“Y mirándole le amó”
El Joven Rico
Rico y apuesto heredero,
alto de alcurnia y de talla,
se llega a Jesús pidiendo:
-Maestro bueno, ¿qué hace falta
para que la vida eterna
posea para mi alma?
-Los mandamientos conoces:
No toques mujer extraña,
no mates, hurtes ni engañes,
sea veraz tu palabra,
respeta de tus mayores
la dignidad de las canas…
-Maestro, todo he guardado.
Dime qué otra cosa falta.
Una muy simple: ve y vende
cuanto a la tierra te ata,
dalo a los pobres, que cubran
su miseria por tu gracia,
y echando tu cruz al hombro
ven a seguir mis pisadas.
Perdió el joven su apostura,
bajó al suelo su mirada
y se encaminó afligido
hacia sus riquezas vanas.
A Jesús le va corriendo
por la mejilla una lágrima
que a contraluz pareciera
de sangre tornasolada.
-¡Pudo y no quiso salvarse,
por su riqueza malvada!
¡Cuán difícil es que un rico
entre en mi eterna morada!
¡Un camello por el ojo
de una aguja, mal se pasa!
*
Santos García Rituerto
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Yendo Jesús de camino, corriendo vino uno y se le inclinó, y le pidió diciendo:
– Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo:
– Lee la Escritura ¿sabes lo que dice?…: No matarás, no adulterarás, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tus padres. Vete y cúmplelo.
Él replicó:
– Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.
Y Jesús mirándole le amó, y le dijo:
– Una cosa te falta: vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
Pero él, entristecido por esta palabra, suspirando profundamente se fue. Era muy rico
*
Marcos 10, 17 – 30
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