Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 27, tiempo ordinario. No podía empezar mejor la segunda parte de este sínodo sobre la familia, el próximo domingo (4.9.15), que leyendo el evangelio de ese día (Mc 10, 2-6), con la palabra de Jesús sobre el matrimonio y divorcio.
Jesús no ofrece aquí una doctrina unitaria (canónica), desarrollada expresamente sobre el tema, de un modo completo, sino que responde a una pregunta-trampa que le plantean unos fariseos para tentarle, con una cuestión muy concreta sobre el poder que cierta ley antigua daba al hombre de expulsar a su mujer.
Se trata, como digo, de una pregunta-trampa (para poner a prueba a Jesús), pues, tanto si responde “sí” como si responde “no”, pueden acusarle, en un caso de dureza contra la mujer, en otro caso de infidelidad a la Ley. Éste es un texto que ha sido poderosamente reelaborado por Pablo en 1 Cor y por los evangelios de Lucas y Mateo.
Por cuestión de “oportunidad”, y porque será el texto más discutida en el Sínodo, quiero presentar y comentar hoy, en vez de la versión de Marco, la paralela de Mateo, que ofrece algunas novedades importantes, como podrá ver quien siga leyendo. Resulta evidente que Jesús no resolvió el tema con un sí o con un no (como querían entonces los fariseos, y como quieren hoy algunos “padres” famosos del Sínodo).
Debo recordar que los votantes del Sínodo sobre el matrimonio y divorcio serán sólo “padres espirituales”, sin hijos reconocidos (¿dónde están las madres, los maridos, las mujeres, los hermanos, los novios, las novias, las parejas… para decir su experiencia y palabra sobre el tema?).
Se trata, pues, claramente, de un sínodo “manco”, que Jesús no habría celebrado así. Pero es lo que hay, y le deseamos mucho “éxito”, para que después el Papa Francisco pueda elaborar, según la ley actual, el documento y doctrina sobre la familia.
Con esa idea, para ilustración de aquellos que quieran conocer mejor la visión de Jesús y el evangelio, presento aquí esta reflexión algo extensa, que DM formará parte de mi próximo Comentario de Marcos. Es un texto largo, algo erudito, pero estoy convencido de que podrá servir para algunos lectores amigos silenciosos, que van acompañando en gran número. Gracias a todos.
Texto: Mt 19, 3-9
19, 3 Y se le acercaron unos fariseos que, poniéndole a prueba y diciéndole: ¿Puede uno expulsar a su mujer por un motivo cualquiera? 4 El respondió: ¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra; 5 y que dijo también: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? 6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.
‒ 7 Le contestaron: ¿Por qué pues prescribió Moisés dar acta de divorcio y repudiarla? 8 Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9 Os digo pues que quien repudie a su mujer ‒a no ser por fornicación ‒ y se case con otra, comete adulterio.
Presentación
La perícopa, tomada básicamente de Mc 10, 2-12, ofrece dos novedades muy significativas.
(a) Mateo introduce la cláusula de la porneia (19, 9: me epi porneia), que aparecía también en Mt 5, 31-32, por la que (a diferencia de lo que sucede en Marcos) permite que el varón pueda expulsar a la mujer (no la mujer al varón) a causa de la fornicación en sentido extenso.
(b) Mateo formula el tema en una clave estrictamente judía, desde la perspectiva del varón, sin añadir una enseñanza “eclesial” para los discípulos (en casa, es decir, en la iglesia) a diferencia de Mc 10, 10-12, que “iguala” así (en ese contexto) el derecho matrimonial de los hombres y de las mujeres, desde una perspectiva que puede tener un fondo cristiano, pero que puede entenderse también desde la legislación romana (que concedía a las mujeres el derecho de divorciarse).
Eso significa que Mateo se mantiene (quizá ha querido mantenerse expresamente) en una perspectiva más tradicional, limitándose al caso concreto de la situación de Jesús, con la pregunta de los fariseos (si el varón puede expulsar a la mujer) y la respuesta que él les ofrece. Lo que más le importa es, según eso, la manera de entender y/o quizá de reinterpretar la norma del Dt 24, 1-3, por la que se supone que el varón podía expulsar a la mujer (romper de esa manera el matrimonio), con tal de que le diera el “libelo” o documento de divorcio.
Éste parece haber sido el caso y respuesta original de Jesús, que no intentó resolver el tema del matrimonio en general, sino el planteado por el Deuteronomio, apelando a Gen 1, 27; 2, 24 (varón y mujer los hizo, serán una sola carne…, como he destacado en mi Comentario de Marcos, Verbo Divino, Estella 2012). Pero, siendo más fiel a la formulación de Jesús, desde una perspectiva judía, Mateo añade la cláusula de la “porneia” (fornicación), que parece vincularse más con el tema y concesión de Dt 24, 1-3, y que nos sigue situando así en un nivel de legislación muy cercano al judaísmo.
La cláusula de la porneia
Esa palabra, añadida como excepción por el Jesús de Mateo, parece situarnos pues en una perspectiva cercana al judaísmo…, pero que ofrece una inquietante y poderosa actualidad. Por eso debemos agradecer a los fariseos la pregunta… y a Jesús que les respondiera, aceptando su parte de verdad.
Los fariseos habían preguntado a Jesús si el hombre puede expulsara la mujer “por cualquier causa”. No preguntan si puede hacerlo o no (pues les parecía evidente que puede), sino sólo si puede hacerlo por toda causa (kata pasan aitian: 19, 3), en una línea que parece cercana a las controversias que mantenían las escuelas rabínicas de Shammai y Hillel.
Jesús responderá en principio que no (que el hombre no puede expulsar a la mujer), pero añadiendo que hay un caso en el que puede hacerlo, por una causa específica, como es la porneia o fornicación, de la que seguiré tratanto.
Todo nos permite suponer que el tema de la porneia alude en principio a la fornicación de la mujer, en un perspectiva muy judía, pues conforme a la ley y costumbre israelita, el marido tenía derecho a la fidelidad de la mujer, de manera que si ella no la guardaba, sino que cometía algún tipo de porneia (que debía ser, por tanto, propia de ella, es decir, de la mujer) el hombre podía expulsarla (pues no estaba obligado a mantener su matrimonio con una mujer acusada de porneia).
(Pero una vez situado así el tema en el evangelio, al ampliar y universalizar el contexto, lo que se dice de la porneia de la mujer puede y debe aplicarse a la porneia del hombres… es decir, de los dos…es decir: del matrimonio hecho porneia y destruído, como seguiré mostrando).
Mateo, un planteamiento conservador, pero muy actual
Éste es el tema de fondo del pasaje, que había aparecido en Mt 5, 31-32. Pero el significado del texto no es tan claro porque si se tratara de una verdadera porneia en el sentido de infidelidad matrimonial tendría que haber utilizado la palabra moikheia (adulterio), pues Mt 15, 19 ha distinguido perfectamente ambas palabras, hablando de moicei/ai( pornei/ai, es decir, de adulterios y fornicaciones. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo B, Dios, Diversidad Familiar, Divorcio, Evangelio, Jesús, Matrimonio, Tiempo Ordinario
Comentarios recientes