Jimmy Morales, el humorista y teólogo evangelista ‘antigay’ que gobernará Guatemala
A pesar de que Guatemala es un firmante de la Declaración sobre orientación sexual e identidad de género de las Naciones Unidas y ha apoyado diversas resoluciones de la Organización de los Estados Americanos sobre Derechos Humanos, orientación sexual e identidad y expresión de género, la discriminación social e institucional sigue siendo muy frecuente en el país. Además, la discriminación racista hacia la comunidad indígena y misógina hacia las mujeres hace que estos grupos sean especialmente vulnerables cuando pertenecen también al colectivo LGBTI. Con la victoria del candidato antisistema, teólogo evangelista y cómico de chiste facilón, Jimmy Morales, el domingo en las elecciones a la Presidencia de Guatemala todo apunta que los derechos para el colectivo LGBTI sufrirán un retroceso.
Morales responde con destellos de predicador cuando le preguntan sobre el aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de cultivo de la marihuana: ‘No acepto ninguna de las tres. En el caso del matrimonio de personas del mismo sexo, lo rechazo porque no creo en eso y porque en Guatemala el 97% de la población tiene un pensamiento ético cristiano. Aprobar una ley así generaría desorden social’.
Sobre el aborto Morales dice firme: ‘No es propicio para el pensamiento guatemalteco. Soy cristiano evangélico. Mi fe está formada en la Iglesia bautista. Creo en la libertad de conciencia pero no en el aborto’.
Pese a sus 14 años en televisión, el humorista Jimmy Morales, era prácticamente desconocido en los sondeos hasta abril, cuando comenzaron a revelarse los casos de corrupción a los que la población respondió con manifestaciones de protesta sin precedentes.
Jimmy Morales, de 46 años, batió con un histórico 68,5 por ciento de los votos a la ex primera dama Sandra Torres, que obtuvo un 31,5 por ciento, haciendo de su falta de experiencia en la administración pública su principal baza electoral.
El ganador de las elecciones se comprometió a apoyar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), mientras dure su gobierno de cuatro años que comienza en enero.
Para llegar a la presidencia, el actor cómico Jimmy Morales echó mano a los chistes y a los pasajes bíblicos a fin de explotar al máximo el descrédito de la elite política de Guatemala, hundida en una ola de escándalos de corrupción. Pero ahora tiene el reto de gobernar un país que no está para bromas. Sin experiencia política, ni plan de Gobierno, Morales prometió sacar a la mayor economía de Centroamérica de su peor crisis institucional en décadas a la cabeza del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) una heterogénea alianza de militares e izquierdistas. Sin embargo, algunos militares retirados serán clave para su gestión, como el teniente coronel retirado Edgar Ovalle, quien liderará a los 11 diputados de su débil bancada en el Congreso.
Declarado “nacionalista cristiano”, a favor de la pena de muerte y en contra del aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de las drogas en un país profundamente religioso, Morales no ha dado más nombres de quién lo acompañará en su gabinete cuando asuma oficialmente en enero. Casado y con cuatro hijos, el artista buscó conectar con la mayoría pobre del país, con su historia niño humilde y madre viuda, a la que prometió poner fin a la corrupción reforzando la Fiscalía y renovando a la CICIG, el ente internacional que lideró las investigaciones contra Pérez Molina.
La homosexualidad en Guatemala es legal desde la Reforma Liberal de 1871, aunque los ciudadanos LGBTI guatemaltecos aún hoy sufren diversas formas de discriminación. Actitudes machistas, homofóbicas, lesfóbicas y transfóbicas todavía están muy arraigadas en la sociedad. Las identidades sexuales y de género no están reconocidas por el sistema legal de Guatemala y el Estado no garantiza ninguna protección para las parejas del mismo sexo.
La mayor parte de la población es miembro de alguna iglesia cristiana, instituciones que tradicionalmente han mantenido una actitud conservadora, patriarcal y heteronormativa acerca de la diversidad sexual, condenando la homosexualidad, el travestismo o la transexualidad por la creencia de que son conductas inmorales.
Los crímenes de odio motivados por la orientación sexual o la identidad de género siguen siendo tolerados por el gobierno a pesar de numerosos informes nacionales e internacionales que alertan sobre esta problemática. Es especialmente preocupante la violencia dirigida hacia las personas transgénero. Sólo entre 2001 y 2006 fueron asesinadas 17 personas transexuales. La falta de derechos civiles y políticos así como de protecciones contra los crímenes de odio contribuye a que la violencia contra el colectivo LGBTI permanezca ignorada.
La comunidad LGBTI guatemalteca se ha mostrado muy activa en los últimos años organizando numerosos eventos a través de distintas campañas de concienciación sobre la diversidad sexual, las Marchas por la diversidad sexual que vienen celebrándose anualmente desde 2010 en Quetzaltenango con reivindicaciones por la igualdad o el Festival de cine por la diversidad sexual que incluye películas nacionales e internacionales además de exposiciones, talleres y charlas informativas.
Fuente Agencias
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