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Todo miembro del colectivo LGTB debería leer esto

Jueves, 22 de octubre de 2015

Symposium scene, circa 480-490 BC, decorative fresco from north wall of Tomb of Diver at Paestum, Campania, Italy, Detail of so-called lovers, 5th Century BC Un estupendo artículo de Sarah Prager, Fundadora y directora de Quist, que publica The Huffington Post’

Querido miembro del colectivo LGTB:

Puede que no sepas que eres sagrado, mágico o digno de la realeza, pero lo eres. Eres parte de una familia adoptiva que se remonta a los orígenes de la existencia humana.

Mucho antes de que nacieras, nuestra gente inventaba cosas increíbles. Mentes brillantes como la de Alan Turing, el padre de la informática, y la de Alberto Santos-Dumont, el precursor de la aviación, viven en ti. La huella que dejaron en la tecnología moderna personas brillantes y atrevidas como Lynn Conway y Martine Rothblatt (dos mujeres transexuales que siguen vivas en la actualidad) es innegable, ya que los ingenieros del presente han cogido su relevo en la creación de robots y microprocesadores. Hablando de asuntos más actuales, uno de los cofundadores de Facebook ha reconocido su homosexualidad públicamente, igual que el actual director ejecutivo de Apple.

Fuimos dioses y diosas a lo largo de los siglos, como Hermafrodita (el hijo de Hermes y Afrodita), y Atenea y Zeus, que tenían amantes del mismo sexo. En Japón se decía que la pareja masculina Shinu No Hafuri y Ama No Hafuri presentó la homosexualidad al mundo. Los personajes con capacidad para cambiar de género o que incluyen los dos géneros son muy comunes entre las deidades hindúes. El ser al que se le atribuye la creación de Dahomey (un reino situado en lo que ahora se conoce como Benín) se formó cuando dos mellizos, una hermana y un hermano (el sol y la luna), se combinaron en un solo ser que puede que ahora se identifique como intersexual. De la misma forma, los dioses aborígenes australianos de las serpientes arcoíris, Ungus y Angamunggi, poseen muchas características que reflejan las definiciones actuales de la identidad transexual.

Nuestra capacidad de ir más allá de la división en dos sexos y de traspasar las fronteras de género se ha visto como un don. Se nos ha honrado con roles culturales especiales, llegando a ser en ocasiones brujos, curanderos y líderes de muchas sociedades de todo el mundo. Los nativos americanos de la región de Santa Bárbara nos llamaban “joyas”. Los documentos de los europeos que registraban sus encuentros con personas con dos espíritus indican que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y la no distinción de la identidad basada en el género formaban parte de la cultura de 88 tribus indígenas de Estados Unidos, incluidos los apaches, los aztecas, los cheyenes, los mayas, los navajos y los crows. Al no haber más documentación, no podemos saber cómo eran las cosas en el resto de las tribus, pero sabemos que formamos parte de la mayoría de los pueblos de América, si no de todos.

Tienes ancestros de la realeza, como la reina Cristina de Suecia, que no solo se negó a casarse con un hombre (renunciando así a su derecho al trono), sino que también adoptó un nombre masculino y se fue sola a explorar Europa en caballo. Su tutor dijo en una ocasión que “no era como una mujer en absoluto”. Tu herencia también incluye a Nzinga, gobernante de los reinos de Ndongo y Matamma (ahora conocidos como Angola), que nació siendo mujer, pero se vestía con prendas masculinas y tenía un harén de hombres jóvenes que llevaban prendas tradicionalmente femeninas y le llamaban “rey”. También forman parte de tu linaje cultural los emperadores como Elagalabus, que celebró bodas tanto con personas que se identificaban como hombres como con personas que se identificaban como mujeres, proponía sexo a hombres y llevaba maquillaje. Muchos califas de Córdoba, incluidos Hisahm II, Abderramán III y Al-Hakam II tenían harenes de hombres (a veces exclusivamente, a veces también tenían harenes de mujeres). El emperador Ai de la dinastía china Han fue quien nos dejó la frase “la pasión de la manga cortada”; ya que estaba dormido con su amado, Dong Xian, y prefirió cortarse la manga de la bata antes que despertar a su amante para poder levantarse.

Desciendes de individuos que han dejado una huella en el arte que no se puede ignorar. Entre estos creadores tan influyentes se encuentran compositores como Chaikovski, pintores como Leonardo da Vinci y actores como Greta Garbo. Tus antepasados pintaron la Capilla Sixtina, grabaron la primera canción de blues y ganaron un sinnúmero de premios Óscar. Fueron poetas, bailarines y fotógrafos. Han contribuido tanto al mundo del arte que hay un tour guiado dedicado a ellos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Tienes la sangre de grandes guerreros, como las amazonas, esas personas con cuerpo de mujer que asumieron el papel de guardianas y no tenían ni interés ni tiempo entre sus valientes actos para ocuparse de las necesidades de los hombres. Tu corazón late con la misma fuerza que los de los hombres del Batallón Sagrado de Tebas, un grupo de 150 parejas de hombres que, en el siglo IV a.C., se hicieron famosos por ser unos luchadores especialmente poderosos, ya que cada soldado luchaba como si estuviera en juego la vida de su amante (y, en efecto, así era). Pero tu herencia también incluye a pacifistas como Bayard Rustin, un arquitecto gay que formó parte del Movimiento por los Derechos Civiles de Estados Unidos.

