial, sensible, más allá de la razón intelectual, aspecto que el Papa Francisco recoge en su última encíclica.
Leonardo Boff nos hace caer en la que cuenta que no son las religiones, y sí nosotros, quienes somos fundamentalistas y no queremos darnos cuenta de eso, que no podemos imponer nuestra forma de pensar la sociedad, de venerar a Dios, como la única forma legítima. Leonardo recuerda las palabras de Antonio Machado, en las que dice “¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. La verdad no es la posesión de uno o de otro.
El otro aspecto importante que aborda es el del terrorismo, que quiere ocupar la mente de las personas y mantenerlas rehenes por el miedo, obligándolas a desconfiar. Este terrorismo es fruto de una amargura histórica y de humillación secular contra los musulmanes.
Leonardo Boff defiende el papel de las religiones como salvaguarda, como aquello que mueve la mente de las personas y, a partir de las ideas de Edward Wilson, ve necesario una alianza entre la tecnociencia y las religiones si queremos salvar la vida de la tierra. La ciencia tiene que decir a las religiones que tienen que dejar de ser fundamentalistas y descubrir el valor sagrado de cada ser creado, y la religión dice a la ciencia que tiene que ser una ciencia con conciencia, no hecha para el mercado sino para la vida, para mejorar la vida.
Por último se pregunta ¿cuál es el próximo paso? Señala dos opciones, una que aboga por una tragedia sin remedio y otra que muestra que estamos en el corazón de una gran crisis civilizatoria que purifica y traerá como consecuencia la creación de algo nuevo. Dice creer en esta segunda opción, movido por la esperanza en lo que el Papa dice, que Dios es el enamorado amante de la vida y que no va a permitir que la vida desaparezca.
Por eso, el próximo paso es descubrir el capital espiritual de los seres humanos. Hemos explotado todo el capital material y en función del enriquecimiento hemos puesto en crisis todo lo existente. Este capital espiritual es infinito, pues no tiene límite el amor, la espiritualidad, el arte, la comunicación, el perdón, la convivencia, la fraternidad… y eso va a poder hacer posible el tener una tierra de la buena esperanza, de la bio civilización, donde el eje estructurador es la vida.
A partir de estas reflexiones debe ser construida esa Iglesia que camina con espíritu y desde los pobres. Depende del análisis de la realidad que sea llevado a cabo y de las actitudes que sean desenvueltas a partir de esa realidad en la que vivimos.
Fuente Religión Digital
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