Hemos redefinido términos como oso, marimacho, loca y hemos creado otros nuevos como drag queen, genderqueer (que hace referencia a aquellas personas cuya identidad de género no se asimila a los espectros tradicionales occidentales de los géneros binarios, es decir, masculino y femenino) y twink (que se utiliza para describir a hombres homosexuales jóvenes y delgados, con poco vello corporal). Porque el hecho de que las palabras “homosexual”, “bisexual”, “transexual” o “asexual” se hayan creado en un pasado relativamente reciente no significa que sean nada nuevo. Antes de que empezáramos a usar los términos actuales, éramos winkte para los ogala, a-go-kwe para los chippewa, ko’thlama para los zuñi, machi para los mapuches, tsecats para los manghabei, omasenge para los ambo y achnutshcik para los konyaga. Aunque ninguno de estos términos sea un reflejo idéntico de los que utilizamos ahora, todos están relacionados con el amor entre personas del mismo género, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo o los cambios de sexo.

Eres normal. No eres una creación del mundo moderno. Tu identidad no es una moda pasajera. Casi todos los países tienen historia documentada de personas cuyos comportamientos e identidades guardan mucha similitud con lo que hoy llamamos bisexualidad, homosexualidad, transexualidad o asexualidad.

Recuerda: la cultura occidental actual ha creado la idea de que la sexualidad y la identidad de género no es como había sido siempre. Muchas culturas desde Papúa Nueva Guinea a Perú aceptaban el sexo entre hombres como parte de un ritual o una rutina; algunas de estas sociedades creían que la transmisión de semen de un hombre a otro hacía más fuerte al que lo recibiera. En el pasado, no necesitábamos palabras para denominar a las personas que se sentían atraídas por otras de su mismo sexo, a las que no se sentían identificadas con el género masculino o femenino o a aquellos que no cumplían las expectativas culturales de su sexo de nacimiento, porque no eran tan inusuales como podemos dar por hecho que eran.

Ser tan únicos y poderosos ha hecho que algunos nos teman. Nos han arrestado, torturado y asesinado. Todavía somos ejecutados por los gobiernos o por ciertos individuos de sociedades que antes nos aceptaban como miembros iguales de la sociedad e importantes para ella. Ahora nos dicen que “la homosexualidad es antiafricana”, que “no hay homosexuales en Irán”. Tanto tú como nosotros sabemos que estos comentarios defensivos no son verdad, pero aun así duelen. Cuando nos pusieron nombres como “marica” o “bollera”, nosotros los reciclamos. Cuando nos dijeron que estábamos reclutando a niños, nosotros contestamos: “He venido a reclutarte a ti”. Cuando nos pusieron triángulos rosas y negros en los uniformes de los campos de concentración, los convertimos en símbolos de orgullo.

Los que desafían nuestra presencia en las culturas actuales, los que intentan privarnos de nuestros derechos y los que nos convierten en un objetivo directo de la violencia siguen ignorando el hecho de que la anomalía histórica son ellos, y no nosotros. En gran parte de la historia, la persecución a los individuos que transgredieron las normas culturales relacionadas con la identidad de género y la sexualidad estuvo mal vista en los peores casos y pasó desapercibida en los mejores. Hoy en día la gente que sigue haciéndonos daño intenta justificar sus crueles campañas argumentando que están defendiendo los valores “tradicionales”. Nada más lejos de la realidad.

Pero ahora ya sabes que se equivocan. Imagínate el mundo sin ese primer ordenador, sin las pinturas de la Capilla Sixtina o sin gran parte de la música de la historia, desde la pieza de música clásica Primavera Apalache hasta el clásico YMCA (entre nosotros han estado desde “la madre del blues” hasta “el rey del pop latino”). El mundo sería mucho más aburrido sin nosotros. Doy gracias por que estés aquí para ayudarnos a seguir con nuestras tradiciones.

Así que ¡feliz mes de la historia LGTB! Esta lista de recursos históricos en línea sobre este colectivo es un buen sitio para empezar a explorar sobre tu patrimonio.

Lesbianamente*,

Sarah Prager

*Así fue como se firmaba una carta para una asociación de derechos humanos para las lesbianas de Méjico hace décadas.

Este artículo fue inspirado por ‘Another Mother Tongue’ de Judy Grahn (publicado en 1984). ‘Ritualized Homosexuality in Melanesia’, editado por Gilbert H. Herdt (publicado en 1993), también ha servido como referencia. Christianne Gadd contribuyó significativamente en la creación de este artículo, que fue publicado por primera vez en ‘The Advocate’.

El artículo fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de ‘The Huffington Post’ y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero

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